Más allá de las dificultades para imaginar el futuro, explorar el presente a través de una conversación transversal puede suscitar nuevas interpretaciones. El acento madrileño de Cristina Fuentes La Roche, la directora Internacional del Hay Festival que vive desde hace varios años en Londres, se combina con el amor a primera vista por Cartagena de Indias, la ciudad adonde llegó en 2004 para analizar si se podría realizar un festival que por entonces –desde que empezó en Hay-on-Wye, una pequeña población de Gales, en 1988, de la mano de su creador, Peter Florence– era una de las fiestas culturales más importantes del mundo. Muchas conversaciones transcurrieron durante estos doce años en la ciudad del caribe colombiano, por donde han pasado varios premios Nobel de Literatura como el nigeriano Wole Soyinka, el francés Jean-Marie Gustave Le Clezio, la rumana Herta Müller y el peruano Mario Vargas Llosa; escritores como Martin Amis, Hanif Kureishi, Jonathan Franzen, Salman Rushdie, Carlos Fuentes, Enrique Vila-Matas y Javier Cercas; músicos como Philip Glass, Rubén Blades y Brian Eno; y actores y cineastas como Jorge Perrugoría y Stephen Frears, entre tantos otros artistas.
Fuentes (Madrid, 1973) se especializa en expandir el Hay Festival por varias ciudades de Latinoamérica. Hace ocho años que construye puentes por varias ciudades de México. Van dos ediciones en Querétaro y han probado suerte en Zacatecas, Xalapa y Veracruz. Pronto -del 9 al 12 de noviembre- llegará la tercera edición del Hay Festival Arequipa (Perú), que tendrá entre los invitados a dos escritoras argentinas: Luisa Valenzuela y Claudia Piñeiro. Esta española –que estuvo invitada por el MICA (Mercados de Industrias Creativas de Argentina) para hablar sobre festivales de literatura y ampliación de públicos– sonríe cuando reconoce que hay “figuritas” difíciles. “Hay escritores que se comunican a través de sus libros y no necesitan o no quieren hablar en público. Antes me empeñaba y buscaba formas de convencerlos, hasta que me di cuenta de que hay que respetar esas decisiones. Un escritor que me encantaría que estuviera es Philip Roth, pero no le gusta hablar. Nos costó que César Aira viniera a nuestros festivales, pero fue a Cartagena y recientemente estuvo en Querétaro, donde dio una entrevista en público maravillosa. Nos gustaría que Javier Marías viniera a Cartagena, Querétaro o Arequipa”, revela la directora Internacional del Hay Festival a PáginaI12.
–¿Cómo se programa el Hay Festival?
–No somos una feria del libro ni un evento académico. No somos un festival únicamente de novedades. Nos interesa hacer una curaduría y celebrar lo mejor de la literatura; pero también somos un festival de ideas, de temas. Nos gusta crear foros importantes para generar pensamiento crítico. El festival tiene una parte de show business y otra parte que apunta al sector del libro, donde nos sentimos muy cómodos. Hablamos con todas las editoriales de España y de todos los países donde operamos y vemos qué proponen. También tenemos una red de asesores formales e informales. Cada festival, cada país, va creando sus temáticas. Cuando empezamos en Cartagena en 2006, hacía falta un festival que celebrara lo mejor de la literatura, de las ideas, que fuera como un punto de encuentro internacional y un voto de confianza a un país que se había sentido muy aislado del mundo. Y empezamos muy literarios, con grandes escritores como Martin Amis, Salman Rushdie y Javier Cercas, pero poco a poco el festival se fue abriendo a temas de economía, con Thomas Piketty, o a los negociadores de la paz, que estuvieron hace tres o cuatro años cuando todavía estaban conversando solamente en La Habana. En México llegamos en un momento de escalada de la violencia y en la programación decidimos tocar temas como derechos humanos, inmigración, femicidios, narcoliteratura. Cada festival tiene su alma.
–¿Qué preparan para Cartagena 2018?
–El Hay Festival es muy ecléctico y multitemático. Siempre hay temas transversales como el mundo en que vivimos. En Gales, que se hizo en mayo, el tema Brexit salió en todas las conversaciones, estuviera previsto o no. Una de las preocupaciones es las divisiones en este mundo complejo en el que estamos viviendo. En eso estamos, montando la programación, que la lanzaremos el próximo 22 de noviembre. Todavía no puedo dar nombres. Nuestro lema es “imagina el mundo”.
–Este es un momento en que cuesta mucho imaginar el mundo, ¿no?
–Sí, pero ahora hace falta imaginar el mundo. Uno ve el futuro oscuro con el Brexit. No se puede imaginar a Inglaterra fuera de Europa triunfando, al menos que se convierta en un paraíso fiscal. Es complicado con (Donald) Trump en Estados Unidos o lo que está pasando ahora en España, que está generando divisiones construidas sobre una base poco sólida. Como estamos viviendo en un mundo muy complicado, hace falta más que nunca crear espacios para el diálogo, y también celebrar el pensamiento riguroso de los creadores y de los escritores de una manera inclusiva, como hacemos siempre.
–¿Quiénes están imaginando el mundo hoy? ¿Los filósofos, los neurocientíficos?
–Esas divisiones entre ciencias y humanidades a veces son ficticias, creadas para satisfacer tanto al sector educativo como al marketing de las editoriales. Nos gustan mucho las charlas transversales. Hubo una charla maravillosa que recuerdo en Cartagena, que se llamaba “¿Qué es lo que importa en las sociedades?” con un gran economista como Ha-Joon Chang, el historiador israelí Yuval Noah Harari y el periodista británico Alan Yentob. El éxito del festival está en un formato de mucha calidad, inclusivo y accesible. Yo creo que todo el mundo puede participar de una buena conversación, incluso gente que no leyó los libros de los invitados, porque lo que caracteriza a nuestra audiencia es la curiosidad.