América Latina podría desempeñar un papel cada vez más influyente en la transición mundial hacia las energías limpias, de acuerdo a la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Según Fatih Birol, Director Ejecutivo de la AIE, los combustibles fósiles representan actualmente dos tercios de la combinación energética de América Latina, muy por debajo de la media mundial del 80 por ciento. Además, el 60 por ciento de su electricidad procede de energías renovables, por lo que la región parte con ventaja en la transición hacia un sistema energético más limpio.

Como productora de más de un tercio del cobre y el litio del mundo, fundamentales para la transición energética mundial, y con un potencial “enorme” para el despliegue de energía solar y eólica, América Latina “puede desempeñar un papel protagónico en la nueva economía energética mundial”, afirmó Birol. Sin embargo, el informe también revela el rol destacado que los combustibles fósiles siguen teniendo en las combinaciones energéticas y las economías latinoamericanas.

Las renovables

La energía hidroeléctrica ha sido durante mucho tiempo la base del suministro de muchos países latinoamericanos, pero la AIE afirma que es probable que su expansión se vea limitada por los riesgos de conflictos y las preocupaciones medioambientales, sobre todo porque las zonas potenciales para su crecimiento se concentran en la sensible cuenca del Amazonas. También destaca los riesgos de sequías y los cambios en los regímenes de precipitaciones a causa del cambio climático, que impactan en la producción hidroeléctrica.

En cambio, el desarrollo de la energía solar y eólica, tanto terrestre como marina, presenta enormes oportunidades para la región, según la AIE, con países como Brasil y Chile a la cabeza. Brasil, México, Colombia, Chile y Perú han añadido en los últimos años más capacidad de energía solar que África, Oriente Medio, Rusia y Asia Central juntos. Sólo Brasil ha sumado 1 gigavatio de capacidad solar cada mes desde julio de 2022.

Según la AIE, este potencial de energías renovables podría permitir a América Latina producir hidrógeno de bajas emisiones a un costo inferior al de la mayoría de las demás regiones del mundo, lo que podría utilizarse para contribuir a la descarbonización de sectores industriales y de transporte.

Varios países latinoamericanos ya han movido fichas en el incipiente mercado del hidrógeno verde. Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá y Uruguay publicaron estrategias, y ya se han anunciado proyectos de producción basados en la electrólisis del agua. Sin embargo, algunos se han topado con la oposición de comunidades y grupos ecologistas debido a la preocupación por su demanda de agua en zonas propensas al estrés hídrico.

Combustibles fósiles

A pesar de los avances y promesas de América Latina en materia de renovables, los combustibles fósiles siguen siendo la principal fuente de energía en la región, y el petróleo sigue siendo el combustible dominante en muchos países, principalmente por su uso en el transporte y la industria.

Según la AIE, la región posee alrededor del 15 por ciento de los recursos mundiales de petróleo y gas natural, y menos del 1 por ciento de los recursos mundiales de carbón. Entre ellos hay grandes reservas de gas de esquisto, algunas de las cuales se están explotando activamente en Argentina, que se está posicionando como exportador de gas.

Brasil, Venezuela y Colombia se encuentran entre los principales exportadores de petróleo de América Latina, mientras que Chile, República Dominicana y Panamá se encuentran entre los países altamente dependientes de las importaciones de petróleo y gas para satisfacer las demandas energéticas nacionales. La AIE señala que la producción de petróleo y gas en la región aumentó alrededor de un 5 por ciento en 2022 y se espera que crezca este año.

Además, se prevé que la producción de petróleo de la región supere el crecimiento de la demanda en 2030 y que el aumento productivo se destine a la exportación. Si se cumplen los compromisos climáticos anunciados, el consumo de todos los combustibles fósiles alcanzará su punto máximo a mediados de esta década.

Minerales

Las perspectivas de la AIE subrayan el importante papel que América Latina puede desempeñar en la transición energética mundial a través de la producción de materiales que son componentes esenciales en muchas de las tecnologías de energía limpia de rápido crecimiento de la actualidad, con alrededor de la mitad de las reservas mundiales de litio y más de un tercio de las reservas de cobre y plata.

Además, la región tiene potencial para suministrar cantidades significativas de grafito, níquel, manganeso y elementos de tierras raras fundamentales para la transición energética. Sólo Brasil posee alrededor de una quinta parte de las reservas mundiales de cada uno de estos recursos, aunque su producción es actualmente relativamente baja. Brasil también posee importantes reservas de bauxita, material utilizado en la producción de aluminio y un componente clave en las líneas eléctricas.

Sin embargo, los gobiernos deben garantizar que las empresas cumplan las normas medioambientales y sociales, reconociendo que existe un “sentimiento antiminero” generalizado entre las comunidades locales tras los graves desastres ambientales de la última década, como el colapso de la represa de residuos de Brumadinho en Brasil en 2019.

La AIE recomienda que la región redoble sus esfuerzos para ir más allá de la extracción y avanzar en la cadena de suministro, ya que las actividades de refinado pueden generar más empleo y valor añadido que la minería. Algunos países ya están explorando estas vías en relación con la industrialización del litio, aumentando la financiación para investigación y desarrollo y construyendo nuevas instalaciones, como la nueva planta de baterías de litio de Y-TEC en la ciudad de La Plata.

Desafíos

A pesar del importante potencial, la AIE advirtió que América Latina aún se enfrenta a muchos desafíos para hacer realidad su transición energética, sobre todo por la falta de inversión. La agencia informa que la región ha registrado uno de los niveles más bajos de inversión en energía en relación a sus PIB, por debajo del 3 por ciento entre 2014 y 2022.

Para cumplir los compromisos anunciados en materia de clima y energía, la financiación de las energías renovables en América Latina tendría que duplicarse para 2030 hasta alcanzar los 150 mil millones de dólares y quintuplicarse para 2050. El informe hace especial mención a los bancos de desarrollo chinos como fuente notable de financiación en el sector energético para algunos gobiernos de la región, pero señala el rápido descenso de estos préstamos desde 2016.

Por otro lado, al menos 17 millones de personas, en torno al 3 por ciento de la población de la región, siguen sin tener acceso a la electricidad, mientras que 74 millones carecen de medios para cocinar de forma limpia, lo cual es un factor de contaminación y de mala salud.

En cuanto al capítulo del empleo, el sector energético representa actualmente alrededor del 2 por ciento de la mano de obra de América Latina y el Caribe, unos 6 millones de puestos de trabajo. Si se cumplen los compromisos anunciados, esta cifra podría aumentar en un 15 por ciento para 2030, con hasta 4 millones de personas trabajando en energías limpias.

Sin embargo, el sector energético de la región puede enfrentarse a nuevos retos debido a los efectos del cambio climático. Se prevé que para 2050 más del 70 por ciento de la capacidad hidroeléctrica instalada en la región se enfrente a climas más secos, con países que ya han experimentado graves caídas de la producción durante las recientes sequías, exacerbadas por el cambio climático. También preocupa el aumento de las temperaturas, que podría mermar la eficiencia de la energía solar y eólica, a menos que se hagan esfuerzos para aumentar su resistencia.

Esto podría solucionarse en parte con una mayor integración energética regional, que actualmente sigue siendo limitada en América Latina. “Vincular la demanda y el suministro de electricidad de diferentes zonas climáticas proporciona una mayor resistencia a las condiciones cambiantes”, escribe la agencia, señalando que esto también podría ayudar a los países a hacer frente a la intermitencia de la generación de energía renovable.

El informe identifica cuatro acciones clave para reducir las emisiones de CO2 relacionadas con la energía: acelerar la adopción de energías renovables; avanzar en la electrificación de la industria y el transporte; aumentar la eficiencia energética; e impulsar el acceso a soluciones limpias para cocinar. Si se cumplen los compromisos anunciados por los países, las energías renovables cubrirán toda la nueva demanda energética de la región en esta década.

La transición energética, afirmó José Manuel Salazar-Xirinachs, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU, en la presentación del informe, podría ser una “triple solución verde” para la región, para mejorar el bienestar, construir economías sostenibles y resilientes e impulsar la descarbonización para proteger el medioambiente.

“Del informe se desprende un mensaje claro: América Latina y el Caribe tienen una gran oportunidad al alcance de la mano”, afirmó Birol. “Sin embargo, la transición hacia las energías limpias tiene que ser ordenada. No se puede pasar de un día para el otro de economías basadas en el petróleo y el gas a basadas en energías limpias. Todos los segmentos de la población tienen que beneficiarse de la transición, especialmente los económicamente desfavorecidos”.

* Magister King's College London. ** Magister en Ambiente y Desarrollo. Especialista en derecho y economía del cambio climático. Esta nota fue originalmente publicada en Diálogo Chino.