Las colecciones del verano 2018 en el hemisferio boreal concluyeron en París y a modo de homenaje a la ciudad y a la memoria de Pierre Bergé -el marido y socio de Yves Saint Laurent- las modelos con los diseños de Anthony Vacarello, ostentaron sus largas piernas que de tan altas parecieron trepar la Torre Eiffel.
Lejos del traje masculino trazado por YSL para uniforme de las mujeres parisinas de 1970, llevaban microshorts y cortos vestidos con lentejuelas para pasearse por una plataforma dispuesta en el Trocadero. El canto de cisne de Monsieur Bergé fue el armado de dos museos, uno en París y otro en Marruecos, que cobijarán los originales y fabulosos diseños del creador de la chaqueta sahariana.
Karl Lagerfeld eligió recrear una puesta con cataratas a su parque de diversiones: en su propuesta, el tweed irrumpió con hilachas cada vez más exacerbadas y como contraste las modelos llevaron botas de plástico transparente; cita sutil a la moda de la era espacial y la llegada a la luna mientras que el mundo dispara misiles; pero también la amplificación de un ejercicio de estilo que se hace eco de las prácticas de reciclaje y upcycling. Semejantes señales asomaron además en la colección del escocés J.W. Anderson para la firma Lowe, donde trazó patchworks inéditos sobre visos de algodón, trench coats en tono crudo que culminaron con flecos de tela retorcida y también prendas híbridas. Porque la moldería de una chaqueta de raya diplomática fue adosada a un suéter, y los vestidos visos matizados con patchworks.
En conjunto, la propuesta no fue otra cosa que un rescate de las prédicas de Xuly Bet circa 1990 y los reciclajes avant garde que en Buenos Aires dictaron Gaby Bunader y Gabriel Grippo desde la Primera Bienal de Arte Joven.
El show de Balenciaga fue uno de los desfiles más esperados por sus parodias del sistema de la moda, la astucia comercial y la descarada antropofagia de su creativo, Demna Gvasaglia, quien tiene una mirada de la moda cimentada durante su adolescencia en Europa del Este. Mientras que en 2017 la firma Balenciaga celebró su centenario desde tres muestras fabulosas y simultáneas, el actual diseñador advirtió ante la revista Vogue que “la colección es más Demna que Cristóbal”. Lejos de las sublimes técnicas de corte que admitieron que Cristóbal modelase tweeds, gabardinas y satenes con la precisión de un cirujano y favoreciendo todas las siluetas, Balenciaga según Demna se jactó de los pantalones escoceses en tonos verdes o carmín, plus paisajes de atardeceres a modo de estampas vinílicas, así como también admitió remixes de paño y vinilo. Si bien las chancletas Crocs fagocitadas por Demna con formato de plataforma fueron la imagen que más se replicó y parodió del desfile: las modelos llevaron tacos stiletto que en algunas versiones sumaron guiños punks, cinturones de cadena orgullosos de replicar dijes y medallitas de espíritu kitsch. Otros artificios fueron las carteras símil valijas carry on o portaviandas y también las carteras pequeñas y bellas recubiertas de fundas protectoras símil manteles de hule con lunares y otras estampas.
Mientras que en Christian Dior, la diseñadora María Grazia Chiuri reafirmó las superposiciones de tules y transparencias sobre shorts- que representan su versión del New Look-, rescates de guiños retro a la usanza de Madonna y Cindy Crawford cuando joven en las portadas de Vogue y la exaltación de botas de caña alta y malla transparente con reminiscencias de medias de bailarinas y punta de charol.