La tregua temporal que ha entrado en vigor y el intercambio de presos y rehenes entre Israel y el grupo islamista palestino Hamás es fruto de semanas de negociaciones que tienen al pequeño Estado de Qatar como facilitador en la sombra, un papel que cumple con discreción desde hace décadas amparado en su disposición a mantener canales abiertos con tirios y troyanos.

Hamás e Israel, pero también Rusia y Ucrania, Chad y Sudán, talibanes y americanos, Irán y EE.UU, y otra infinidad de partes en disputa se han beneficiado del saber hacer catarí para trasladar mensajes y abrir contactos entre grupos que políticamente no se hablan entre sí o son unos parias en la comunidad internacional. Y eso tiene sus éxitos: sólo este año, además de la tregua en Gaza o la liberación de rehenes, Qatar facilitó la reunificación de niños ucranianos con sus familias después de que estos hubieran sido trasladados por Rusia tras la invasión de aquel país, y logró que EE.UU e Irán intercambiaran prisioneros.

Lazos con todos

El rico emirato del golfo Pérsico ocupa una única posición geopolítica como “oveja negra” de las monarquías árabes, suficientemente cercano a ellas como para ser considerado un “hermano” de ortodoxia islámica y régimen monárquico, pero con una independencia feroz que en ocasiones irrita, y mucho, a sus vecinos. Es que Qatar habla con todo el mundo, ya sean talibanes de Afganistán, rebeldes sudaneses, facciones libias o grupos como Hamás, que pasan por Doha con asiduidad o directamente residen allí bajo el cuidado del gobierno del emir Tamim al Thani, quien a su vez mantiene fluidas relaciones con Oriente, Occidente y los países africanos e islámicos.

Qatar también habla con Israel, al que no reconoce oficialmente pero con quien dialoga habitualmente, como ha demostrado esta crisis de Gaza y la tregua y la salida de rehenes en manos de Hamás. Desde un punto de vista regional, Qatar tiene también lazos con Irán, con quien comparte unos ingentes yacimientos de gas bajo el golfo Pérsico y a quien ayuda como nexo financiero con el resto del mundo bajo las sanciones internacionales que pesan sobre el país persa.

Eso ha tenido costes, como las acusaciones de apoyar al terrorismo que desataron en 2017 un bloqueo y la ruptura de relaciones con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y toda la plétora de países árabes e islámicos que siguen los dictados de Riad en política exterior, si bien con esto Catar se hizo acreedor de una confianza como agente neutro y de buena fe que permite esta labor diplomática.

Un papel reconocido

Un alto funcionario catarí declaró en condición de anonimato: “Qatar está en una posición única de ser capaz de comunicarse con muchos sectores diferentes. Hemos mediado exitosamente en disputas muy complejas por nuestra habilidad para construir confianza y navegar por sensibilidades políticas. Con el tiempo nos hemos hecho muy habilidosos realizando este papel”. Según dijo la fuente, pese a los ocasionales sinsabores que ocasionalmente genera su posición --con acusaciones de “connivencia” con grupos que están en la “lista negra” internacional--, su papel de mediador “es reconocido y apoyado” por sus aliados internacionales.

“Nuestra Constitución es la única del mundo con un mandato para mediar en conflictos internacionales. Lo hemos hecho por más de 25 años. En Libia, Eritrea, Darfur, con EE.UU y los talibanes, Irán, Rusia y Ucrania. Sobre Gaza, hemos mediado entre Israel y Hamás por muchos años”, dijo el funcionario. Y apuntó que las políticas cataríes entienden que “en el mundo polarizado de hoy el diálogo entre adversarios se necesita más que nunca; es vital que la mediación pacífica se promueva como una forma positiva para resolver disputas. La alternativa conduce a un sufrimiento inmenso y la pérdida de vidas inocentes”.

Qatar ve esta posición de mediador, particularmente en temas regionales, como un beneficio para su país. “La gente de nuestra región ha sufrido mucho como resultado de la escalada de los conflictos, y la visión de Catar es que no podemos esperar a que otro conflicto se lleve las vidas de incontables civiles y produzca otra nueva generación de desplazados que incremente el sufrimiento humanitario. Una escalada de violencia en nuestra región no resultará en una mayor estabilidad para nadie”, aseveró la fuente.

Para el argentino Luciano Zaccara --doctor en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid y docente en la Universidad de Qatar-- "este país está demostrando su indiscutible rol de mediador en los conflictos regionales y extra regionales. Este rol le ha granjeado el respeto y credibilidad por parte de diversos grupos de estados, empezando por EE.UU. e Israel en relación al conflicto en Gaza, con Irán, Afganistán y otros actores estatales y no estatales con los que Occidente tiene dificultades de negociar. Esto lo posiciona en el centro del escenario geopolítico no sólo regional, sino mundial, toda vez que Qatar también está mediando entre EE.UU. y Venezuela, muy alejado de su ámbito geográfico. Esto no necesariamente significa que Qatar sea una potencia en el sentido militar, pero lo es en el sentido de una diplomacia constructiva focalizada en la resolución de conflictos, ayuda humanitaria y reconstrucción post-conflictos, todas estrategias basadas en el soft power y no en el hard power".

* Agencia EFE