Jo Hopper contrató hace algo más de siete años los servicios de JP Morgan Chase para que le gestionara la herencia que había dejado su difunto esposo. Ahora la entidad deberá compensarle con nada más y nada menos que 4000 millones de dólares, después de que un jurado en Dallas (Texas) determinara que el mayor banco de Estados Unidos hiciera una mala gestión de la ingente fortuna que dejó el antiguo ejecutivo de American Airlines. Max Hopper falleció de un infarto en enero de 2010, cuando tenía 75 años de edad. Fue una de las grandes figuras en el negocio de la aviación comercial y se le atribuye la creación de la tecnología sobre la que se apoyan los sistemas de reservas de las aerolíneas. Dejó a su mujer una herencia valorada en 19.000 millones. JP Morgan actuó como administrador independiente de los activos, antes de distribuirlo a sus herederos. Pero el banco tardó años en liberar los activos que tenía el ejecutivo, lo que provocó que expiraran los derechos que tenían los herederos sobre el ejercicio de determinadas acciones. Los gestores de la fortuna de Max Hopper ignoraron, además, las solicitudes de la viuda para que se vendieran títulos. El jurado considera por eso que el banco actuó de manera fraudulenta o violó su deber fiduciario.