Ganó la Cámara de Oro en el último Festival de Cannes, el premio que celebra la mejor ópera prima, participando en la Quincena de Realizadores. A mediados de noviembre se alzó con una mención especial del jurado para su actriz protagónica y con dos premios del público en el prestigioso festival del American Film Institute. El 18 de noviembre pasado Netflix la lanzó al mundo. La película en cuestión se llama Divines y es una creación de la directora francesa Houda Benyamina, hija de marroquíes, treinta y seis años, egresada de la ERAC (la escuela de actuación de la región de Cannes) y creadora de 1000 visages (Mil rostros), una plataforma de formación y creación que tiene como objetivo la democratización en la producción cinematográfica. 

Para Houda Benyamina, el cine es una forma de combate, un modo de convertir la rabia en un punto de vista. Cuando recibió el premio en La Croisette de manos de Catherine Corsini y escoltada por Willem Dafoe, agradeció en el medio de una arenga: “Cannes nos pertenece a nosotras, a las mujeres. Este es nuestro lugar. Para que las cosas cambien, hace falta que las mujeres estén más presentes en la selección. En esta película he trabajado con guerreros. Sin guionistas, no existirían directores: el cine francés debe redefinir su lugar. No he dado regalos a mis actores durante el rodaje, así que quiero aprovechar para darles las gracias. El nuestro es un trabajo de amor”.

Divines, en sus propias palabras, cuenta la historia de la adolescente Dounia, apodada “la bastarda” en su barrio, un suburbio parisino, en donde vive en un asentamiento junto a su madre: una mujer joven, con trabajo incierto y aficionada a los hombres y al alcohol. La chica comienza a trapichear droga ayudada por su mejor amiga y alma gemela, Mamounia, con la esperanza de obtener más respeto y poder. Y también más dinero. Divines, explica Houda, es “una película política pero también es una historia acerca del amor, la amistad y el camino de Dounia hacia la adultez”.

Los ciento cinco minutos que se toma Divines para narrar esta historia, un drama con elementos de thriller, se encuentran felizmente desprovistos de conmiseración hacia sus personajes, Dounia (interpretada poderosamente por Oulaya Amamra, hermana menor de la directora) y su mejor amiga Maimouna (Déborah Lukumuena), perteneciente a una familia musulmana que, sin exageración ni éxito, trata de proteger a su hija. Las chicas, que eligen la calle, sótanos y túneles para urdir sus planes, quieren ganarse el respeto de la dealer del barrio, la feroz Rebeca (Jisca Kalvanda) que desde su descapotable rojo seduce a las amigas irreverentes con su poder y las lleva a demostrarle que son capaces de trabajar para ella. Lo consiguen y con el primer dinero que ganan van directo a un shopping a elegir zapatillas. Pero no sueñan tan bajo, las amigas: en una escena memorable, imaginan que tendrán una Ferrari, que podrán calzarse gafas RayBan auténticas y beber champagne mientras manejan a toda velocidad hacia una playa bañada de agua azul transparente.

Antes de eso, Douniaya había abandonado la escuela luego de un feroz debate con su maestra a la que acusa de querer moldearla para adaptarse a una sociedad que a ella sólo le reserva el deber de la obediencia y el fracaso. Pero ella quiere “money, money, money”, algo que la escuela no le enseña a ganar ni le da la esperanza de tener. Dounia es valiente y audaz, no se achica ante los golpes (reales, las piñas que los otros puedan darle), se entrena para pegar más fuerte y defenderse, pero a la vez es sensible, solidaria y capaz de apreciar la belleza que descubre en los movimientos sensuales de un bailarín talentoso que de día trabaja como seguridad en el shopping del barrio. Las amigas delinquen -roban en el super, tiran piedras a la policía, trafican, escupen- juntas y también se ríen, se divierten, se aman con la incondicionalidad que sella su amistad tácita. Una relación que se entiende desde las acciones y no desde las promesas empalagosas de las palabras. 

“El cine que a mi me gusta –cuenta Houda Benyamina– es un cine corpóreo: para mi, la psicología de un personaje no se ve en lo que éste dice sino en lo que éste hace, o sea que su psicología tiene que encarnarla la acción física. Es lo más difícil de hacer. En mi manera de trabajar con los actores, me identifico mucho con el método Stanislavski, del Actors’ Studio, o sea, con un método en el que los actores se implican de manera física. Lo mismo ocurre con el director de fotografía, con quien he hablado mucho de cine en movimiento: me interesaba que pudiera plasmar el sentido a través del movimiento. Por un lado, se trata de una tensión sensual y por otro, se trata de una tensión bélica. Mi personaje principal vive en una lucha permanente entre ella y ella misma, así que yo tenía que plasmar esta tensión en mi manera de filmar, y no solamente filmando a los personajes con primeros planos. Lo que me ha interesado es que fuera todo el cuerpo el que pudiese expresar la complejidad de los temas que he tratado de abordar en esta película; ya fuera un cuerpo oprimido o macizo, como es el caso de Maimouna, o un cuerpo enérgico, como es el caso de Dounia (en este sentido, las dos forman una especie de dúo al estilo del Gordo y el Flaco)”.

Las amigas del alma, eran actrices que no se conocían y resultaba imprescindible crear entre ellas una empatía. Para esto les fue indicado mirar la serie Laurel & Hardy y también Thelma & Louise de Ridley Scott. Por otra parte, el rodaje se hizo de manera cronológica ya que Houda quería que el crecimiento de su protagonista, su paso a la adultez, que parece un envejecimiento en años, pudiese producirse naturalmente.

Divines fue considerada por Le Figaro y Les Inrocks la mejor película francesa del año, lejos de Elle, protagonizada por Isabelle Huppert y dirigida por Paul Verhoeven y que representa a Francia por los Oscar en el rubro Mejor pelí cula extranjera. Houda Benyamina admira a Jane Campion a quien considera la directora mujer más importante del momento ya que sus películas “están basadas en la emoción y en el intelecto, en la grandeza y en la sensibilidad”. Destaca particularmente El piano a la vez que le parece muy acertado el modo en que el alemán Rainer Fassbinder y el canadiense Xavier Dolan se colocan bajo la piel de sus personajes femeninos.

El próximo proyecto de Benyamina ya está marcha pero aún no tiene nombre. Será una película de época, ambientada en alguna guerra, “una historia de amor lírica y ardiente entre una francesa y ‘americano’”, precisa Houda quien recientemente se entrevistó con James Franco y Robert Pattinson que mostraron interés en trabajar con ella. Aún no decidió nada y asegura que marcha despacio hacia su próxima película. Quizá sepa que debe superarse así misma luego de Divines; cuando las óperas primas salen tan bien, marchar hacia lo que sigue puede dar miedo.