@humoristarudy

¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Qué cuenta, los días que faltan para votar?  Ah, pero eso se lo podemos decir nosotros, es un servicio exclusivo de Sátira/12 para sus lectores: faltan exactamente 2 semanas y un día, o si lo quiere usted 15 días, o medido en horas, 360 horas, para que usted, yo , y todos los argentinos y argentinas mayores de 16 años pongamos una vez mas el sobre en la urna, y decidamos, no nuestro destino, pero sí al menos quien se sentará en la banca de diputado, y en la de senador, durante los próximos años

O sea, lector, que si bien, insisto, no esta usted eligiendo su propio destino, sí que esta influyendo claramente, en el de otra persona. O mejor dicho, en el de otras personas. Que a partir de su decisión, la de usted mismo, tendrán donde aposentar sus aposentos durante 4 ó 6 temporadas, o bien, deberán buscar otras poltronas donde apoltronarse.

Usted puede pensarlo como una decisión menor, pero poder decidir sobre las asentaderas de otros, es todo un ejercicio de poder. 

De hecho, esas personas, las electas, deberían estar sumamente agradecidos a usted por permitirles sentarse allí, y entonces, durante los años que permanezcan sentados, podrían tomar medidas, o al menos facilitarlas, para hacerle, también ellos a usted, una vida mas “sentadora”, valga la “ redondancia”.

Claro, porque si bien usted solamente los eligió para sean ellos y no otros quienes allí se sienten, una vez sentados van a tener que hacerse cargo de sus, repre-sentados.

O sea, por alguna extraña paradoja del idioma, los “sentados”, pasan a ser “repre-sentantes”, y los “ sentantes”  (o sea, los que activamente eligen a los otros para se sienten a través del voto), pasan a ser los “repre-sentados.

Pero claro, el estar todo el día sentado cumpliendo sus funciones, puede hacerle mal a la salud de quien se sienta obligado por sus compromisos políticos a permanecer en dicha postura. Como ningún argentino de bien (de los “de mal” no sabemos nada) quiere que a su representante sentado le suba el colesterol ni se le “engrase” el cuerpo,  se les ha asignado un nuevo “deber- ejercicio: De vez en cuando, deben levantar su mano”

Claro que el ritmo depende de cada legislador, o de lo que a cada uno le haya recomendado su médico, como mas conveniente para su salud física, mental y política.

No nos extrañaría que algún diputado, retado por el presidente de su bloque por haber levantado la mano cuando la idea era no hacerlo, responda: “El médico me recomendó hacer ejercicio” y muestre la receta que lo salva de alguna clase de  reprimenda. 

Nuestro gobierno esta muy preocupado por la salud de los legisladores. No solamente por los de su propio bloque, también por los que considera amigos, o “adversarios pero no tanto”, y por eso mismo, en estos tiempos tan cool, ha preparado un verdadero programa de ejercicios. Y les propuso a los de los otros bloques, que si quieren seguir conservando la salud, cuando vean a los del bloque oficial levantar su mano, hagan lo propio.

¿Se entiende, o lo pregunto en italiano?

Bueno, lector, en todo  caso, quedará en usted, dentro de dos semanas, votar a los diputados y senadores a los que considere lo suficientemente sanos como para levanten la mano cuando sea realmente conveniente para el pueblo, y no por una rutina mas digna de Pilates o de Pilatos.

Si usted cree que este es un problema nacional, entonces no sabe usted lo que ocurre en el resto del planeta.

Los alemanes, por ejemplo, acaban de elegir a sus nuevos representantes. Casi noventa de sus nuevos legisladores pertenecen a un grupo que se niega totalmente al sedentarismo, jamás se quedarían sentados de brazos cruzados, y de hecho, lo que hacen es estar todo el tiempo con el brazo derecho alzado. No lo bajan ni para arrepentirse de su pasado.

Los norteamericanos, en cambio han elegido a un presidente que prefiere estar de pie, y con su dedo índice apretar botones diversos, que producen increíbles imágenes., que vistas de cerca pueden ser aterradoras, pero de lejos, también.

Finalmente, o no tanto, otras plagas azotan a la Humanidad, y /o a los frutos que al alimentan. Como son ya lejanos los tiempos de Moisés y el faraón, el hombre moderno resuelve el tema fumigando. Cierto que las sustancias que utiliza pueden ser dañinas para otros seres humanos, o para si mismo, o para los tataranietos, pero bueno, tampoco se puede estar en todas, ni en todos

El mundo parece haberse vuelto un lugar peligroso, aunque seguramente nunca dejó de serlo

De todo esto  trata este suplemento

Hasta la semana que viene, lector.