"Están en el destierro, lejos de su lugar de origen. A esa tierra de nadie llega un visitante, viene a buscar la casa de su infancia; una mujer sin rostro lo aconseja y le indica la dirección: los desterrados emprenden con él el regreso".

De esta forma se anuncia una propuesta inquietante, Oda a los Desterrados, que llega desde Buenos Aires en las alforjas del equipo actoral "Casa Talcahuano", dirigido por el rosarino Alejandro Tomás Rodríguez.

La obra que llega con muchas expectativas a esta ciudad realizará dos únicas funciones en el Instituto Superior Provincial de Danzas "Isabel Taboga" (Sarmiento 1164) el viernes 9 a las 21 y el sábado 10 a las 22.30.

"Se trata ‑según los protagonistas‑ de un viaje cantado hacia alguna región interior del ser humano; el itinerario se despliega como las formas cambiantes de un caleidoscopio: hechos reales e imaginados, durmientes y soñados, se confunden entre sí".

Alejandro Tomás Rodríguez, formado en Rosario, protagonista de algunas propuestas significativas (Señales en la Hoguera, Exiliados, Perurima), vuelve al país después de diez años de estar en Europa, trabajando en el prestigioso Workcenter of Jerzy Grotowski and Thomas Richardsdes.

"Estas presentaciones, para mí, tienen un valor enorme; estoy volviendo a actuar en Rosario después de diez años, esta obra no sería así si no me hubiese encontrado con Norberto Campos, Miguel Franchi, Ricardo Arias, cuando empecé a hacer teatro aquí, cerca del '95; ellos fueron los que me marcaron a fuego", dice a Rosario/12 el director.

-¿Esta propuesta se inscribe dentro del marco de tus investigaciones?

-La creación de esta propuesta tiene un derrotero largo: algunos fragmentos tienen como cuatro años y otros, solo unos meses; en el 2012 cuando vine por primera vez a dar un curso con Mario Biagini, del Workcenter, encontré un grupo de personas que después continuó trabajando, inspirados por el trabajo durante el taller, -dice Rodríguez.

El elenco de Casa Talcahuano que nos visitará la semana próxima está integrado por Catalina del Barrio, Huilen Fente, Robin Gentien, Nicolás Grigioni, Matias Niklison, Santiago Saracca y el mismo Alejandro Tomás Rodríguez que, además de dirigir, participa como actor.

 

Una obra fragmentaria, fruto de años de buscar y recuperar fragmentos de una experiencia humana: el destierro.

 

-¿Dentro de qué género ubicarías esta experimentación?

-Oda es una obra que se mueve entre lo musical y lo teatral; no es teatro experimental, a pesar de que todo teatro es experimental, desde un cierto punto de vista, hasta el más clásico. Es una obra de teatro cantada a capella. Podríamos ponerle un nombre, algo así como una ópera afro‑criolla, dice Rodríguez.

La obra aborda ‑según su creador‑ desde cantos tradicionales de Trinidad y Tobago hasta una versión de Garzas viajeras, de Aníbal Sampayo‑Cafrune, recalando en textos del notable poeta entrerriano Juan L. Ortiz, la escritura de Jorge Calvetti, y poemas del misticismo sufi.

"En los cantos de las culturas afro latinas del continente americano, habla el destierro literal, el de los negros importados a América, en la poesía de los antiguos sufíes, la del persa Rumi, la del andalusí al‑Riga‑ se canta el destierro metafórico, aunque no por eso menos real, que supone una vida distraída, muerta. Más cerca nuestro, pero no lejos de los sufíes, está la poesía de Huidobro, Calvetti, Parra, Juan L.Ortiz", dice Ezequiel Ludueña, filósofo y colaborador del grupo.

-¿Cuál fue el proceso de armado de una estructura tan compleja?

-Parte de ese material lo empecé a poner junto, buscando una estructura que le diera sentido; la estructura tiene dos líneas: una es para el espectador y otra es para los actores que hacen el trabajo, -dice Rodríguez que debió integrarse también como actor ante la ausencia de algunas actrices.

Oda a los Desterrados es una obra fragmentaria, es el fruto de años de buscar y recuperar fragmentos de una experiencia humana que, al principio, sólo intuimos pero que hoy es muy precisa: la del destierro, observa el filósofo Ludueña.

Desde su regreso al país, Alejandro Rodríguez comienza a conectarse con la realidad teatral argentina, mientras dirige teatro, está al frente de un proyecto musical llamado "Engine".

"Mi idea es poco a poco o lo antes posible, tener una base en Rosario para desarrollar varias ideas que tengo, vinculadas a actividades pedagógicas y artísticas".‑dijo este polifacético creador a Rosario/12.

"Para el desterrado, un recuerdo puede significar la salvación, estos fragmentos no son sino formas de salvación, que han atravesado el tiempo y el espacio para estar en Oda", concluye Ludueña.