Con obras recientes e históricas, el Museo Nacional de Bellas Artes presenta un homenaje a Gyula Kosice, fallecido en mayo de este año y artista hasta el último minuto. Gyula Kosice (1924-2016). Exposición homenaje ocurre a 25 años de su última retrospectiva en la misma institución. Con la curaduría de Rodrigo Alonso, incluye piezas destacadas de distintos períodos de su producción, como la escultura articulada Röyi (1944), pinturas de marco recortado y una obra de gas neón, de los primeros años Madí. También se pueden ver esculturas que reflejan su obsesión por la luz, el agua y el movimiento; maquetas y bocetos sobre la Ciudad Hidroespacial, quizás su proyecto más revolucionario; y algunos de los últimos trabajos que dejó.
La muestra se puede visitar hasta el 23 de diciembre en las salas 39 y 40 del primer piso del MNBA, de martes a domingos, con entrada gratuita. Las obras que la integran pertenecen al Museo Kosice, museos públicos y colecciones particulares. La iniciativa surgió de la familia de Gyula. “Queríamos hacerle un pequeño homenaje en el Bellas Artes, el hogar perfecto para eso. Hablamos con Andrés Duprat (director del museo) y nos propuso hacer algo grande. Pedimos a Alonso que se ocupara de la curaduría porque es uno de los principales conocedores de su obra y porque tenían una amistad”, dice el nieto del artista, Max Pérez Fallik, quien también fue su asistente en el taller-museo.
Según el comunicador, la muestra permite “un vistazo general” de la amplia y destacada trayectoria del fundador del Movimiento Madí. Asimismo, el público puede ser testigo de sus múltiples facetas. “Aparece su costado vanguardista, con las pinturas de marco recortado; su aspecto visionario, en Röyi o en la primera obra con agua en la historia del mundo. También, podrán ver una de las primeras obras con gas neón que realizó. El no hablaba de futurismo, sino de porvenirismo: la postura de estar siempre viendo lo que va a suceder en el futuro, atenta a la evolución de la sociedad. Su interés poético, artístico y humano tiene como mayor exponente a la Ciudad Hidroespacial, que aquí está representada en dos maquetas”, detalla Pérez Fallik. Y añade: “También aparece su faceta teórica, poética, literaria: hay ejemplares de las revistas Arturo y Arte Madí Universal, y documentos en los que exponía programáticamente sus ideas”.
“La exposición deja ver que era un creador incansable. Sus obras más recientes dialogan con las primeras. El fue cambiando, aunque siempre mantuvo ideas fuerza. La participación del espectador, el movimiento, la inclusión de la ciencia y la tecnología, el azar corregido”, analiza el nieto de Gyula. Según Alonso –la mano invisible detrás del recorrido–, la muestra recuerda a Kosice como “un artista pionero, imaginativo, inventor. Con un vocabulario plástico muy amplio y sofisticado”.
El homenaje es más que merecido. Pero, ¿tuvo Gyula, en vida, el reconocimiento que debía tener? Charlar con él dejaba la sensación de que no estaba conforme con el reconocimiento de su propio país. En este sentido, la mirada de Alonso y la de Pérez Fallik se parecen. “Tuvo reconocimiento, en la medida en la que pudo tenerlo viviendo en Buenos Aires, en una época en la cual la información no circulaba como ahora. Si hubiera vivido en París o Nueva York, hoy sería un artista clave del arte internacional y los museos se pelearían por su obra. Aunque en los últimos años, el Centro Pompidou lo incluyó en su muestra permanente internacional, y muchos otros museos del mundo se interesan por su arte. Su reconocimiento se va a ampliar mucho más en el futuro”, reflexiona Alonso. Pérez Fallik dice que “él sentía cierta insatisfacción con el reconocimiento en la Argentina”. “En Europa fue absolutamente reconocido. Se lo consideró uno de los grandes artistas del siglo XX, mientras que en el país pasaron muchos años para que se lo considerara”, cuenta. El nieto de Gyula continúa trabajando en el Museo Kosice –Humahuaca al 4600–, que se puede visitar por las mañanas y con reserva. Allí el artista solía recibir con entusiasmo a estudiantes de todos los niveles. Es una suerte de planeta Kosice, ya que alberga unas 200 obras.