“Las reformas que anuncia el presidente electo deben hacerse en la secuencia de orden correcto para evitar poner en riesgo empresas y puestos de trabajo, como ya nos pasó con Macri”. Con esa frase, Julián Benítez, secretario de Comercio Exterior y Relaciones Institucionales de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), resume los temores del sector respecto a las medidas que podrían aplicarse desde el gobierno nacional a partir del próximo 10 de diciembre.
A través de un comunicado difundido el miércoles, la CAIJ manifestó su voluntad de competir en el mercado internacional, si se le garantiza igualdad de condiciones respecto de los otros países.
"La industria argentina del juguete tiene las mismas capacidades productivas que las mejores fábricas del mundo, con tecnología de última generación y recursos humanos calificados para poder competir con cualquier país, pero en igualdad de condiciones", señala, puntualmente, el documento.
La industria del juguete, en nuestro país, emplea a unos ocho mil trabajadores directos y otro tanto indirectos. El 70 por ciento de esa capacidad productiva está instalada en territorio bonaerense. Actualmente, se trata de una actividad volcada mayormente al mercado interno, que tuvo picos de exportación de hasta el 10 por ciento de su volumen que, creen, podrían reeditar y hasta superar si esa apertura cumpliera con determinadas condiciones.
“Es una industria conformada básicamente por pymes familiares, que datan de las décadas de los años cincuenta y sesenta y están en manos de segundas o terceras generaciones”, describe Benítez en diálogo con Buenos Aires/12. “La excepción son algunos jugadores más grandes como Ruibal, Duravit, Mis Ladrillos o Yoly Bell”, explica.
“Lo que ocurrió con Macri fue que, en poco tiempo y todo junto, subieron las tasas de interés, se abrió la importación de par en par, cayó la demanda por falta de poder adquisitivo y el mercado quedó totalmente saturado", señala mientras agrega que "sobre eso, los tarifazos de luz y gas, en una actividad que es intensiva en energía”. Por eso, insiste, “el orden de la secuencia es clave”.
A juzgar por sus declaraciones recientes contra el gradualismo, no es exactamente lo que tiene en mente Milei. Tampoco está claro todavía qué lugar tendrá Macri, el autor intelectual del industricidio anterior, en las decisiones económicas.
En los años siguientes, la industria del juguete transitó un sendero de recuperación a pesar de la pandemia y de lo que Benítez denomina festival de importaciones durante el período de Martín Guzmán a cargo de la cartera de Economía. "Sergio Massa las contuvo pero no las detuvo, se mantuvieron en un nivel estable", explica.
En los meses recientes, con el apoyo de la secretaría Pyme de la Nación, con vistas a ganar mercados internacionales, desarrollaron la marca “Juguete Argentino”, que presentarán muy pronto.
Benítez agrega que “la industria del juguete no es una ni uniforme". "Así como hay nichos que son intensivos en mano de obra en los que nadie puede competir contra China, como los vehículos a radio control, las muñecas barbies y los personajes de películas, hay otros en los que Argentina podría ser un jugador, si no global, al menos regional, como juguetes de playa, bebotes, masas tipo plastilina, pelotas y juegos de mesa”, señala.
"Los costos de algunos países asiáticos responden a condiciones laborales que no respetan libertades de los trabajadores ni garantizan la seguridad de los productos para los niños, por lo que deben mantenerse algunas medidas tendientes a compensar la competencia desleal y asegurar la calidad de los productos que ingresen al país", dice el comunicado de CAIJ.
Ocurre que la del juguete es una industria liviana presente en pocos países. China y Vietnam, en primer lugar, a partir de beneficios de escala y sueldos magros o míseros, luego algunos países de Europa, ensamble o maquila en México y, finalmente, Brasil y Argentina.
Pero, para que eso ocurra, entienden que necesitan “una simplificación tributaria, una reducción de cargas patronales y mejores costos logísticos”. Benítez resalta la admiración de Javier Milei por Donald Trump y las políticas de defensa de la industria estadounidense que este puso en práctica durante su mandato, pero estas no parecen formar parte del credo del presidente electo.
En las últimas semanas previas al balotaje, distintas cámaras y centrales empresarias manifestaron su apoyo al candidato de Unión por la Patria. La CAIJ se mantuvo prescindente. El tono del texto denota la preocupación por el futuro inmediato.
"Entendemos que cualquier propuesta de apertura comercial debe estar acompañada en forma simultánea y proporcional por reformas impositivas, logísticas, financieras y laborales que mejoren la competitividad, para no poner en riesgo la sustentabilidad de la industria argentina del juguete, sus empleos, sus inversiones y su cadena de valor", asegura.