El fuego que consume desde el domingo a la noche el norte de California, en ela oeste de Estados Unidos, dejó al menos 15 muertos, 150 personas desaparecidas, 2000 edificios destruidos y 30.000 evacuados. Mientras cientos de bomberos, policías y rescatistas continuaban trabajando para contener el incendio forestal que arrasó más de 46.500 hectáreas en el corazón vitivinícola de la región, el presidente Donald Trump declaró la situación de desastre en las zonas afectadas.
Para California, octubre suele ser el mes más cruel, en el que se desatan los incendios a causa de los vientos que concentran ráfagas de aire y alta temperatura, que junto a la sequedad de la maleza forman una mezcla propicia para las llamas.
Ayer, más de mil bomberos intentaban apagar los 17 focos de incendios activos en ocho condados: Sonoma, Napa, Yuba, Mendocino, Lago, Butte, Nevada y calaveras. Las llamas obligaron a cortar las rutas, mientras escuadrones de helicópteros y aviones las bombardeaban con agua y retardantes.
Tras los fuertes vientos de 80 kilómetros por hora que ayudaron a propagar las llamas el domingo a la noche y el lunes, las autoridades del estado dijeron que esperaban vientos más frescos y menos intensos que permitan a las cuadrillas controlar los focos activos. “El tiempo ha estado trabajando a nuestro favor, pero no significa que vaya a seguir así”, dijo el vocero de la Oficina de Servicios de Emergencia de la gobernación de California, Brad Alexander.
En Sonoma y Napa, donde más de cien mil personas se encuentran sin gas ni electricidad y sin agua corriente unas cuarenta y cinco mil, más de cien personas recibieron atención médica por inhalación de humo o quemaduras.
La policía y los bomberos pidieron a los visitantes de la ruta de los vinos que eviten la zona de peligro, donde varios hoteles fueron arrasados por las llamas, entre ellos el Fountaingrove Inn y el Hilton de Sonoma, muchas bodegas fueron cerradas, y en Santa Rosa se decretó un toque de queda nocturno. Las autoridades aún no han podido estimar con exactitud qué parte de la zona de los viñedos y bodegas quedó destruida por el fuego.
Entre los 15 muertos registrados hasta ahora figuran Charles y Sara Rippey, quienes estaban casados desde hace 75 años y vivían en el barrio cerrado de Silverado Resort, en el condado de Napa. “Lo único peor (que que hayan muerto) habría sido que alguno de los dos hubiera sobrevivido y el otro no”, dijo su hija.
El avance de las llamas fue tan veloz que muchos no consiguieron abandonar sus casas. Otro tuvieron más suerte: “Vi una inmensa pared de fuego naranja en la oscuridad delante de mí –contó la californiana Victoria Fleming– y después oí ‘¡bum! ¡bum!’ cuando explotaron las botellas de gas propano”, dijo la mujer de 36 años que logró huir a toda prisa con su marido, su hija de tres años y su perro. Las cenizas los rodearon durante todo el viaje hasta la casa de su madre, a unos 90 kilómetros, en San Leandro (Oakland). En tanto el humo se pudo ver y oler en San Francisco, a 100 kilómetros.
El lunes, el gobernador Jerry Brown, declaró la emergencia en los ocho condados afectados para permitir el despliegue de más ayuda estatal, y le solicitó a Trump que declare la situación de desastre.
Las autoridades ya comparan el desastre con los peores incendios registrados en la región, que ocurrieron también en octubre: en 2003, en la localidad de Cedar, en el condado de San Diego, cuando el fuego destruyó más de 2800 viviendas; y en 2007, en el mismo condado, con un saldo de 1600 edificios quemados.