Es un disco de canciones que dan ganas de cantar, de las que se escuchan varias veces. El disco es Perdont, el segundo en la trayectoria solista de Julián Baglietto; y lo presenta hoy a las 23 en Casa Brava (Pichincha 120). Las canciones son diez, repartidas en composiciones propias y dos preciosas excepciones: “Dale gracias” de Luis A. Spinetta, y “Deseo” de Pedro Guerra; con la participación de Martu Fontana (batería), Juan Giménez Kuj (bajo), Sebastián Lans (guitarra), Julieta Burgos (coros), y Benjamín Rampoldi (teclados). En síntesis, un salto que ratifica al músico en su nueva etapa: “Cada vez más disfruto esta situación, como cantautor y compositor; algo que al principio comenzó como un juego, como le pasó a muchos, pero que ahora me tomo más en serio”, comenta Julián Baglietto a Rosario/12.
-¿Cuándo y cómo surge esta decisión solista?
-Ocurrió un poco durante la pandemia. Yo venía tocando con mi banda, Huevo, donde el personaje era un poco el que habíamos armado entre los cuatro integrantes, con juegos de palabras y doble sentido. Pero cuando dejamos de tocar, me encontré solo y componiendo. Ahí empieza, por así decir, lo de tomármelo en serio. En verdad, “seriedad” no es la mejor palabra, porque también hay temas que son divertidos, a lo que me refiero es a hacerme cargo de que mi nombre es el que pasó a estar en la cartelera, porque ahora soy yo soy el que habla y transmite y el que hace llegar la música. Lo que empezó siendo como un juego con Huevo, se fue transformando en otra cosa, orientada al oficio de componer.
-¿Las canciones surgieron desde la premisa del disco, o fue al revés?
-Algunas aparecieron mientras fui haciendo el disco, y durante algunas noches de inspiración bajaron letras y música. Pero otras, como “Quién viajaría”, tiene como diez años, nunca la había grabado. Aparecieron también canciones dedicadas a mi abuela y mi abuelo: “Abukey” y “Zamba de Icho”, que están muy cargadas de emoción. Ésas salieron durante el trajín de la batalla, mientras hacía el disco. De todos modos, no creo que haya una fórmula; pero sí hay ideas que están en uno, dando vueltas, hasta que uno se decide. En concreto, había temas que ya tenía y otros que fueron surgiendo sobre la marcha.
-En el disco se aprecia, así como la influencia del folklore, una marcada variedad rítmica.
-Me pasa que me gusta mucho la música argentina. Gracias a mi abuelo, y también por mi viejo, llegué al tango. Me pasa igual con el folklore. Los géneros nuestros son muy ricos y me emocionan más que cualquier otra cosa, porque hablan de lo que es cercano, en el caso del tango de las calles que conocemos, de olores, de la manera de vivir en Buenos Aires, donde vivo ahora. Por un lado es eso, el género me parece muy rico y me siento identificado; y por otro, soy una persona que no se puede quedar quieta. Si me quedo en un solo género me aburro, así que el disco es muy ecléctico: hay una zamba, una especie de reggaetón medio flamenco, hay temas más rockeros. Me parece que es entretenido y tiene que ver también con lo que me gusta como oyente, cuando pongo Spotify, porque salto entre tema y tema.
-Hay invitados puntuales en algunos temas.
-En el caso de “Zamba de Icho” están Lito Vitale y Mariano Delgado; con Lito tengo una relación desde que nací y tengo el honor de ser su baterista desde hace más de 10 años, y yo necesitaba un piano que sonara como él sabe tiene que sonar. Por otro lado, el productor de este disco fue Matías Zapata, y cuando compuse “Estrellas en un beso”, que es piano y voz, muy íntima, me pasaba que necesitaba cortar un poco con mi voz sola y lo tenía a Matías, tremendo cantor y músico. Y están las participaciones de Abril Olivera (en “Suerte”), Acus, Marto Aguilar (los dos en “La piel”), y Tomás Fares (“Algo aprende en mí”); con todos venimos compartiendo música desde hace rato y teníamos ganas de grabar algo juntos. Pero también me pasaba que al escuchar las canciones sentía que podían quedar bien con sus participaciones. Son muy distintos entre sí, pero congenian muy bien con el disco que hemos sacado.
-Dan cuenta de la diversidad misma de la propuesta.
-La música en un punto es compartir. La podés hacer para vos solo y no está mal, pero me parece que en mi caso se disfruta mucho de esa cosa colectiva, de que el otro ponga su voz y lleve la canción para un lugar inesperado. Me encanta seguir sorprendiéndome, sabiendo que hay gente alrededor que quiere hacer música conmigo.
-Esto que decís es algo que no puedo dejar de relacionar con la forma de pensar la música de tu papá, creo que ahí hay un legado importante.
-Habré aprendido bien, uno trata de sacar de sus padres las cosas lindas y mi padre está lleno de cosas hermosas, así como mi madre. Él es alguien que siempre ha dado mucho a su círculo y a los músicos rosarinos. Me parece que es importante tener en cuenta a las personas que tenemos al lado, también para crecer. Yo vengo tocando con él y Lito hace 12 o 13 años, y más allá de que hay un lazo familiar que nos une, él sigue siendo un profesor para mí, no solo en la música, también en la vida. Es alguien que deja todo en el escenario, un tipo que es pura entrega, y yo trato de sacar eso a mi modo y como puedo.
-Grabaste dos covers, ¿por qué los elegiste?
-En el caso de “Dale gracias”, de Spinetta, porque es un músico que admiro desde muy chico y porque es una canción que nos acerca a Lito Vitale en un homenaje que hicimos en Tecnópolis, y Matías (Zapata) me insistió de grabarla. Y en el caso de Pedro Guerra, con “Deseo”, porque es un musicazo, un referente, y está buenísimo traer estas canciones para seguir poniéndolas en valor. Está bueno difundir lo que a uno le hace bien, y en este caso es música que a mí me cambió la vida; también porque siento que las lindas canciones nunca pasan de moda.