A casi dos años y medio del crimen de Maximiliano Zamudio, que tenía 16 cuando un prefecto lo baleó en un pasillo de barrio Tablada; la familia se esperanza en una nueva investigación e insiste con que "fue una ejecución". Tras el homicidio perpetrado el 27 de mayo de 2015, el agente de Prefectura, Ariel Condori, de 32 años, dijo que le disparó al pibe porque Maxi intentó robarle con un objeto que tenía "apariencia de arma" y presentó la culata de madera de una escopeta como el objeto en cuestión. Los testigos negaron que el pibe haya estado armado. Sin más, la causa fue archivada el año pasado, cuando el fiscal Miguel Moreno creyó en la versión del uniformado. El esfuerzo de organizaciones que acompañaron a la familia -como la Asamblea por los Derechos de la Niñez y la Multisectorial contra la Violencia Institucional- logró que la causa se reabra y ahora el fiscal Rafael Coria retomó las testimoniales. La semana pasada, dos testigos que resultaron clave para los querellantes le dijeron al fiscal que al menos dos horas antes del hecho se vio el auto de Condori en la zona de la seccional 11, donde -además- fue detenido un menor a quien le preguntaron por Maxi; y que tras darle el primer disparo desde adentro del auto, el agente se bajó y remató a la víctima con un tiro en la cabeza. "La primera declaración de estas dos personas se dio en un marco hostil por parte de la Fiscalía y ahora pudieron contar esto", dijo el abogado querellante Guillermo Campana sobre los hechos que ahora se pudieron plasmar. Hoy los recibe el fiscal.
Desde que comenzó la investigación, la familia de Maxi protestaba porque el fiscal Moreno sólo escuchaba la versión del prefecto, y que -como sucede con otros casos de violencia institucional- los investigados terminan siendo las víctimas. Maxi tenía antecedentes penales y de eso se tomó el fiscal para creer en la versión del agente de Prefectura, que ya había sido visto en los pasillos de Tablada, aunque no está claro por qué concurría.
Maxi murió en la calle Patricias Argentinas, que es casi un pasillo, de tan angosta. Alrededor solo hay viviendas precarias, donde los techos de chapa predominan. En esa zona había nacido 16 años antes y María lo crió sola, como pudo. El chico iba a una escuela especial y le gustaba jugar al fútbol.
Aquella noche, Condori entró con su Falcon blanco por la estrecha calle de tierra. Según la declaración de testigos, llamó la atención que metiera el auto ahí. De civil, el agente llamó a Maxi, que estaba en la entrada de una casa y se acercó a la ventanilla del auto. Ahí hubo un intercambio de palabras que nadie oyó y luego vieron caer a Maxi frente al auto, tras recibir un disparo en un costado. Vieron, también, que Condori se bajó del auto, lo pateó y volvió a dispararle, esta vez en la cabeza. Cuando quiso escaparse, ni siquiera pudo sacar el auto de la callecita y tuvo que correr.
Condori está imputado por el hecho, pero "no estuvo preso ni un día", se queja la mamá del chico, en cada movilización. Es que Moreno creyó -por el testimonio del acusado- que se trató de un hecho de legítima defensa. Justificó que actuó así porque Maxi intentó robarle con algo que parecía un arma, cuando él acompañó a una amiga a buscar un equipo de música. La causa se archivó, pero a principios de este año la lucha de las organizaciones y de la familia, permitió el desarchivo. Así, la causa llegó a manos del fiscal Coria, ante quien la semana pasada declararon dos testigos importantes para la querella, en representación de la Asamblea por los Derechos de la Niñez y la Juventud.
"Lo importante de estas dos declaraciones es que son coincidentes en el sentido de que cuando Condori llega en su Falcon blanco al pasillo, frena, lo llama a Maxi, el chico se acerca al auto y hablan de algo que nadie supo. Cuando Maxi se aleja del auto, este prefecto lo vuelve a llamar, hay insultos o algo así entre ellos y es ahí cuando Condori le da el primer disparo y Maxi cae -aseguró Campana-. En ese momento el agente abre la puerta de su auto, baja y le dispara por segunda vez, pegándole en la cabeza. Esto iría totalmente en contra de lo que había planteado el fiscal Moreno en relación a la legítima defensa. Ni siquiera se da en el supuesto caso de lo que plantea el imputado, acerca de que Maxi estaba armado, porque él ya estaba totalmente indefenso tirado en el piso. Se trata claramente de una ejecución". Sobre el elemento que presenta Condori a la causa, la culata de una escopeta, el letrado señaló: "Eso ni siquiera tiene apariencia de arma, menos para Condori que sabía de armas. Los testigos dicen que Maxi no tenía nada encima".
Sumado a ello, uno de los testigos reveló que un par de horas antes del crimen, un familiar suyo había sido detenido "en la comisaría del barrio y ahí le preguntaron por Maxi al chico, que tenía 14 años". Afuera había un Falcon blanco.
La teoría de la querella apunta a que a Maxi lo estaban buscando. "Ni la familia ni nosotros sabemos los motivos", dijo. Una versión habla de vínculos de Condori con gente del barrio. Justamente, hay relatos que apuntan a que se lo solía ver por allí, en la zona de un lavadero.
"Nos vamos a reunir con el fiscal para solicitar algunas medidas, corroborar datos y analizar qué sucedió en las horas previas del hecho, sobre todo con respecto a la detención de este chico a quien le preguntaron por Maxi. Como se tiende a no creer en la versión de los familiares y testigos, que fueron tratados con hostilidad, tenemos que probar cada una de las cuestiones", dijo Campana.