La tarjeta comercial de Daniel Reig dice “servicios de mensajería”, pero él se presenta como motoquero, a cargo de una pyme que le prestó servicios a Wenance, la fintech de Alejandro Muszak, durante una década.
“A mediados de este año comenzaron a pedirnos viajes y movimientos que no eran los habituales. Después se atrasaron en un pago y finalmente nos dejaron una deuda de más de dos millones de pesos y nunca más nos atendieron. Yo soy un laburante, si no cobro mi trabajo, ¿cómo vivo?”, se pregunta este hombre de 50 años, que vive en Olivos, cerca de donde Wenance tenía su oficina principal.
Reig, que ahora se encuentra convaleciente por un accidente de tránsito, cuenta que tuvo que poner de su bolsillo para pagarle a otros colegas y a la AFIP el incumplimiento de Muszak.
“Durante años llevamos y trajimos papeles a bancos y escribanías, pero a partir de julio, nos empezaron a pedir autos o camionetas para mover computadoras. Las sacábamos de las oficinas, tanto de Olivos como de San Telmo (N de la R: el call center funcionaba en Paseo Colón 742) y las llevábamos a distintos puntos del conurbano, siempre de noche. A veces a lugares peligrosos. Ese movimiento inusual comenzó en junio”, cuenta Reig, que hizo buena parte de los viajes en su auto particular, un Renault Clio color crema, según la descripción precisa que da a Buenos Aires/12.
"Conozco absolutamente todo el movimiento: las direcciones a las que nos mandaban, las personas a las que teníamos que ver y entregar documentación, guardo un registro completo de mi trabajo", cuenta Reig.
Otro ex directivo de Wenance, que no cobró sueldo ni indemnización y además perdió sus ahorros en la misma inversión, explica que “cuando se dejó de pagar a los inversores, algunos vinieron a reclamar al call center, se vivieron varias situaciones de violencia y por eso se decidió que los empleados hicieran home office, para no seguir exponiéndolos”.
Pero los movimientos de computadoras empezaron en junio y el incumplimiento de las obligaciones que generó el estallido de bronca data del lunes 3 de julio. El descalce de fechas permite pensar en premeditación, en la simulación de un quebranto, que sería coincidente con lo declarado en sede judicial por el titular de Promotora Fiduciaria, Pablo Abancens: “encontramos que el mismo préstamo había sido vendido hasta seis veces”.
Hasta ahora, ni el mensajero Daniel Reig ni los empleados del call center, muchos de ellos inmigrantes de nacionalidad venezolana, fueron citados a declarar.
Nodedades judiciales
La Cámara del Crimen está en condiciones de abrir el recurso de queja solicitado por los querellantes en la estafa de Wenance, que había sido rechazado por la jueza subrogante Paula Verónica González. El pedido está basado en las demoras y dilaciones en el avance de la investigación y en la negativa a implementar medidas tendientes a preservar el patrimonio, hoy en manos del prestamista Alejandro Musak, que los damnificados pretenden recuperar.
Hasta acá, Muszak había recibido buenas noticias de la justicia argentina, tanto civil como penal. La primera, tras la negativa de la jueza Gabriela Paladín, le habilitó el concurso de acreedores solicitado, que le permite vender préstamos nuevamente.
La segunda le otorgó la eximición de prisión y sobreseyó a dos de sus socios, el ex funcionario macrista Santiago Hardie y Paola Vallone. Esos sobreseimientos serían revisados por la cámara, que designará otro subrogante antes de fin de año. Fuentes con acceso al expediente esperan que, con el apartamiento de González, la causa salga de su estancamiento.
En paralelo, Muszak enfrenta problemas judiciales, por ahora, en Uruguay y España, aunque también tenía operaciones en México y Perú. Esta semana declaró como imputado ante la justicia uruguaya. Lo hizo por Zoom, porque aún pes sobre él la prohibición de salir del país. En ese país, se cuentan a la fecha 600 damnificados por 20 millones de dólares.
En simultáneo, los estafados de Be Capital, otra de las personas jurídicas creadas por Muszak para captar fondos, preparan su propia demanda penal. Be Capital captaba depósitos en negro, según Fernando, uno sus damnificados, “para construir emprendimientos inmobiliarios que nunca vimos. Si Wenance era la fintech, Be Capital era la cueva”. En esta nueva tanda de damnificados, hay ejecutivos y mandos medios de Techint que perdieron los ahorros de su vida.
El negocio de Musak creció gracias a la falta de regulación que consagra la ley de entidades financieras vigente. De acuerdo a esta normativa, la empresa de Musak no es una financiera sino un "proveedor de crédito", lo que le permite un manejo mucho más discrecional.
Un negocio, mil empresas
Muszak captaba fondos a través de distintos fideicomisos, como Fin Top, Fin Up, Créditos al Río, que luego comercializaba bajo la marca Wenance. Pero, a su vez, Wenance estaba partida en varias empresas, “Deuda Cero” para la cobranza, “New Sales” para las ventas y una tercera que ofrecía dinero para compras en cadenas de electrodomésticos como Frávega o Garbarino.
“Era una manera de anticiparse a problemas legales. Así se entorpece cualquier investigación judicial y, si hay alguna medida en contra, se encapsula y el resto sigue operando”, cuenta el ejecutivo despedido.
Wenance es una empresa que prestaba dinero por internet a sectores no bancarizados de la población a tasas altísimas. Desde 2018 acumula denuncias de usuarios y tomadores de crédito por usura y estafa.
Osvaldo Bassano, abogado experto en derecho del consumidor y titular de las Asociación de Usuarios y Consumidores (ADUC) los enfrentó varias veces. uenta que por lo general prefieren hacer arreglos extrajudiciales, porque tienen los recursos y prefieren contener el escándalo.
El 3 de julio pasado dejó de pagar a sus inversores, alegando un “crecimiento de la mora” por “la situación económica del país”. En este nuevo frente de conflicto, enfrenta a empresas, empresarios, políticos y funcionarios judiciales que le confiaron sus ahorros.
Abancens, su ex socio, hoy enfrentado, refuta el argumento de la crisis con una lógica simple. “Si la mora te subió del 10 al 20 o al 30, tenés que rendir el otro 70 u 80, no podés usarlo de excusa y quedarte con todo. Excepto que los ingresos provengan de otro lado y no del cobro de las cuotas. Eso explicaría la actitud de sentarse arriba de la plata".
Ese "otro lado" al que hace referencia Abancens es lo que los expertos en delitos financieros denominan "esquema Ponzi". La definición de esquema Ponzi es cuando lo que se paga como utilidades no proviene de la administración del patrimonio sino de los aportes de capital de nuevos socios.
Uno de los abogados de la querella, el neuquino Milton Kees, autor del único libro existente sobre liquidación de fideicomiso financiero, sostiene que "no hay que perder de vista que el negocio de Muszak no era prestar plata sino vender los préstamos".