Esta semana se cumplieron 40 años de la muerte de José Ber Gelbard, el ministro de Economía del último gobierno de Juan Domingo Perón (1973/74) que fue el gran mentor del Pacto Social entre gobierno, CGT y CGE. El titular de la CGE de la República Argentina, Marcelo Fernández, dirigente además de la Agrupación Gelbard, propuso “repasar el legado” del ex ministro y dirigente empresario para volcar su experiencia en estos días. Proponer un “pacto social” de empresarios pymes y sindicatos con el actual gobierno de Cambiemos parecería ahistórico, fuera de época. Sin embargo, Fernández impulsa la idea y la defendió en la entrevista con PáginaI12. ¿Por qué plantear un pacto ahora? “Por necesidad”, responde, y traza un diagnóstico dramático en el que el empleo y producción industrial parecieran ir camino al precipicio. En su relato, no elude cuestionamientos a una dirigencia empresaria que no entendió el momento político, una dirigencia sindical que “se sentía más cómoda conversando con las grandes empresas” y un gobierno, el anterior, que “perdió una oportunidad histórica”. Sin el consenso de sectores mayoritarios (pymes y movimiento obrero) en torno a un proyecto que defienda el trabajo y la producción, “la próxima paritaria vamos a estar discutiendo salarios cuando ya no haya empleo”. Primero consensuar la propuesta, sostiene, y luego “planteárselo al gobierno y ver cómo hacemos para que se lleve a la práctica”.
–¿Rescatar la experiencia de Gelbard en los 70 para plantear un modelo de desarrollo consensuado hoy? ¿Con un gobierno que marcha en sentido contrario? Cuesta imaginar que el Pacto Social hubiera podido plantearse sin el respaldo de un gobierno fuerte como el de Juan Domingo Perón.
–Sin ninguna duda que esa fue una condición clave. En 1974 Gelbard, como ministro de Economía de Perón, plantea un modelo para promover a la industria nacional a partir del consumo interno, limitando la competencia externa y dándole respaldo financiero y protección del Estado. Pero se sustenta en un Pacto Social, donde empresarios nacionales y trabajadores confluyeran con el Estado para hacer posible su puesta en marcha. Lo que yo digo es que hay que recuperar ese espíritu de confluencia de intereses de diferentes sectores para promover una propuesta común. Empezando por los empresarios, que hoy no tenemos una respuesta común a esta situación dramática. Está claro que en 1974 había un liderazgo político indiscutible, que marcaba claramente lo que pretendía. Y contaba con hombres capaces de llevarlo a cabo. Gelbard no era un técnico, ni siquiera un profesional. Era un empresario político, que se había formando a sí mismo en la pelea.
Tampoco era igual la situación económica de entonces y la actual. En 1973 había pleno empleo, inflación cero, distribución fifty-fifty (50 por ciento del ingreso para trabajadores y 50 para empresarios), un nivel de deuda externa irrelevante. Pero lo que yo señalo es la falta de proyectos del momento actual. ¿Qué hago frente a lo que me dice el gobierno, que somos sectores inviables, que hay provincias inviables? ¿Me enojo? ¿Echo gente y me achico? ¿Me la rebusco cambiando de rubro para que no me toque a mí primero? Así desaparecemos todos, aunque el gobierno crea que por este camino va a alcanzar una economía más eficiente y estabilidad de precios. En muchos de nuestros rubros textiles, los importados tienen más del 50 por ciento del mercado, en algunos hasta el 100 por ciento porque desapareció la industria local. ¿Usted cree que bajaron los precios? Nada de eso. Pero en estas cuestiones y en cómo enfrentarlas no nos ponemos de acuerdo ni los propios empresarios pymes. Tenemos muchas entidades pymes pero no llegamos a articular una propuesta que nos acerque, e incluyo a la mía (Cgera).
–¿Cuál es la propuesta para este momento?
–Lo que propongo es que busquemos un camino para el diálogo, para un acuerdo en torno a un modelo económico y social frente a las actuales condiciones, entre empresarios nacionales y trabajadores. Y el mejor instrumento es el pacto social, que después le dé marco incluso a las discusiones paritarias. Por el camino actual, muchos de los que hoy somos firmantes de paritarias vamos a llegar a una futura discusión vacía, porque vamos a discutir salarios cuando ya se haya perdido el empleo. Lo que reclamamos es discutir la defensa del empleo y la producción, y ya hay muchos dirigentes sindicales que lo entienden y comparten esta prioridad, tanto de la CGT como la CTA. Después discutiremos con el gobierno, cuando tengamos la propuesta, el modelo.
–¿Qué podría impulsar hoy a esos sectores a buscar un pacto social, sin la voluntad del gobierno para hacerlo ni liderazgos indiscutibles que lo sostengan, como usted señala?
–La necesidad. Porque estamos en una situación dramática, tenemos la necesidad de aborquelarnos en una unidad de criterios, en torno a una propuesta de desarrollo para los sectores pymes. Hoy, sin ese liderazgo político fuerte que tenía Perón en los 70, deberíamos ver cómo suplirlo con una mesa de consenso fuerte, muy sólida. Y como en los 70, los sectores mayoritarios para un proyecto económico consensuado somos los empresarios nacionales pymes y los trabajadores. Somos mayoría, pero si no tenemos una propuesta clara para este momento, nuestra representatividad está puesta en duda.
–¿Por qué dice que hoy la situación es distinta con el movimiento obrero? ¿No sigue habiendo una dirigencia cuestionada?
–Me refiero a que hay un buen diálogo con los dirigentes sindicales de diferentes sectores en torno a la necesidad de un consenso para la defensa de la producción nacional y el empleo. Con Hugo Yasky hay una relación muy fluída, con los miembros del triunvirato de la CGT también hemos charlado bastante, aunque por separado con cada uno de ellos. Con la Corriente Federal de Trabajadores (Sergio Palazzo y Héctor Amichetti, entre sus referentes) también hay contacto permanente. Todos comprenden el momento que estamos viviendo las pymes industriales. Hoy estamos afuera del gobierno, pero eso hace más necesario tener una propuesta clara, alcanzar un amplio consenso y elevarla al gobierno. La tarea política es ver, luego, cómo hacer para que se lleve a la práctica.