El nombre de Diego Maradona no deja de girar en la órbita futbolera, pero tampoco en la cultura, en la política, en todos los ámbitos de la vida diaria. Esta semana Mauricio Macri lo invocó para decir que la era de Pelusa había pasado a la historia después de la conquista del último mundial en Qatar – “Se terminó la época Maradona definitivamente, con todo el amor del mundo porque es un ídolo, de Maradona, que era disruptivo y transgresor”–, dando a entender que las cosas habían dado un giro hacia el lado de Lionel Messi, a quien consideró un líder positivo “pro familia y el tipo más querido del mundo”, entre otras cosas.
Por supuesto, sus dichos no le salieron gratis y las respuestas no se hicieron esperar. Primero lo hizo una de sus hijas, Gianinna, a través de sus redes sociales, donde escribió varios comentarios que fueron directo al hueso. “Ojalá en tu paso por esta tierra le des un cuarto de las alegrías que les dio mi viejo a los argentinos. Ojalá alguien se tatúe tu nombre, tu cara, alguien que se emocione por tus logros, que se sienta orgulloso de ser argentino porque vos con tu trabajo lo representás en el mundo".
Después se sumó Fernando Signorini, su histórico preparador físico, quien contestó sin medias tintas. “Es oportunista, hipócrita y miserable”, fue lo primero que remarcó del ex mandatario a Víctor Hugo Morales por AM 750. “Diego empezó su carrera en Fiorito por la perversidad de tipos como este que permitían que se viva en las condiciones en las que se vive. ¿Él de dónde salió? Gracias al papá”, sentenció.
Ho Visto Maradona
Messi, antes de que se desate el revuelo de los dichos del ex presidente, en una charla con Zinedine Zidane no dudó en reconocer el valor que tuvo Maradona en su vida y en la de aquellos que siempre soñaron con ser jugadores de fútbol y vieron en el pibe de Fiorito, una forma distinta de enfrentar las adversidades. "Para los argentinos, el 10 es un número especial porque inmediatamente se te viene Maradona a la cabeza. Toda la vida los que crecimos con el fútbol queríamos ser como él, y si bien ninguno llegó a serlo, esa era la ilusión y el deseo".
Y para despejar todo tipo de dudas y dejar en claro que la figura del Diez no se va a desdibujar por más que el tiempo transcurra, los mundos se modifiquen y algunos traccionen con discursos de héroes impolutos, concluyó su idea sin perder de vista la herencia de una historia que le abrió las puertas del mundo a cientos de pibes y pibas que eligieron alguna vez patear una pelota. "Diego es nuestro referente y nuestro ídolo. Seguirá estando presente de generación en generación. Mis hijos saben de él sin haberlo visto". También lo saben los pibes del Sub 17, que festejaron el baile a Brasil y su pase a las semifinales con una bandera suya.
Maradona, “dios sucio que se nos parece: mujeriego, parlanchín, borrachín, tragón, irresponsable, mentiroso, fanfarrón”, como lo describió Eduardo Galeano, vuelve al centro de la escena, a pesar de que se cumplen tres años de que su presencia física dejó este mundo. Pero el jugador de las proezas sigue de pie. Con todo lo que eso implica, aún a expensas de que ya no haya derecho a réplica porque todo lo que tenía para decir, lo dejó bien expuesto. Y ahora lo que habla es su obra, la que recogen miles de libros, documentales y cientos de fieles que se arrodillan ante esa iglesia (maradoniana) que proclama mantener vigente la magia y la pasión de un hombre que le dio felicidad a personas de todas partes del mundo.
Ya lo dijo Andrés Calamaro en una canción: “Maradona no es una persona cualquiera”. Y eso se notó en esa despedida que aglutinó a los miles que se acercaron a la Casa Rosada para verlo por última vez. A los fanáticos de Nápoles que hoy van a alentar a su equipo al estadio que fue rebautizado con el nombre del jugador que los sacó de la austeridad y el anonimato, para instalarlo en el mapa de los equipos importantes y más cerca de los lujos de los poderosos del norte.
“Aunque Maradona nunca quiso se un ejemplo de nada, esos aficionados le veían como uno de ellos, pero a la vez por encima. En Nápoles era un dios diferente al que tenía a Argentina en llanto: uno más vengativo y visceral, menos complejo, pero igualmente eterno. Y justamente por eso estaban todos allí: le estaban diciendo al mundo que no tenían intención de dejarlo marchar”, escribió Guillem Balagué en su libro Maradona.
El pibe. El Rebelde. El Dios, en referencia a lo que fue la despedida de los napolitanos, cuando la noticia de la muerte de Diego dio la vuelta al mundo y dejó en claro que el 25 de noviembre ya no sería un día más en el calendario.