El temblor que provocó Lionel Scaloni con su declaración en el estadio Maracaná, donde dio a entender que puede desvincularse del seleccionado argentino, desató un vendaval de suspicacias sobre los motivos que lo llevaron a brindar semejante expresión.
El mensaje tuvo un claro destinatario, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) Claudio Tapia, quien pasó a tener un lugar preponderante luego del título del mundo, y su poder de acción escaló a los niveles más altos.
La relación entre ambos se fue resquebrajando precisamente después de la epopeya en el estadio Lusail, cuando tuvieron que negociar la extensión de su contrato. El hecho parecía lógico y simple, después de los logros que alcanzó el equipo, pero factores económicos puntuales hicieron que el trabajo del técnico estuviera cerca de interrumpirse.
Uno de los puntos centrales fue las retenciones impositivas que exige la ley argentina. En ese aspecto, Scaloni -en el Mundial fue uno de los conductores con salario más bajo- pretendía tributar en su país de residencia, España, algo que Tapia no estaba dispuesto a ceder. La negociación terminó dañando el vínculo personal entre ellos. La diferencia era que Scaloni contaba con el respaldo total de los futbolistas, que lo posicionan como el hombre que les permitió alcanzar la gloria.
Los meses siguientes tampoco fueron normales. Tapia se paseó por el país llevando la Copa del Mundo a cada lugar que visitaba, inclusive la mostró en los espectáculos teatrales de la costa bonaerense, mientras los jugadores esperaban la fecha FIFA de marzo para festejar con el público argentino. Eso tampoco fue tomado con agrado por los protagonistas.
El fin de la sequía de éxitos para el seleccionado argentino, en la Copa América de Brasil (julio de 2021), sirvió para que Tapia pudiera sostener su puesto en la AFA, el cual estuvo cuestionado por la Inspección General de Justicia (IGJ). La ratificación en el cargo llegó en octubre de ese año, luego de la denuncias de presentadas por Nueva Chicago y San Martín de Tucumán.
El cuestionamiento a la reelección de Tapia se basaba en que la asamblea virtual que lo reeligió, el 19 de mayo de 2020, no respetó los estatutos de la AFA, al no detallar en la convocatoria la realización de la elección. Y por otra parte, se objetaba que no se había detallado la forma en que los dirigentes que participaron se conectaron y votaron de manera remota. El éxito deportivo fue un impulsor importante para desactivar aquella denuncia.
Los festejos continuaron en 2022, y a casi un año del Mundial de Qatar se volvieron a vivir días inquietantes en la intimidad del grupo, que tuvieron que ver con las elecciones presidenciales que se resolvieron el domingo último. Tapia invitó a Sergio Massa al predio de Ezeiza el mes pasado para que anunciara la participación de Argentina en el Mundial 2030, y las fotos del candidato de Unión por la Patria con la camiseta nacional aparecieron en todo el planeta.
Tapia buscó jugar más a fondo por la postulación de Massa, y le ofreció al plantel y al cuerpo técnico hacer una foto en el mismo lugar con el el actual ministro de Economía. Massa ya tenía registrada la imagen que Messi se había tomado con Mauricio Macri en el Teatro del Châtelet parisino, el 30 de octubre, durante la ceremonia de la entrega del Balón de Oro. La respuesta de los protagonistas, entre los se encontraba el entrenador, fue negativa.
Más allá de la determinación, los campeones no tomaron de la mejor manera que se los utilizara políticamente. Y a Tapia también lo fastidió que Scaloni no se pronunciara en contra de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), cuando fue consultado en la conferencia de prensa antes del partido con Uruguay. Los clubes, con la AFA a la cabeza, habían jugado fuerte por el rechazo a esa plataforma que pregona Javier Milei, el elegido para sumir el 10 de diciembre.
El cambio político puede generar modificaciones en la AFA, sobre todo en el financiamiento de la actividad de parte de La Libertad Avanza. Y parece que también provocaría alteraciones en la Selección Argentina.