Investigadores de las Facultades de Medicina y Bioquímicas junto a un equipo de médicos del Hospital Provincial del Centenario están desarrollando una investigación clínica para tratar a pacientes con cáncer de páncreas avanzado. El proyecto, denominado "San Jaime", en homenaje al doctor Jaime Grin, propone sumar al tratamiento habitual, dos fármacos en un esquema de quimioterapia metronómica, una nueva filosofía terapéutica que administra dosis bajas de drogas en forma crónica, a intervalos regulares, sin períodos prolongados de descanso. Asimismo, postula el reposicionamiento de drogas que consiste en utilizar fármacos diseñados para otras finalidades pero que poseen efecto antitumoral.
Dichos enfoques terapéuticos tienen varias ventajas respecto del método estándar para tratar esta y otras enfermedades: "Posee baja o nula toxicidad, mejora la calidad de vida del paciente y utiliza drogas que se consiguen como genéricos, por lo que el costo del tratamiento es sensiblemente menor", explica la investigadora Graciela Scharovsky. De ahí su importancia desde el punto de vista terapéutico, económico, social y para la salud pública.
La función de la quimioterapia es impedir, en las enfermedades neoplásicas, la reproducción de las células cancerosas. Para esto provoca alteraciones en diversas moléculas y actividades de las células inhibiendo la propia división celular, entre otras acciones. La quimioterapia clásica consiste en darle al paciente los nuevos medicamentos que van apareciendo en grandes dosis, la máxima tolerada, pero después hay que suspender la droga para que se recupere de la toxicidad y más adelante volver a administrarla. Aunque haya respuesta del paciente en los primeros ciclos, luego, por lo general, se vuelve resistente a esa terapia.
Dado que las drogas son accesibles y los tratamientos poco tóxicos, “el costo para la salud pública es mucho más bajo”.
"Lo malo es que cuando se suspende la droga, las células más susceptibles del tumor ya murieron, pero las malas quedaron vivas y proliferan. En esos casos, el nuevo tumor que crece es más agresivo que el anterior y el problema se va magnificando", expresa Scharovsky.
En este sentido sostiene que la terapia metronómica es más efectiva ya que las drogas se administran en dosis bajas a intervalos regulares en forma crónica y no hay grandes períodos de descanso. Los dos fármacos propuestos en este caso se ingieren por boca, no generan resistencia y tienen efectos demostrados en otro tipo de tumores.
Calidad de vida
El cáncer de páncreas es generalmente difícil de diagnosticar debido a que no hay exámenes específicos y económicos que lo puedan detectar en personas que no tienen los síntomas de la enfermedad. Esto significa que en muchos casos recién se lo descubre en estadios avanzados, cuando el cáncer ya se ha diseminado a otras partes del cuerpo.
"Nuestra hipótesis es que este tratamiento va a lograr una mejor supervivencia del paciente dado que, si ya no responde al tratamiento tradicional que se le administró, podrá seguir recibiendo los dos fármacos propuestos", afirma la investigadora y profesora del Instituto de Genética Experimental de la Facultad de Ciencias Médicas.
Una de las drogas propuestas en esta terapia se utiliza habitualmente para tratar afecciones cardíacas. ¿Cómo se pensó que podía servir para el cáncer? Investigadores clínicos realizaron una serie de estudios epidemiológicos y encontraron que un grupo de pacientes que habían tomado esa droga, tenían menor incidencia de cáncer o vivían más tiempo sin progresión del tumor que aquellos que no la habían ingerido.
Hoy se conoce más a nivel molecular la acción de distintos fármacos dentro de las células, qué estimulan, qué inhiben. Esto permite experimentar primero con animales y luego de contar con un cuerpo de evidencia importante, se realizan los protocolos clínicos que son los iniciales. Si esto funciona bien, se pasa a un estudio de fase tres con una mayor cantidad de pacientes, según explican los profesionales.
El protocolo de investigación clínica prevé evaluar distintos tipos de marcadores que permitan predecir la respuesta a la terapia y hacer un seguimiento al paciente tanto de laboratorio como de imágenes, para observar las respuestas y luego analizar los resultados. Cabe destacar que este equipo de investigadores ya realizó un protocolo clínico para el tratamiento de pacientes con cáncer de mama avanzado que no tenían otra opción terapéutica, obteniendo muy buenos resultados.
En la actualidad, la quimioterapia metronómica se utiliza en distintos países, incluido el nuestro, como último método terapéutico, cuando se agotaron las otras posibilidades de tratamiento, pero los investigadores consideran que podría aplicarse en etapas anteriores.
Dado que las drogas son accesibles económicamente y los tratamientos poco tóxicos, "el costo del paciente oncológico para la salud pública es mucho más bajo", afirman. Esto representa una ventaja importante, especialmente para los países de bajos y medios ingresos, en los cuales muchos enfermos, incluidos los pediátricos, no reciben la terapia apropiada por la imposibilidad de costearla.
El proyecto fue aprobado por los Comités de Bioética de la Facultad de Ciencia Médicas, del Hospital Provincial del Centenario y la Agencia Nacional de Promoción de Ciencia y Tecnología otorgó un subsidio para su desarrollo.
El equipo dirigido por Graciela Scharovsky es pionero en América latina en el estudio de la quimioterapia metronómica y el reposicionamiento de drogas en oncología. Este proyecto en particular está integrado por los doctores Viviana Rozados, Herman Perroud, Alejandra Luquita, Sergio Ghersevich y Sandra Ostoich. También colaboran Alejandra Bártoli, Juan Carlos Pendino, Silvana Montenegro y Roberto Balaban.