El cerrajero, los médicos, la enfermera y otras personas que estuvieron dentro del departamento de Alberto Nisman cuando fue hallado sin vida, el domingo 18 de enero de 2015, tendrán que volver a declarar como testigos. Los convocó el juez Julián Ercolini, pero no es en la causa en la que investiga la muerte del fiscal, sino en otra, que con esta medida puso en movimiento, y que apunta a supuestas irregularidades en el procedimiento en el lugar del hecho. Es otro expediente que se inició a instancias del fiscal Eduardo Taiano, quien sostiene sospechas de que no se habrían preservado en forma adecuada la escena y las pruebas, por lo que en diciembre del año pasado imputó a la fiscal Viviana Fein –estuvo a cargo del caso hasta que cambió de fuero–, al juez Manuel De Campos –estaba de turno aquella noche– y al ex secretario de Seguridad Sergio Berni, que también estuvo en la vivienda. Es un enfoque que beneficia a quienes sostienen que a Nisman lo mataron, empezando por su ex esposa, Sandra Arroyo Salgado, y el gobierno de Cambiemos, que consiguió introducir su teoría a través del peritaje realizado por Gendarmería.
Los testigos convocados por Ercolini ya declararon en el expediente donde se investiga la muerte de Nisman cuando estaba en manos de la fiscal Fein, en el fuero ordinario. La causa pasó al fuero federal el año pasado por decisión de la Corte Suprema y era cantado que viraría hacia la hipótesis de homicidio, que hasta ese momento los peritajes (forense y criminalístico) descartaban.
En una resolución que pasó algo inadvertida, donde el juez homologó un pedido de reconstrucción de la muerte, señaló que había contradicciones entre los testigos de las primeras horas. Pero ahora no los cita en esa misma investigación, sino en la que está enfocada en supuestas irregularidades. O sea, los convoca para que hablen específicamente sobre presuntas anomalías o desprolijidades en la recolección y preservación de pruebas. A la vez, podría evitar que intervengan las mismas partes (querella de la familia de Nisman y defensa de Diego Lagomarsino) en el control de esa prueba.
¿Qué declararon estas personas hasta ahora? El cerrajero Román Gualberto Pérez declaró que las dos puertas del departamento de Nisman (la principal y la de servicio) estaban cerradas por dentro, un dato de gran relevancia que hace difícil entender cómo habrían salido del inmueble los dos supuestos homicidas que la Gendarmería considera –en su reciente peritaje– que actuaron.
El médico José Raúl Carrera Mendoza, que fue al domicilio enviado por Swiss Medical, la prepaga de Nisman, testificó que no podía abrir la puerta del baño porque la cabeza del fiscal la trababa, y que sólo se asomó. La enfermera Jésica López Román dijo lo mismo. Cuando les mostraron las fotos, no podían precisar si habían visto el cadáver en otra posición. Sólo el médico dijo que podía haber una diferencia en los brazos, pero que la foto lo confundía. Ambos señalaron el brazo derecho hacia abajo, y la médica legista lo describió flexionado hacia arriba.
También tiene que volver a declarar un suboficial de la Prefectura, Artemio Julio Ramos, que estaba asignado a la custodia de Nisman con turnos de ocho horas en el exterior del edificio Le Parc. Según relató, la noche del 18 de enero lo pusieron a cuidar la puerta del baño, donde el fiscal estaba tendido en un charco de sangre. Dijo que estuvo parado ahí desde que se fueron el médico de la prepaga y la enfermera, cerca de las once de la noche, hasta las dos de la madrugada. Aseguró que, en ese lapso, la puerta permaneció cerrada (o sea, nadie entró y movió el cuerpo o cambió algo). También dijo que los días posteriores a que Nisman presentara la denuncia por encubrimiento contra Cristina Fernández de Kirchner le pareció ver en la zona a un agente de inteligencia de su misma fuerza.
Entre los testigos más “ruidosos” que Ercolini vuelve a convocar figura Natalia Fernández, una chica que trabajaba en un restaurante de Puerto Madero y que fue llevada por personal de Prefectura como testigo, para presenciar el procedimiento. Fernández había hablado con algunos medios y señalado desprolijidades e irregularidades en el operativo, en el que dijo que vio circular mucha gente, que los uniformados que estaban allí pidieron medialunas, le sirvieron café y que vio a la fiscal con una bolsa con cinco proyectiles (el disparo fue uno solo). De hecho, esos dichos fueron los que originaron todas las versiones que pintan un procedimiento desastroso. Después, cuando declaró en la fiscalía, Fernández dio marcha atrás con la mayor parte de su descripción. Otros dos testigos –pasaban por la zona y fueron llevados al departamento– no aludieron a irregularidades: también tendrán que volver a declarar. Los testimonios empiezan esta semana y se extenderán hasta fin de mes.
El punto de partida de esta causa fue una denuncia de Elisa Carrió sobre una supuesta zona liberada, por la que acusó a Cristina Fernández de Kirchner, al ex jefe de gabinete Aníbal Fernández y al ex jefe del Ejército César Milani. Ella siempre alentó la idea de que a Nisman lo mató un comando iraní-venezolano con apoyo del kirchnerismo. Hasta ahora, lo que aportó Carrió, como la afirmación de que el supuesto homicidio se monitoreó desde un Buquebús, fue descartado. El procedimiento en el departamento está filmado.