En la llamada “pelea del año”, el catamarqueño César Miguel Barrionuevo (foto) también logró el nocaut del año. Con un furioso cross de izquierda al oído rematado con otra derecha cruzada al mentón, noqueó por toda la cuenta en el 6° round al santacruceño Adrián Verón, retuvo por segunda vez el título argentino de los welters y ratificó en la madrugada del domingo su proyección internacional dentro de esas división. A los 28 años, un record de 33 triunfos (23 antes del límite), 3 derrotas, 2 empates y 1 combate sin decisión y una racha favorable de 9 victorias seguidas, a Barrionuevo no le sobra tiempo. Debe aprovechar este viento de cola y avanzar en los rankings (está 11° en el Consejo y 15° en la Federación) en busca de una chance por un título mundial que esta victoria acercó en buena medida.
De todos modos, la fuerte batería promocional que acompañó esta pelea no alcanzó para que el polideportivo de San Lorenzo, el mismo donde juega el equipo de básquet, desbordara de público. La presencia de dos boxeadores de mano pesada y a los que hace bastante que se los quería ver frente a frente convocó no más de 1200 espectadores al estadio del barrio de Boedo, enclavado en el mismo sitio donde se levantó el Viejo Gasómetro azulgrana. La Capital Federal es una plaza reactiva para el boxeo y las nuevas generaciones de espectadores no parecen sentirse demasiado atraídas por el deporte de los puños. El canal de cable TyC Sports puso todos sus recursos publicitarios a favor del espectáculo y hasta participó del armado de la pelea. Pero no hubo caso. Sobró espacio en las populares y varias filas de plateas quedaron sin ocuparse.
Aún así, la noche tuvo sus atractivos. Y hasta cierto aliento épico. En el momento de la definición, Barrionuevo (66, 300 kg) sangraba profusamente de su ceja derecha y Verón (66,650) venía levantando su tarea luego de tres rounds iniciales exageradamente cautelosos. Nadie hasta allí arriesgaba más de la cuenta. Y fue Barrionuevo quien rompió la inercia de la pelea. Tomó la decisión de atacar a fondo y en el primer intento, terminó con Verón subrayando las diferencias de vigor que se le reconocían en la previa. La revancha está firmada para dentro de 90 días. Pero ese plazo se extenderá acaso por 60 días más. Y acaso nunca se concrete.
Verón necesita tiempo para reponerse de una derrota dura que le atrasa su proyección internacional. Y Barrionuevo tiene otras ambiciones. Piensa que está para volver a salir al mundo en procura de una chance que su manager, el uruguayo Samson Lewkowicz, tal vez gestione con más énfasis después de semejante victoria.