Hace dos años que nos falta, que extrañamos su sonrisa, el brillo en los ojos, los relatos en primera persona de las notas que firmaba. Diana Amancay Sacayán fue asesinada en su departamento del barrio porteño de Flores, dejando de luto a la comunidad lgbti y a las organizaciones de derechos humanos de la región. Desde ese día, el reclamo #JusticiaPorDiana se convirtió en una bandera de lucha, no solo por su muerte sino por las decenas de travesticidios que se acumulan y continúan impunes.
El crimen de Diana ocurrió entre la noche del sábado 10 y la madrugada del domingo 11 de octubre de 2015. Ese fin de semana largo, la mayoría de sus compañerxs del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) se extrañaban por su ausencia en Mar del Plata, donde transcurría el XXX Encuentro Nacional de Mujeres. Ediciones anteriores, Diana solía participar siendo una voz principal en los talleres de travestis y trans. Pero esos días no respondía los mensajes ni llamados. El martes, cuando el encargado vio la puerta entreabierta del departamento, el escenario era el peor.
“Uno de nuestros planteamientos ante la justicia es que se hable de travesticidio, de lo que sucede de forma estructural y se repite sobre los cuerpos de los y las trans y travestis. Aunque no nos vamos a cansar jamás de reclamar, sabemos que el tiempo genera un desgaste en quienes acompañan. Nuestra familia está con una angustia tremenda, precisamos que la justicia se pronuncie”, dijo a Soy Sasha Sacayán, hermano de Diana y actual coordinador de MAL.
El juicio por la muerte de Diana todavía no empieza porque la causa continúa en la etapa de instrucción, es decir, la instancia previa de sumatoria de pruebas. De momento, hay dos principales investigados: Gabriel Marino, de 25 años, y Félix Ruíz Díaz, de 26. Aunque no se descartan otras participaciones, la querella solicitó que se divida el proceso y que Marino sea llevado a juicio oral mientras se siguen investigando otras líneas. Este primer juicio, podría llegar antes de fin de año.
Según Sasha, una cuestión de fondo es replantearse de qué forma son abordados estos casos donde las instituciones tienen responsabilidad (por acción u omisión). “La justicia nunca trató, y mucho menos la policía, a las personas travestis y trans como personas. Nunca se investigó de igual manera sus crímenes ni violencias, por el contrario, se las maltrata y revictimiza. En este contexto de violencia y exclusión, el promedio de vida de 35 años no es casual”.
Mañana, al finalizar el taller travesti - trans en el XXXII Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco, habrá una marcha para pedir justicia por Diana. El punto de encuentro es la escuela N°76 (Avenida 9 de julio 640).