La Selección Argentina juega ante Ecuador, en Quito, el partido que decidirá sus chances de estar en el Mundial de Rusia 2018. Pese al flojo andar que caracterizó su paso por estas Eliminatorias Sudamericanas, el equipo conducido por Jorge Sampaoli tiene la ventaja de depender de sí mismo. La vuelta al triunfo hoy puede significar la clasificación directa o, como mínimo, asegurarle disputar el repechaje ante Nueva Zelanda, un rival que la lógica futbolera indica como muy accesible para Lionel Messi & Cía. Si Argentina iguala o se lleva una derrota, sus posibilidades disminuyen, pero no desaparecen, aunque depende de la combinación de resultados que se den fundamentalmente en los encuentros Perú-Colombia, Brasil-Chile y Paraguay-Venezuela (ver aparte).

En el cotejo que arrancará a las 20.30, en el mismo horario en que juegan los demás, la Selección deberá sostener los buenos momentos que tuvo ante Venezuela en el Monumental y frente a Perú en la Bombonera, pero fundamentalmente coronar con goles algunas de las situaciones de peligro que crea en las áreas, casi exclusivamente en los pies de Messi. Si no encuentra el gol, todo se hará más cuesta arriba, y mucho más aún en Quito, donde los 2850 metros sobre el nivel del mar condicionan el rendimiento físico, sin contar que la pelota se hace más liviana y muchas veces se torna “rara” para los futbolistas que no están habituados a jugar en la altura.

Un resultado negativo que le cierre a Argentina las puertas a Rusia significará un revés tal vez insuperable para un plantel que todavía conserva el núcleo del que perdió la final del Mundial 2014 ante Alemania y luego las dos finales de la Copa América frente a Chile, en el país trasandino y luego en Estados Unidos. Esas caídas, más el mal arranque en las Eliminatorias, parecen haber condicionado el rendimiento individual y colectivo de la Selección, que nunca recuperó el nivel alcanzado en los ciclos encabezados por Alejandro Sabella y, aunque en menor medida, por Gerardo Martino.

No puede dejarse de subrayar que a la profundización de la caída en el rendimiento contribuyeron sobremanera los sucesivos cambios de técnico y de propuesta futbolística. Martino, Edgardo Bauza y Sampaoli tienen visiones bien distintas acerca de cómo parar un equipo. Además, sus pasos por el predio que la AFA tiene en Ezeiza tuvieron como telón de fondo la crisis que vivió la entidad rectora del fútbol argentino, que recién empezó a encontrar normalidad con las elecciones que ungieron a Claudio Tapia como mandamás.

Sólo la presencia de Messi, el mejor jugador del mundo, y las chances perdidas por las otras selecciones hicieron posible que Argentina llegara con vida a la jornada de esta noche. 

Fiel a sus ideas, Sampaoli piensa variar el equipo. En el último ensayo en Buenos Aires sacó a Ever Banega y puso en su lugar a Enzo Pérez, mientras que Eduardo Salvio sustituyó a Alejandro Gómez. La búsqueda parece orientada a aprovechar el buen momento del volante de River y también su experiencia para estos encuentros definitorios –jugó la final ante Alemania–. Salvio, por su parte, le garantiza ese ida y vuelta permanente por la banda derecha que tanto entusiasma a Sampaoli. El ex Lanús está acostumbrado al sacrificio de desdoblarse para llegar a ambas áreas, algo que lleva a cabo en el Benfica portugués. El resto del equipo sería el mismo que arrancó el último partido ante Perú, pero con Sampaoli hay que estar abiertos a todas las posibilidades.