Cape Coast Castle, desde sus primeras décadas, fue un epicentro del comercio de oro, madera y textiles. Tras la construcción inicial, los comerciantes ingleses empezaron a involucrarse en el tráfico humano en grandes volúmenes, aprovechando la ubicación estratégica del castillo para obtener ventajas competitivas. Desde allí, podían concentrar recursos y establecer alianzas con líderes políticos locales, asegurando un flujo constante de productos y personas.

Con el tiempo, la dependencia del suministro de esclavizados condujo a la expansión del fuerte, incorporando mazmorras para albergar a un mayor número de cautivos. Esta estrategia permitió a los comerciantes equipar barcos de manera más eficiente, garantizando precios más altos y mayores ganancias que sus competidores más pequeños. A finales del siglo XVIII, la mayoría del comercio en Cape Coast Castle estaba centrado en el tráfico de personas africanas con destino a América.

Tras la abolición de la esclavitud por parte de Gran Bretaña en 1807, Cape Coast Castle fue abandonado. Más tarde, experimentó una transformación significativa al convertirse en un centro educativo y administrativo. En la década de 1990, el gobierno de Ghana lideró una ambiciosa restauración con fondos de Naciones Unidas. Este proyecto no solo buscaba preservar el patrimonio arquitectónico, sino también rendir homenaje a las víctimas y destacar el compromiso de Ghana con la educación y la comprensión de su propia historia.

Estos esfuerzos conjuntos han convertido a Cape Coast Castle en un símbolo vivo de la resiliencia de Ghana y su dedicación a la preservación de su legado histórico. La restauración no solo ha devuelto vida a la estructura, sino que también ha reafirmado el compromiso continuo de Ghana con la memoria histórica y la educación. En última instancia, Cape Coast Castle representa un testimonio tangible de la evolución de un sitio marcado por un pasado doloroso hacia un futuro de reparación que valora la conciencia y la historia.