No siempre la cabeza piensa donde los pies pisan. María Eva Koutsovitis es ingeniera. Y desde que entró a la facultad de la UBA, a mediados de los 90, sentirse una bicha rara no la acomplejó ni la invitó a abandonar. No la amedrentó ser una de las cuatro alumnas entre 30 cursantes. Al contario. La incomodaban otras cosas, como aquel docente que enseñaba a sacarles rendimiento a los obreros como quien habla de bolsas de cemento. Así empezó a juntarse con otrxs bichxs rarxs que también por inercia, vocación y sensibilidad social no se resignaban a pensar la ingeniería civil como la especialidad donde ganar plata, tener poder y dirigir obras planeadas desde un tablero a través del Google Earth. Convencidxs de que el contexto de la ingeniería es la política, crearon espacios de discusión que se constituyeron en agrupaciones estudiantiles y de graduados. Y como la movida fue creciendo más allá del claustro, desembocaron en el espacio que llamaron Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria (CLIC).
Además de ser coordinadora del CLIC, Koutsovitis integra el Foro Hídrico de Lomas de Zamora y el Frente Salvador Herrera, bandera bajo la cual se presentó como candidata a legisladora en las últimas PASO junto con Héctor Polino y Claudio Lozano. En su agenda está primero el cumplimiento de la Ley de Genéricos y la construcción de jardines maternales en el sur de la ciudad para garantizar las 12 mil vacantes pendientes. También, asegurar el acceso al agua potable a los 400.000 habitantes de CABA que viven en villas. Con sus pares de CAxBA -entre ellxs Nina Brugo y María Elena Barbagelata- denunciaron ante el INADI el exorbitante precio del misoprostol. Y argumentaron que ese tarifazo obstaculiza el acceso a los derechos reproductivos femeninos. “Los problemas no se pueden pensar de forma aislada”, dice Koutsovitis en su casa de San Telmo. Son las 9.30 AM. La PC está prendida y las notificaciones del whatsapp delatan que el celular de María Eva arde.
“La ingeniería está para mejorar la vida de la gente. Es absurdo pensarla por fuera de las comunidades”. Esta es la ideología de la CLIC. Entre sus acciones están dar apoyo a diferentes asambleas de inundadxs y acompañar la construcción autogestiva de cloacas de los y las vecinas del asentamiento de Fraga (Chacarita). Hacen informes sombra que incluyen mapeos, hipótesis y denuncias: las mega inundaciones y la especulación inmobiliaria, la presencia de plomo en lxs chicxs de los barrios de la ribera del Matanza-Riachuelo. Como pueden, y en red con organizaciones sociales y asambleas de base, buscan garantizar el acceso al agua potable en las casas y barrios a los que Aysa no llega. Muchas veces el proyecto de lxs ingenierxs consiste en... acompañar los piquetes.
Los problemas no pueden pensarse de forma aislada: “En esta Ciudad hay 400 mil habitantes sin agua. Entre ellos, 12 mil niñxs no acceden a su vacante de educación a nivel inicial. Esto hace que sus mamás no puedan terminar el secundario ni ir a trabajar o si lo hacen, tengan que dejarlos al cuidado de otros niños. Y la mortalidad infantil está vinculada con no acceder al agua potable ni al saneamiento adecuado”.
Ni UBA menos
A la CLIC le llevó años ser reconocida como Cátedra de la FIUBA, sin embargo, todavía no está incorporada como materia optativa. A María Eva las autoridades académicas la tildaron de autoritaria cuando propuso cerrar la facultad por dos horas para adherir al último Paro de Mujeres. También le rechazaron la propuesta de crear una Secretaría de Género y Diversidad para garantizar el cumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral, implementar el Protocolo de Violencia de Género aprobado por la UBA y generar un sistema de cupos para alcanzar la igualdad en los cargos docentes, no docentes, jerárquicos y representativos.
Mientras tanto, la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria sí despierta a la conciencia feminista. Empiezan por casa. Tantean las subjetividades, cuestionan las dificultades de las profesionales para ocupar puestos altos en los lugares de trabajo, para ser jefas de obra, para ser titulares de cátedra. “La situación en la FIUBA cambió. Pero igual la facultad atrasa. Es una carrera larga y para las mujeres es más complicado.” A ella le pasó que le impidieran rendir un final porque no estaba “bien vestida”. Le pasó de ser mamá antes de graduarse y tener que cursar de la puerta para afuera, con su beba Catalina a upa porque en el aula molestaban. “Para mí fue difícil. Venía de una formación que me había hecho creer que todos éramos iguales.” Su mamá, la misma que le eligió el nombre, le decía “no entiendo qué hacés ahí”. Eva cursó la primaria en una escuela pública de Liniers y el secundario en el Nacional Buenos Aires. Pero ella seguía, embobada con tener el mismo diploma que su papá. Y se terminó de quedar al descubrir la hidráulica, “la especialidad más humana de todas”. ~