La tregua de cuatro días alcanzada entre Israel y las fuerzas palestinas que combaten a su ejército en la Franja de Gaza puede propiciar más negociaciones que, con una mayor presión internacional, adelantarían el fin de la guerra. Pero antes, Israel debería aceptar que esta crisis ha cambiado la faz de Oriente Medio y que estará obligado a ciertas cesiones si quiere una paz duradera.
El logro del alto el fuego temporal recae en buena parte en la mediación de Catar y sus estrechos contactos con los líderes del grupo islamista Hamás y con el siempre vigilante Irán, padrino de los milicianos palestinos. De hecho, las milicias proiraníes de Hizbulá se han adherido a la tregua y han prometido no atacar a Israel desde el Líbano.
El papel de Egipto también ha sido clave, temeroso de una avalancha de más de dos millones de palestinos cruzando su frontera con Gaza.
Presión estadounidense
Sin embargo, no podría haberse conseguido un acuerdo sin el perceptible cambio en la estrategia de Estados Unidos en Oriente Medio, presionado interna e internacionalmente por su respaldo a la política de tierra quemada que su aliado, Israel, ha desatado en Gaza.
La guerra entre israelíes y palestinos está movilizando a la opinión pública estadounidense a un año de las elecciones presidenciales de 2024. El presidente Joe Biden no está quedando en un buen lugar por su cierre de filas con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que ha convertido el derecho a la defensa de su país en un auténtico genocidio de la población palestina de Gaza.
Desde la matanza de 1.200 personas que causó Hamás el pasado 7 de octubre en el sur de Israel, la guerra desatada por el ejército de Tel Aviv ha causado en Gaza más de 14.500 muertos palestinos, de ellos 6.000 niños. Entre los escombros a los que han quedado reducidas las localidades palestinas puede haber otros 6.000 cadáveres.
La situación se ha visto agravada por el corte de agua y electricidad y el desabastecimiento de alimentos. Cerca de 1,7 millones de gazatíes, de una población total de 2,3 millones de habitantes, han sido obligados a abandonar sus hogares por los bombardeos y el avance militar israelí.
Rehenes por mujeres y niños palestinos
La tregua contempla un canje de 50 de los más de 240 rehenes capturados el 7 de octubre en Israel por los guerrilleros de Hamás a cambio de la liberación de 150 presos palestinos actualmente encerrados en las cárceles israelíes. Lo curioso es que la mayor parte de los palestinos liberados serán mujeres y, sobre todo, niños. Israel nunca ha sido un país que se haya preocupado demasiado por la edad de sus presos políticos. En Israel hay cerca de 8.300 presos palestinos.
"Por cada diez rehenes que Hamás libere, Israel ha prometido un día más de alto al fuego"
Por cada diez rehenes adicionales que Hamás libere, el Gobierno israelí ha prometido un día más de alto el fuego. Además, durante la tregua de cuatro días desde este jueves no habrá ataques israelíes en Gaza y se permitirá la entrada de cientos de camiones con víveres y asistencia para tratar de paliar exiguamente las dificultades que están experimentando los habitantes de Gaza.
El coordinador especial para Oriente Medio de la ONU, Tor Wennesland, ha mostrado su esperanza de que este alto el fuego despeje el camino para un "flujo continuo" de ayuda humanitaria a la Franja.
La tregua evidencia la división en el Gobierno de Israel
La firma de la tregua humanitaria ha puesto de manifiesto la división en el Ejecutivo israelí dirigido por Netanyahu, que sufre una insoportable presión por parte de los familiares de los rehenes en manos de Hamás. Los allegados ven que cada día que pasa se complica la liberación de sus seres queridos. Muchos de ellos están siendo víctimas de las propias bombas israelíes en los lugares donde yacen prisioneros.
El devastador ataque israelí ha derruido barrios enteros, asolado campos de refugiados, aniquilado convoyes de desplazados y, especialmente, ha golpeado los pocos hospitales que funcionaban en la Franja, considerados por el ejército de Israel como nidos de guerrilleros de Hamás.
Netanyahu se ha visto atrapado en una pinza, entre las familias de los rehenes, que lo acusan de supeditar la vida de sus parientes a los planes de control sobre Gaza, y la ira de los ultranacionalistas judíos presentes en su Gobierno. Éstos son partidarios de llevar la guerra hasta sus últimas consecuencias, es decir, la obliteración de todos los habitantes de la Franja y del otro territorio palestino, Cisjordania.
Tras la tregua, Israel promete más muerte
Por eso, el Gobierno de Netanyahu se ha apresurado a resaltar que este acuerdo es temporal y que una vez concluya el plazo de cuatro días o algunos más, si se liberan más rehenes, la destrucción continuará.
"Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) continuarán la guerra para traer de vuelta a todos los secuestrados, completar la eliminación de Hamás y garantizar que Gaza no suponga más una amenaza contra Israel", ha indicado la oficina de Netanyahu en un comunicado.
"Algunos participantes de las negociaciones ven un atisbo de esperanza en esta tregua"
Pese a las amenazas israelíes, algunos de los participantes en las negociaciones ven un atisbo de esperanza en esta tregua. Los cataríes consideran posible utilizar la pausa humanitaria como una cuña para avanzar hacia un alto el fuego más duradero o incluso permanente.
"El camino hacia este acuerdo no fue fácil y el camino después no lo será tampoco, y las dificultades y las campañas maliciosas no nos disuadirán de completar los esfuerzos de mediación y tratar de detener la guerra", ha indicado el portavoz del Ministerio de Exteriores catarí, Majed al Ansari.
Un obstáculo que retrasó el acuerdo de tregua fue la renuencia de Hamás para suministrar de antemano los nombres de los rehenes que podrían ser liberados. Israel reclamaba que se pusiera en libertad a todos los niños y todas las mujeres israelíes y de otras nacionalidades secuestrados por Hamás en la ordalía de sangre del 7 de octubre.
La presión de Estados Unidos sobre el emir de Catar, Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, y la ascendencia de éste sobre Hamás permitieron finalmente el acuerdo.
Como muestra de la importancia que ha dado la Casa Blanca a la consecución de la tregua, se puso al frente de la negociación al propio secretario de Estado, Antony Blinken, respaldado por el director de la CIA, Bill Burns; el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, y el enviado especial de Washington en Oriente Medio, Brett McGurk, principal artífice de la estrategia para lograr el pacto.
El propio presidente Joe Biden se había visto presionado en las últimas semanas por fuerzas del propio Partido Demócrata para que apostara por un alto el fuego. En un principio, el mandatario estadounidense había desestimado tal opción, pero la sangría en votos que podría suponer de cara al 2024 el empecinamiento en una estrategia exclusivamente belicista en Oriente Medio (reforzada por el despacho de tres flotillas de guerra a la región) motivó finalmente a Biden a dar el visto bueno para negociar la tregua.
EEUU tampoco sabe qué quiere hacer Israel
En la Casa Blanca cruzan los dedos ahora, confiando en que ninguna de las partes rompa el alto el fuego en los próximos días. Si se cumple, al estar ya abiertos los canales de diálogo, se podría buscar una tregua de mayor duración.
A la Casa Blanca le viene bien un alto el fuego más largo, pues el derecho (y obligación, según Biden) de Israel a la autodefensa ha devenido en una masacre de civiles sin visos de detenerse, con el consecuente descrédito para EEUU no solo en la región de Oriente Medio y el mundo árabe, sino en muchas de sus relaciones con países emergentes.
El problema ahora para Washington es la falta de un plan concreto israelí sobre el destino de Gaza una vez que la guerra concluya, sea con la destrucción de Hamás o con su erradicación de la Franja, donde impera este grupo islamista desde 2007.
Algunos políticos israelíes abogan por reducir Palestina al territorio de Cisjordania y asimilar una Gaza vaciada. Otros consideran que la Franja debería convertirse en una tierra de nadie, al menos la parte septentrional.
Y están aquellos que proponen demorar el reconocimiento de un Estado palestino y tratar de recuperar la normalidad "anormal" de antes del 7 de octubre, algo que evidentemente no puede ocurrir, ni siquiera si todo Hamás es aniquilado, como es la voluntad de Netanyahu y sus acólitos ultranacionalistas israelíes.
Para ello, además, han de negociar con la Autoridad Nacional Palestina, cuyo poder está reducido a la Cisjordania que no ha sido ocupada por colonos ilegales judíos respaldados por el ejército israelí, y contar con que la población de este segundo territorio palestino perdone la aniquilación de Gaza.
El propio Biden se ha mostrado a favor del principio de los "dos Estados", aunque, claro, no ha revelado la forma de conseguir ese objetivo. Se trata de una tarea ímproba, pues los dirigentes y fuerzas preeminentes en esos "dos Estados" han hecho votos de eliminarse físicamente.
¿Atacará Israel el sur de Gaza tras la tregua?
De momento, Netanyahu insiste en que, una vez concluya la tregua, la guerra continuará. El ejército israelí debe completar la conquista de la parte norte de la Franja. Y ahora que su invasión ha desplazado al sur a los comandantes de Hamás, parecería inminente un ataque masivo contra la ciudad de Jan Yunis, nuevo cuartel general de los paramilitares islamistas.
"Netanyahu afirma que, una vez concluya la tregua, la guerra continuará"
Tal acción multiplicaría las matanzas de civiles cometidas por el ejército israelí en el norte de Gaza debido a la afluencia hacia el sur de los refugiados, que se encontrarían así atrapados en una trampa sin salida. Esta eventual ofensiva simplemente daría razón a quienes acusan a Israel de buscar la desaparición del pueblo palestino.