Desde San Pablo

San Pablo está a 900 kilómetros de Chapecó, pero el efecto no reconoce distancias: las banderas a media asta, los grupitos de gente frente a la tele en algunos bares, los retazos de conversación que se advierten en las calles, dan cuenta de la tragedia sufrida por el Chapecoense y su efecto en un pueblo que ama al fútbol como a pocas cosas. Y sin embargo, y a pesar de todo, basta trasponer las puertas del Sao Paulo Expo para que la realidad exterior se difumine: de pronto ya no es Brasil sino la Nación Nerd, felizmente reunida para la San Pablo Comic Con que comenzó el jueves y termina hoy. Un carnaval de stands dedicados a la historieta, los estudios cinematográficos y de TV, los locales de venta de merchandising y el cada vez más poderoso universo de las series, atiborrado de amantes del cosplay y fans de varias nacionalidades que revolotean por los 100 mil metros cuadrados del monstruoso centro ubicado en la Rodoviaria dos Immigrantes. Los organizadores afirman que al cierre de esta edición habrán pasado por el lugar más de 200 mil personas, pero todo luce tan gigantesco que hasta esa cifra parece poco. 

A esta altura, Comic Con es una contraseña internacional, con ediciones en diferentes lugares del mundo (Buenos Aires tendrá su propio capítulo entre el jueves y el domingo próximos, en Costa Salguero) y el status de ser una potente demostración de qué significa el concepto “consumos culturales pop” en el nuevo milenio. Toda productora que quiera destacar en el abigarrado panorama de posibilidades potenciadas por las multiplataformas sabe que tiene que hacer acto de presencia en este aquelarre nerd. El resultado es más visionados pero también más rebote por fuera de la pantalla: no caben dudas de que los muchachos de DC celebrarán que Harley Quinn sea la estrella absoluta en el ranking del cosplay, con versiones de toda clase (incluyendo alguna con bigotes). Así es como Suicide Squad va más allá de lo sucedido en los cines y de la opinión de los críticos: en estos tiempos, películas y series son no solo productos audiovisuales sino artefactos culturales. Y usinas de merchandising, y referencias en otros medios, y puertas abiertas a secuelas, precuelas, spin offs y multiversos. 

Por eso es que el auditorio Cinemark, con capacidad para 3300 personas (“el mayor cine indoor de América Latina” dicen aquí, muy brazilian style) estalla con una de las actividades centrales de esta Comic Con: un panel dedicado a Game of Thrones, la serie estrella de HBO que este año llegó al paroxismo de la “Batalla de los Bastardos”, la esperada muerte de Ramsay Bolton y el resurgimiento de los Stark en Invernalia. Aun faltan varios meses para el estreno de la séptima temporada –que comenzará a mediados de 2017–, con lo que para los fans toda actividad relacionada con la serie es maná caído del cielo. A falta de información sobre lo que vendrá (es conocido el secretismo alrededor de la saga producida por David Benioff y D. B. Weiss), San Pablo ofreció dos representantes de peso, uno detrás de cámaras y otra delante. Por un lado Will Simpson, ilustrador irlandés responsable de los storyboards de un producto en el que el poderío de su imagen ha ayudado el fenómeno global, y con quien PáginaI12 tuvo un encuentro posterior (ver aparte); por otro Natalie Dormer, la actriz inglesa que encarnó a Margaery Tyrell hasta que, en “The winds of winter”, último capítulo de la sexta temporada, se despidió en medio de una llamarada de fuego valyrio que consumió por completo al septo de Baelor y un buen puñado de personajes.

“Yo intuía que Margaery no iba a llegar al final, lo sabía en mi corazón”, dijo Dormer cuando al fin se acalló el griterío de la sala repleta. “Fue muy triste, porque Margaery es el personaje que más tiempo interpreté en mi carrera, llegué a conocerla como una gran amiga. Solo restaba saber si iba a perder la cabeza o qué, pero todo me indicaba que no tenía mucho futuro. Igual pueden estar seguros de que Lady Olenna tiene sus planes, se encargará de vengarme”, señaló, para regocijo de un público amante de los detalles. Más allá de algunas intervenciones tribuneras (“Yo empecé con Game of Thrones como una fan, como ustedes, y ahora vuelvo a estar en el mismo lugar que el fan... si estas historias son lo que son y yo puedo dedicarme a esta pasión es gracias a ustedes”, dijo, con un obvio rugido de aprobación en la platea), la actriz consiguió poner sustancia en sus declaraciones, escapando un poco al ambiente autocelebratorio típico de un encuentro de fanáticos. Todo comenzó con la apreciación sobre el nuevo peso que los personajes femeninos están teniendo en las ficciones del siglo XXI: “La marea está cambiando, hay una evolución que está sucediendo gracias a cosas como Game of Thrones o The Hunger Games”, dijo. “Es algo que el show business está aprendiendo, que las mujeres pueden impulsar una historia y hacerla rentable en términos económicos, atraer audiencias, tanto como los personajes masculinos. GoT es una prueba, The Hunger Games y Mad Max: Fury Road, con ese fantástico trabajo de Charlize Theron, también. Hollywood entiende que es momento de darle a las mujeres el mismo protagonismo que a los hombres. Yo creo que si sos un ser humano no importa si tenés una vagina o un pene. Querés, deseás, amás, tenés esperanzas, miedos, orgullo, podés ser débil o fuerte; para mí el género es irrelevante. La gente se preocupa por las historias humanas más allá del género. Para mí el feminismo no se trata de mujeres oprimiendo a los hombres o tomando revancha de tantos años de dominación, sino llegar a una igualdad, respeto por el otro... y a contar historias jodidamente buenas”, cerró en medio de una ovación atronadora.

Lanzada en velocidad, Dormer no se quedó solo en las cuestiones de género, y terminó lanzando una parrafada de inesperado peso político. “Vivimos tiempos muy duros en términos políticos, y cuando eso sucede hay un montón de miedo, gente tratando de protegerse a sí misma y a sus familias. Por eso GoT o The Hunger Games son tan populares: a la distancia segura de la fantasía, podemos ver y analizar los juegos de poder, la condición humana, cómo la tolerancia y la educación pueden triunfar sobre el miedo y la opresión”, señaló, y al utilizar el verbo “trump” sonrió y dijo “no intento hacer un chiste, es solo una palabra inglesa”. Y siguió, mientras la temperatura en el auditorio subía y subía: “Vemos en la pantalla cómo lidiar con personajes como Ramsay Bolton o el Presidente Snow del modo en que podemos lidiar con políticos inescrupulosos de todo el mundo. Es importante ver cómo el trabajo conjunto puede vencer al miedo, a la rabia. Como ciudadana británica, el Brexit fue un verdadero shock para mi país, para mí y mis amigos, para mi generación: esta idea de abandonar Europa, no ser inclusivos... 2016 ha sido un año muy extraño, pero siento que si hay algo que podemos sacar de este año es que los directores, escritores, productores deben utilizar este material que tiene tanto público y decir algo que sea un desafío contra el prejuicio, el sexismo, el racismo, la xenofobia. Tenemos que pelear contra eso, y la ficción es un buen lugar para hacerlo”.

Con semejantes declaraciones, Dormer puso una nota bien alta para cerrar un panel que tuvo su momento de regodeo tecnológico con una charla ilustrada sobre el modo en que fueron realizados digitalmente los dragones de Daenerys (ver a los diseñadores estudiando el movimiento de los músculos moviendo las alas de un pollo crudo provocó risas entre el público), y que desató carcajadas cuando Simpson señaló que uno de sus métodos para no filtrar involuntariamente información sensible era “ir al final de la jornada de trabajo a algún bar, tomar cosas especialmente potentes y así olvidarlo todo”. Afuera, el stand de la serie generaba larguísimas filas de gente deseosa de ver un mapping de la apertura en una detallada maqueta, apreciar piezas de utilería y vestuario como el vestido de bodas de Margaery, un collar de Khaleesi, el cinto de Daario Naharis y un casco de los Inmaculados, o sacarse una foto en el mismísimo Trono de Hierro. Como dijo Dormer, la serie sobre los libros de George R. R. Martin parece destinada a dejar una marca cultural similar a la de productos indelebles como Star Wars.

Porque, como era de esperar, la saga galáctica es otra de las grandes estrellas de esta Comic Con. La cercanía del estreno de Rogue One ayuda, pero de todos modos bastó echar un vistazo a cualquier corredor, en cualquier momento, para cruzarse con jedis, stormtroopers, émulos de Darth Vader, Han Solo, Boba Fett, Kylo Ren, Rey más o menos logrados, y demás representantes de una marca insignia. Para conformar al otro sindicato estelar, Adam Nimoy llegó para presentar For the love of Spock, su documental celebratorio de los 50 años de Star Trek. Y el menú, cómo no, incluyó la visita de Evanna “Luna Lovegood” Lynch para hacer aullar a los fans de Harry Potter; un juego de realidad virtual en el escenario de Westworld (que esta noche finaliza su inquietante primera temporada también en HBO) que deja los pelos de punta; elfos, enanos y hobbits cruzándose con dos doctores de alto impacto, Dr. Who y Dr. Strange; clones de Wolverine celebrando la cercanía del estreno de Logan, nueva estación del universo X-Men; muchachos con la mirada perdida tras ver a Milla Jovovich hablando del final de Resident Evil; gamers avezados perdiendo las pupilas en el gran predio de Twitch, la plataforma de transmisión de juegos en vivo; amantes de los fichines vintage haciendo cola para jugar al flipper de Narcos en el stand de Netflix; y más muñequitos, juegos de mesa, cartas, comics, naves y armas reproducidas al detalle, con la Longclaw de Jon Snow, la katana de Michonne y el sable de luz de Kylo Ren como objeto de deseo de muchos...

Esta noche, cuando el gran concurso de cosplay y la avant premiere del comienzo de la segunda temporada de Sense8 indiquen el camino de salida, la Comic Con de San Pablo, o mais grande do mundo como repiten los hermanos brasileños, habrá construido un nuevo barrio completo en la ya abigarrada construcción de la Nación Nerd. Será complicado volver a la realidad: ¿cómo caminar por la calle sin encontrarse a Superman mirando vidrieras, comparando precios?