Era 1982, cuando el padre lo metió al mar, lo paró en una tabla, lo agarró de las manos para darle estabilidad y lo soltó. Así fue la primera vez de Martín Passeri en el surf, a los seis años, en Mar del Plata. Casi 30 años más tarde, en 2011, el seis veces campeón argentino repitió la escena con su hijo, Thiago, cuando todavía no había cumplido dos años... Hoy, 12 después, ambos están en Río de Janeiro, a horas de que aquel nene que hoy es una realidad de nuestro surf debute en el Mundial Junior de la ISA, apenas días después de haber coronado una gira muy especial por Latinoamérica y California con el título de campeón latino U14. El primer gran trip, de casi cinco meses, entre padre e hijo, entre el coach -y surfista vigente- y la nueva joya del surf nacional. “Está siendo un viaje hermoso”, coinciden ambos, sin saber si se refieren a lo que están viviendo por estos días o si son más amplios y en realidad hablan de este pasional camino que transitan juntos desde hace 14 años y que hoy sigue en Brasil.
Desde hace tiempo que Thiago, a caballo de una herencia especial, venía asomando como un proyecto muy interesante, ganando cada torneo de su categoría e incluso siempre compitiendo con muy buenos resultados con chicos varios años más grandes. En el país venía de competir en tres categorías, siendo campeón en U14 y podio en U16 y U18. Estos resultados, a base de su crecimiento, hicieron que Martín planificara el salto internacional, más que nada para que su hijo "desarrollara nuevas habilidades, tuviera exposición a distintas olas y entornos, tanto en el plano recreativo-lúdico como en lo competitivo, con diferentes condiciones de mar y enfrentando a distintos atletas”, informa el padre, entrenador del team Quiksilver Argentina que tiene como figura ascendente justamente a su hijo.
En 2022 ambos ya habían estado en Perú durante dos meses, con la idea de aclimatarse a olas más grandes y equipamientos distintos. Incluso Thiago participó del circuito menor de Perú, quedando campeón en U14 y top 4 en U16. Este año la apuesta fue más ambiciosa. La primera parada fue El Salvador, “en búsqueda de depurar la técnica y crear nuevas habilidades”, según Martín. Estuvo inicialmente en un campus de alto rendimiento con dos coaches brasileños y 20 chicos de la región, y luego en otro en el que dirigió su padre. Eso le permitió llegar afilado para competir en Costa Rica, donde Thiago ganó la fecha de U14 y fue podio en U18.
De ahí se fueron al Caribe panameño a correr olas con otro fondo (de reef), más pesadas. “Me sorprendió cómo Thiago se adaptó y rindió”, aclara papá. De ahí se fueron a California, meca del deporte, donde surfearon en varios spots míticos, como Blacks, Lowers, T-Street, San Clemente y Windansea. “El objetivo era absorber todo lo que ese entorno exigente tiene, con mejores surfistas, mucha gente en el agua y, a la vez, presenciar la preparación de Felipe Toledo, figura brasileña que se entrenaba para las Finales de la WSL, el circuito mundial”, explica Martín.
Thiago también compitió en dos eventos en California, logrando llegar a tres finales. Luego se mudaron a Guatemala y El Salvador, otra vez, para intentar ganar el título que se terminó llevando, el de campeón latinoamericano en el famoso circuito ALAS, tras vencer a un brasileño en la final, además del podio en U18. “Realmente fue un sueño porque pude ganar, hacer amigos y viví muchas experiencias nuevas. Me vengo sintiendo increíble. Muy en forma, enfocado, en sintonía en competencias y con una gran mejora en la técnica y la mentalidad, en comparación hace uno o dos años”, arranca Thiago sobre sus primeras sensaciones. “Me sorprendió cómo me pude adaptar a situaciones que en otros momentos me ponían incómodo o no me gustaban. Me fui del país con algún miedo a olas grandes pero pude afianzarme y mejoré mucho mi nivel en condiciones importantes del mar”, agrega desde las playas de Río, donde -como él dice- tiene “altas expectativas de hacer algo importante”.
“Thiago viene progresando y madurando de una forma rápida. Creció en lo personal, en su toma de decisiones y me impactó cómo se manejó en olas pesadas, con tubos que nunca había surfeado”, es el primer análisis de su padre-coach para luego dar paso a la comparación con su persona. “Es necio y apasionado como el papá, aunque es más habilidoso y receptivo que yo. Tiene mucha determinación, cree mucho en él. Y, además, su constancia es implacable”, resalta Martín.
¿Cómo es para Thiago tener un padre símbolo del surf y que, a la vez, sea su coach? “Muy especial, siempre lo digo. Pero más aún que sepa transmitir sus experiencias y conocimientos, porque a veces pasa que los surfistas profesionales no saben hacerlo. Por suerte, él es un gran profesor. No me pesa ser su hijo, lo llevo con naturalidad y lo aprovecho”, acepta el chico. Papá devuelve las flores, siempre con cautela aunque con una lógica ilusión a futuro. “Yo sé del potencial de Thiago. Pienso que tiene las condiciones para llegar lejos y siento que puede lograr lo que se proponga. Tiene las cualidades físicas y mentales para lograrlo”, analiza.
Thiago, a temprana edad, ya tiene seis sponsors que lo apoyan, grupo que lidera Quiksilver Argentina, que apostó a él cuando estaba por cumplir 9 años. “Básicamente por su herencia, madurez para la edad y cualidades que ya veíamos en el agua. Es un gran deportista en general que decidió dedicarse al surfing. Notamos sus alucinantes progresos y tenemos la misma ilusión que él, de que llegue adonde se lo proponga”, cuenta Chris Troncoso, Director de Marketing de la empresa.
El tema es cómo es ser un talento precoz con tan buenos resultados a tan corta edad. “Sí, eso se me pasa por la cabeza, el ver mis resultados en estos años, pero la verdad es que tengo claro que sigo siendo un chico y quiero seguir disfrutando como hasta ahora”, dice con madurez mientras se ilusiona con una medalla en el Mundial que comienza este viernes en Río. A su lado está alguien con mucha experiencia y pedagogía. “Yo realmente soy quien le saca las piedras de la mochila. No lo presiono, no lo obligo a hacer nada. Y también elijo los momentos para charlar con él sobre las decisiones que puede tomar, siempre intentando que sea un ida y vuelta. Me gusta que se equivoque y, sobre todo, celebramos juntos, como parte de un camino que hemos decidido transitar”.
Hijo de tigre. Y padre de tigre. Así son los Passeri...