A los argentinos nos pasa todo más rápido que a los demás. Por eso Maradona siempre nos representará más y mejor que nadie, eternamente. Mal que le pese a Mauricio Macri. Siempre se dijo que Diego vivió mil vidas en una. Y que en 60 años le pasó lo que en 200.

Los argentinos no nos podemos ni siquiera dar una tregua para festejar nada más y nada menos que un triunfo sobre Brasil en el Maracaná. La primera derrota de ellos de local por eliminatorias. Minutos después de la celebración llegó la bomba de Scaloni: puso en duda tener las energías para seguir al frente de la Selección Argentina.

Justamente él. El impensado hacedor de los campeones del mundo. El que finalmente le dio un verdadero equipo a Lio Messi para que levantara la Copa. En dos horas nos mató a palos la policía de Bolsonaro (En Río tiene su gobernador), Messi dejó la cancha hasta que terminara la represión, se jugó un partido lleno de tensión, Lio lo aguantó lesionado, Otamendi se elevó al cielo del Maracaná para poner el histórico 1-0 y Scaloni anunció su posible salida de la Selección.

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Hace 15 días reprimieron a miles de hinchas de Boca en Río, en las jornadas previas en Copacabana, en las adyacencias del Maracaná el día del partido. Así se jugó la final con Fluminense. En esas condiciones. Con seguidores de Boca que no pudieron entrar a la cancha por la represión de la policía. Asistimos a su impotencia. Nos mostraban su entrada en el teléfono con el QR correspondiente.

Las autoridades de Río de Janeiro no garantizaron la seguridad ni para una final de Libertadores ni para un choque Argentina-Brasil por eliminatorias. Fluminense y la Confederación Brasileña deberían también hacerse cargo de sus responsabilidades, por los desmanes generados por los torcedores, en ambos casos.

La Selección Argentina campeona del mundo tiene un líder y capitán disruptivo y transgresor. Todo lo que no le gusta a Mauricio Macri, quien justamente la noche anterior había anunciado un supuesto "fin de la época de Maradona". Más inoportuno imposible. El Messi más maradoneano sacó al equipo de la cancha hasta que parara otra brutal represión de la policía brasileña.

Después Lío jugó lesionado, como Diego, para sostener en el partido a la Selección hasta el tremendo cabezazo de gol de Otamendi tras el córner lanzado como con un guante por Lo Celso. Minutos antes a Otamendi se lo había llevado a la rastra en velocidad Gabriel De Jesús (en una jugada que terminó con una gran atajada del Dibu sobre Martinelli ) como cinco días antes lo había superado notoriamente en velocidad el uruguayo Nuñez en la Bombonera. Pero en este caso, enseguida, como un campeón del mundo herido, Nico fue a buscar al área de enfrente su redención y allí, en el cielo del Maracaná, reventó a Brasil con su cabezazo. El festejo por el histórico 1-0 fue ante los hinchas reprimidos y en el sector de los incidentes.

Un entrenador tan ubicado y medido como Lionel Scaloni se atrevió a empañar un poco esa celebración cuando a los pocos minutos en conferencia de prensa anunció, sin una pregunta previa que lo guiara, que quizá no tenga todas las “energías” que un entrenador necesita para dirigir a jugadores que tienen la “vara tan alta”.

La “vara alta” se las dio él. Para anticipar esa declaración Scaloni avisó que toca “parar la pelota”. ¿Cómo hacemos? Si a los argentinos nos pasa todo junto. Del nuevo Brasil decime qué se siente a esta inesperada preocupación futbolera. Había DT para hacerle contrato de por vida y de repente aparece este alerta. A los argentinos nos pasa todo más rápido que a los demás. Maradona siempre nos representará mejor que nadie. Hasta la eternidad.