Pocas veces nuestra historia futbolera demostró hasta qué punto un jugador debe estar preparado mentalmente para tolerar presiones desequilibrantes como en los días aciagos que acabamos de vivir. Cargar con expectativas ajenas y lidiar con fracasos deportivos no es para cualquiera, y bien lo saben Ignacio Bogino y Leonardo Di Lorenzo, quienes hace tres temporadas vienen zafando del descenso de la Primera A por apenas un dramático pero vital punto de ventaja (increíble pero real).
Ante situaciones límite, varios se refugian en la familia, otros se esconden en amores descartables y algunos se pierden en tentaciones al alcance de todos. Pero estos futbolistas de Temperley encontraron un camino poco frecuente en su ambiente: los libros y la radio. Y así nació Final de juego, un programa que homenajea en su nombre a un libro de Cortázar, y que empezaron compartiendo con sus compañeros Gastón Bojanich y Leo De Bortoli antes de quedar como dúo.
Van los martes de 20 a 22 por FM Urbe 97.3, de Lomas de Zamora, que también puede escucharse por internet. “Empezamos el año pasado y la idea era tener un espacio para romper con el estereotipo del futbolista que marca modos de conducta, fija pensamientos y no deja lugar para el sentido crítico”, arremete Bogino. A su lado, Di Lorenzo amplía: “La televisión habla del futbolista como un millonario que está rodeado de mujeres, sale de noche y no tiene compromiso social. Varios son así, pero tantos no, y queremos mostrar ese otro lado”.
“Mi relación con la literatura viene de siempre, y es por compañía y contención, un lugar donde me puedo abstraer de la presión del fútbol de alto rendimiento y sentir que crezco”, dice Bogino. A Di Lorenzo, en cambio, el hábito le llegó de grande: “Arranqué a los 25 y al principio no leía ficción, porque no le encontraba sentido, lo cual le sucede a varios… Hasta que llegué a Crímen y castigo, de Dostoyevski, que me hizo poner en cuestionamiento todo, y entonces quise más”. En la biblioteca de ambos conviven Milan Kundera, Paul Auster, Noam Chomsky, Eduardo Galeano, Mariana Enríquez, Pablo Ramos, Herman Hesse y Norberto Fontanarrosa.
Para ambos, los libros son fundamentalmente un canal de liberación. “En todo sistema conviene tener empleados fáciles de manejar y así ocurre en el fútbol, donde a los jugadores nos dominan como productos para ser comercializados. La idea es quebrar esa lógica, y leyendo se amplían las perspectivas”, agita Di Lorenzo. “Cuestionar siempre es bueno porque permite entender que no todo es fútbol, que se puede crecer y tener más posibilidades de defenderse con los dirigentes, los representantes, en el gremio o, simplemente, de hacer del deporte un lugar más sano”, agrega Bogino. “El programa es un lugar de expresión”, coinciden. “Y, por lo tanto, también es un lugar político.” Golazo, señores.