El aumento promedio de los precios al consumidor en septiembre del 1,9 por ciento, medidos por el Indec, ubica la inflación acumulada en los nueve meses ya transcurridos de 2017 en el 17,6 por ciento. Con lo cual, faltando aún un trimestre completo para completar el año, ya quedó superado el techo del rango de aumento de precios que el gobierno de Cambiemos aspiraba alcanzar en su segundo año de mandato. La meta de inflación oficial ubicaba el aumento de precios en 2017, punta a punta (de enero a diciembre), entre el 12 y el 17 por ciento. No sólo se superó el techo, sino que el piso hasta podría duplicarse, teniendo en cuenta la incidencia en los índices de noviembre y diciembre próximos por las subas en combustibles, electricidad y gas que el gobierno proyecta aplicar, una vez pasadas las elecciones legislativas y antes de fin de año.
Pese a la política monetaria contractiva del Banco Central y la apertura comercial para facilitar la oferta de productos importados, la política de “desinflación” no tuvo los resultados esperados. Al contrario, el nivel general de precios retomó su tendencia alcista desde el inicio del presente año, luego de un segundo semestre de 2016 en el que se había observado un relativo aquietamiento de la inflación.
Algunos datos que reflejan la distancia entre los postulados del gobierno de Cambiemos y los resultados: el índice general de precios aumentó en septiembre 1,9 por ciento. El rubro que más aumentó en el último mes es “prendas de vestir y calzado”: 3,8 por ciento. En el área metropolitana (Ciudad Autónoma y conurbano bonaerense), región de mayor volumen de consumo de dichos productos, la inflación en ese rubro alcanzó el 5,9 por ciento. Este rubro ha sido uno de los más castigados a nivel industrial por la caída del consumo interno, pero además por el impacto de la importación. En el renglón de textil e indumentaria, las importaciones de este año ya se ubican, en volumen, más de 50 por ciento sobre los niveles de 2016. En calzados, el incremento de oferta importada es del orden del 27 por ciento, y en marroquinería, de más del 40 por ciento. Pese a esta invasión de importados con reducción de la demanda, los precios internos siguen subiendo.
Aunque los industriales textiles no niegan cierta incidencia en los aumentos estacionales (cambio de temporada), voceros del mismo sector señalan que “esto demuestra que el desplazamiento de la industria local por la importación no sirvió para bajar precios; si entran productos más baratos, aumentan los márgenes de comercialización y no hay beneficio para los consumidores”. El achicamiento de la demanda también induce a que el comercio aumente los márgenes para compensar la menor cantidad de unidades vendidas.
Tampoco hay controles oficiales ni seguimiento sobre los canales de comercialización. Por el contrario, recientemente la Dirección de Aduanas (dependiente de la AFIP) dispuso que no se entregue más información sobre la identidad del importador ni detalles sobre los productos ingresados en cada despacho, por considerarlo violatorio del secreto fiscal. Esto le impide a la industria nacional hacer un seguimiento de las importaciones y medir, por ejemplo, si hay maniobras de dumping en el precio de los productos ingresados.
Los otros rubros señalados por el Indec con aumentos por encima del nivel general de inflación en septiembre, son Educación (3,7 por ciento), Recreación y cultura (2,7 por ciento) y Salud (2,4 por ciento). Detrás, se ubica el rubro Vivienda, agua, electricidad y gas, con el 2 por ciento de aumento en el mes, aunque los principales ajustes en las tarifas domiciliarias fueron postergados para después de las elecciones legislativas del próximo domingo 22. Alimentos y bebidas se ubicó apenas un escalón debajo del aumento de precios al consumidor a nivel general, con el 1,8 por ciento.
El fracaso de la receta de apertura más contracción de la demanda interna para contener la inflación se complementa, además, con las consecuencias del ajuste y los cambios estructurales a favor de los sectores más concentrados, que operan como otros factores que alimentan la inflación. El fuerte impacto de la devaluación y quita de retenciones a las exportaciones casi en simultáneo con el inicio del mandato de Mauricio Macri (diciembre de 2015) provocó un shock inflacionario que se prolongó a lo largo de los primeros meses de 2016. Posteriormente, hubo cierta calma inflacionaria que duró hasta los últimos meses del mismo año, cuando las presiones de los sectores dominantes en cada mercado volvieron a impulsar aumentos para recomponer márgenes de ganancias.
Con los aumentos previstos para el último bimestre del año en tarifas y combustibles, la proyección de la inflación se ubica por encima del 23 por ciento, incluso suponiendo un impacto moderado. Los acuerdos salariales pactados a mitad de año volverán a quedar –como en 2016– por detrás de la inflación y en vísperas de un año 2018 donde las perspectivas para las negociaciones paritarias no son más alentadoras.