Contra los inalcanzables estándares de belleza, apunta la fotógrafa lituana Evija Laivina en su última serie: Beauty Warriors, colección de retratos donde mujeres posan con extrañísimos productos que prometen “curas instantáneas para combatir ‘zonas problemáticas’ sin necesidad de recurrir a la intervención quirúrgica y a bajo coste”, en palabras de la artista con residencia en Escocia. Y “problemáticas” son, para el mercado beauty, las caritas con ojeras, las narices no respingadas, las arrugas, las canas, entre otras tiranías de la presunta perfección. “Navegando por Ebay, descubrí las cosas más peculiares: bandas anti-doble barbilla, corrector de párpados o de sonrisa, modeladores de nariz, máscaras antiarrugas”, recuenta la sorprendida dama, aclarando además que la mayor parte es de factoría china y, en general, ciento por ciento inútil. “¿¡Cómo un pedazo de plástico podría cambiar permanentemente la forma de la nariz de alguien!?”, se encoleriza Evija. “Creo que las personas que compran estos productos en el fondo saben que son inefectivos. Pero el sueño y la promesa del cambio instantáneo superan al sentido común”, redobla, rabiosa con la idea de que “para ser exitosa, hay que lucir perfecta: esas son las reglas de nuestra sociedad, que muchas seguimos sin cuestionar cuán ridículas son. Olvidando, en el ínterin, que las apariencias no importan, lo que importa es la belleza interior”. Así y todo, tan flechada está con algunas bizarrísimas soluciones mágicas que las seguirá comprando, amén de engordar un proyecto en vías de desarrollo, pronto a convertirse en libro visual.