Sobre la escena musical de La Plata no hay poco material. Programas de radio, suplementos gráficos, hasta una película, Pequeña Babilonia. Pero faltaba literatura. "Un libro tiene otro peso en lo simbólico, ¿no? Podía funcionar diferente lo que ya había", se pregunta Leandro de Martinelli, coautor junto a Luciano Lahiteau de "100 discos de La Plata. Una guía eléctrica", un libro que recorre la historia de la música de la ciudad desde 1968 hasta hoy. Partiendo de un concepto que le escapa a los géneros y habla de sensaciones, los autores presentan al mundo un canon personal basado en una amplia investigación, un profundo amor por la ciudad y sobre todo, un compromiso con ser público.

El descubrimiento

Tanto Luciano como Leandro cultivaron durante años un interés por la escena musical de La Plata. "Odiamos la palabra platense", afirma uno de ellos en la videollamada que mantuvieron con Buenos Aires/12 a raíz del libro que presentaron en la capital este fin de semana. Leandro hacía un programa de tres horas en FM Provincia, cuyo núcleo central era la música. Además, fue el guionista de Pequeña Babilonia, un documental que recupera la historia del rock de la ciudad. Luciano colabora para varios medios, como Revista Ñ y La Agenda Buenos Aires. Ambos son autores de libros del tema.

Pero su más importante antecedente juntos es haber formado parte de la mítica revista De Garage. Diario de Rock, que se publicó de forma mensual en la ciudad entre los años 2007 y 2014. "Eso fue como una escuela para nosotros. Nos puso en sintonía con la escena, y nos hizo tomarnos con mucha seriedad lo que pasaba en La Plata", afirma Luciano.

Esos fueron los años canon de la consolidación de la ciudad como escenario de un cambio: la aparición de la música indie, con bandas como Él mató a un policía motorizado, La Patrulla Espacial, 107 faunos. Sin embargo, quienes conocen mejor la historia defienden la idea de que la vanguardia musical ya se había gestado en la ciudad de La Plata muchos años antes.

El libro está orientado alrededor del concepto de "música eléctrica", un término que apareció por primera vez en declaraciones de la banda The Cluster’s Four, el conjunto autor del disco de 1968 con el que abre el libro. Según sus propias palabras, la música eléctrica los hacía dedicarse a ensayar sin un fin, ya que no se les permitia tocar en ningún lugar, por ser un sonido demasiado ruidoso para los demasiado pacatos años sesenta. La música era problemática para los dueños de los bares, y para una Argentina aún bajo el gobierno defacto de Onganía. Pero después de dos años ensayando, alguien les dió una oportunidad.

Cada disco recoge un testimonio de un músico.

"Enseguida se corrió la voz que había un grupo que tocaba en vivo, y el boliche quedó chico(...) Para 1968, La Plata era la ciudad con más grupos de rock por habitante. Cambió totalmente la noche, los jóvenes iban solo a donde se tocara en vivo", testimonia en el libro Cuqui Contardi, miembro de la banda pionera.

"Fue a partir de esa categoría que todos los bares comenzaron a convocar gente, a partir de la música eléctrica. Es ahí cuando la ciudad de La Plata se transforma en la meca de ese tipo de música", afirma Leandro.

Una electricidad latente

Los criterios de modernidad, organización y progreso formaron parte del planeamiento de la ciudad de La Plata desde antes su fundación. Faro moderno, contó con cableado público eléctrico antes que muchas otras ciudades de Sudamérica. Casualidad o no, la genealogía se arma sola. Hay poesía suficiente. Pero ¿cuáles son las razones que hacen a la ciudad de La Plata un lugar propicio para producir una escena musical tan vigorizante?

"Para mí estar lejos de Uruguay favorece", bromea Leandro. Su co-autor, más serio, establece algunas posibles sogas de donde tirar. "Yo creo que la distancia precautoria con la capital y de su imperativo de "pegarla" otorga una cierta relajación. Cuesta mucho ingresar a la escena de Buenos Aires. Nosotros repasamos entrevistas de músicos de los 70s u 80s y dicen cosas respecto a esto que podríamos leer hoy. Si bien eso genera a veces mucha frustración, el no poder pegarla también da un poco de libertad, un descanso de esa presión", afirma Luciano.

Por otro lado, también destacan como razón clave de esta escena la proliferación en la ciudad de diferentes medios artísticos, que se comunican entre sí generando una interdisciplinariedad. "Hay todas cosas pasando todo el tiempo en un ambiente muy chico. Muchos de los músicos de acá de La Plata no son músicos de formación. Son diseñadores gráficos, arquitectos, comunicadores. Eso alienta la producción más desligada de lo pulcro", afirma.

La categoría de aquello que es eléctrico les permitió no guiarse tanto por los géneros, y alejarse de la palabra "rock". En cambio, el recorrido cronológico de los discos parece estar guiado por un concepto de juventud y disidencia frente al orden establecido. Como si se tratara de intentar retomar o indagar sobre las bases del sonido que alguna vez molestaron a los adultos en serio y con eso, armar una genealogía.

Canon y rescates

"Sí buscamos sacarnos de encima ciertos dogmas. Acá el mito es que el rock de la plata empezó con La Cofradía de la Flor Solar, donde tocaba Skay (Bellinson). Y la verdad es que había una movida eléctrica anterior a eso, y eso es hallazgo del libro", afirma Leandro.

Cada disco tiene una ficha con información específica sobre su producción, además de un textual de un músico involucrado. A la vez, se agrega el concepto de "clics", que sería algo así como el "universo más cercano" de cada disco, con otros discos que hacen juego. "No sé si pasa en otros lugares también, pero en La Plata tenemos nuestros propios ídolos. Muchas bandas que aparecen en el libro tienen como referentes a otras bandas de acá, no de Buenos Aires", afirma Luciano.

El resultado es un trabajo de apuestas y rescates sobre un canon ya establecido, con importantes criterios de selección que sus autores siguieron con rigurosidad, discusiones mediante. El impacto que tuvo ese álbum en su momento, qué puede decir hoy de esa época, el estado de sintonía con el tiempo en el que estaba la canción o la música que se hacía en ese momento, entre otros.

El recorrido termina, abruptamente, en 2023, otorgando al lector la sensación de que podría seguir infinitamente. Les interesaba que esas bandas nuevas digan algo de las viejas, y viceversa. Sobre todo, encontrar lo que se mantiene a través del tiempo. "Lo interesante para mí es ver que a pesar de que en muchos otros aspectos de la vida las diferencias generacionales son notables, en la música de esta región hay vasos comunicantes que van muy lejos. Que hay una mirada juvenil de gente que tiene 70 años, quizás", afirma Luciano.

"Yo, personalmente, quiero que sea una especie de aporte. Dar esa información y que quede para que alguien venga, lo sienta propio y se refugie. Es casi política pública", bromea Leandro. Nadie podría dudar de eso. Cuando el lector termina de leer el libro, observa que dejaron como regalo para él cuatro playlists, para continuar recorriendo la historia inabarcable de la música eléctrica de La Plata. Quizás a modo de recordatorio de que no existiría la historia del libro si no existiesen aquellos que deciden escuchar y convertirse en público. Y que eso es más que suficiente.