Victoria Villarruel tiene un objetivo inmediato: reunirse con las Fuerzas Armadas. El viernes, hizo un tour por la Policía Federal Argentina (PFA), la Gendarmería y la Prefectura para mostrar que, pese a las versiones que indican que Patricia Bullrich se haría cargo del Ministerio de Seguridad, ella sigue siendo la abanderada de los uniformados. Más allá del gesto corporativo, Villarruel se reconoce corrida de las negociaciones por llenar los casilleros del gabinete de Javier Milei y –al menos, por ahora– no logró imponer a quien se hará cargo del Ministerio de Defensa, la cartera que más le interesa a ella como hija dilecta de la familia militar.

– ¿Usted va a designar a las personas a cargo de las áreas de Defensa y Seguridad?

–Sí.

El diálogo se registró el jueves 16 de noviembre a las 22.37 entre Villarruel y la periodista Luciana Geuna en el canal de noticias TN. Desde entonces, el objetivo con el que Villarruel llegaba al balotaje parece haberse perdido en el horizonte. Una semana más tarde, a través de una filtración periodística, se instaló que Bullrich volvería a la cartera de Seguridad, que había comandado durante el gobierno de Mauricio Macri. Entre las dos mujeres, no hubo comunicación ese día.

A las pocas horas, Villarruel activó un plan para no ausentarse de la escena de las fuerzas de seguridad. Fue al Departamento Central de la PFA, al edificio Guardacostas de la Prefectura y al edificio Centinela de la Gendarmería. En todos esos lugares, fue recibida con honores. 

La única fuerza de seguridad que no visitó fue la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), la única conformada en democracia y con una conducción civil. Dentro de la PSA corre la versión de que Villarruel posiblemente no comulgue con la idea de que un civil esté al frente de la fuerza y se sentiría más cómoda si la Fuerza Aérea fuese la responsable de la seguridad en los aeropuertos.

Las dos espadas de Villarruel

A las visitas llegó acompañada por dos de sus hombres de confianza, Guillermo Montenegro –homónimo del intendente de General Pueyrredón– y Jorge Eduardo Lenard Vives. Sus nombres suenan como los candidatos de la vicepresidenta para hacerse cargo de las carteras de Seguridad y Defensa-

Montenegro es abogado y nació en 1975 –al igual que Villarruel. Es su asesor más cercano en la Cámara de Diputados y ahora es diputado electo por la provincia de Buenos Aires. La acompañó el miércoles cuando visitó el Senado para entrevistarse con Cristina Fernández de Kirchner por la transición en la Cámara Alta. Villarruel salió sonriente de ese trámite, pero sin foto para exhibir de su encuentro con la dirigente política a la que ella dice que combate desde 2003.

Según publicó La Nación, Montenegro es hijo de un militar. En pleno gobierno de Macri, era parte de Cambiemos y muy cercano con José Luis Acevedo, exlegislador porteño y actual presidente de Autopistas Urbanas Sociedad Anónima (AUSA). Montenegro se reconoce peronista y acérrimo antikirchnerista.

Vives, por su lado, es un coronel retirado del Ejército. En 1980, se recibió como subteniente del arma de Caballería. Es oficial de inteligencia y del Estado Mayor. Tiene una licenciatura, además, en Estrategia y Organización. Durante el gobierno de Macri, fue el responsable de investigaciones de la Aduana, que estaba en manos del excarapintada Juan José Gómez Centurión. El nombre de Vives aparece en una causa de espionaje: la que orbita alrededor de Marcelo Sebastián D’Alessio, que se jactaba de reunirse con los hombres de la Aduana que –según él– respondían a Elisa Carrió. En una publicación de X (exTwitter) de noviembre del año pasado del Centro de Estudios en Defensa y Seguridad de la República Argentina, Vives es presentado como expositor del Instituto Hannah Arendt, que dirige la líder de la Coalición Cívica.

Montenegro y Vives tienen otro punto en común con Villarruel: integran la fundación Oíd Mortales que ella preside. Montenegro es su director ejecutivo; Vives, el responsable de las áreas de Seguridad y Defensa. Es una curiosidad que el coronel retirado encarne ambas materias porque Villarruel pregona que deben ser asuntos separados. Oíd Mortales, como reveló Página/12, es un sello nuevo para una marca vieja. En realidad, es la Fundación Tridentina para los Valores Clásicos, que fundó el teólogo Gustavo Corbi. En los primeros meses de la dictadura, Corbi estuvo a cargo de la Sección Religión de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Después fue colaborador de Cabildo, la revista procesista.

Todos los intereses de la futura vice

En el Gobierno comentan que Vives sería el enlace designado para interactuar con el Ministerio de Defensa, actualmente a cargo de Jorge Taiana. Sin embargo, nadie se comunicó por ahora con la cartera para iniciar el traspaso. El dato es relevante porque muestra que en esta materia también hay indefinición dentro de las filas de Javier Milei. Tampoco hubo contactos con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) –otro de los espacios en los que Villarruel pretendía tener injerencia. Allí, el enlace es el abogado Silvestre Sívori, que fue el responsable de Jurídicos del Ministerio de Transporte durante la era Cambiemos, que estaba bajo control de Guillermo Dietrich.

Después de que se filtrara que volvería a Seguridad, desde el entorno de Bullrich hicieron trascender que ella pide que Defensa sea para Luis Petri, que la acompañó como candidatos a vicepresidente. Otro de los nombres que surgen desde Juntos por el Cambio es el de Federico Pinedo, a quien en el oficialismo le reconocen más méritos para encabezar el ministerio. “Por lo menos fue parte de la comisión de Defensa en Diputados”, dicen al pasar.

Para Villarruel, Defensa es un área estratégica. Hizo campaña con la promesa de dotar de mayores recursos a las Fuerzas Armadas y con el compromiso –a diferencia de la motosierra que se le pasará a todas las áreas– de subir el presupuesto. Todavía es un interrogante qué pasará.

Lo único cierto es que Villarruel prepara una recorrida por los “sitios más emblemáticos” de las Fuerzas Armadas para los próximos días. En una entrevista en La Nación Más, la vicepresidenta electa dijo que estaba en tratativas con los militares.

Una lectura que hacen algunos funcionarios es que Villarruel está tratando de garantizar su base de apoyo, representada por la familia uniformada. Otra lectura es que la indefinición podría jugarle a su favor, si canaliza bien el lobby y el aval de las fuerzas. Villarruel se mueve como pez en el agua entre uniformes: su padre era un teniente coronel –a quien ella recuerda como héroe de Malvinas y olvida su reivindicación por haber “luchado” contra la “subversión”-- y su abuelo materno era uno de los historiadores más reconocidos de la Marina. Ella construyó su propio camino con más de 20 años en organizaciones pro-militares que justifican lo actuado durante la dictadura y buscan que los militantes de los '70 terminen presos.

Villarruel tiene también intereses en la justicia. Todavía se desconoce cómo será su relación con Mariano Cúneo Libarona, designado por Milei para hacerse cargo de la cartera que actualmente ocupa Martín Soria. Cúneo estuvo en la Corte Suprema el jueves pasado, pero el tema que le interesa a Villarruel –que es lesa humanidad– no se abordó en la charla, dijeron fuentes del tribunal. La Corte tiene para resolver un pedido de reapertura de la causa por la muerte del coronel Argentino Larrabure –que se la adjudican al PRT-ERP–. En la Cámara Federal, hay otro sobre la bomba que explotó en Coordinación Federal en 1976. En ambos expedientes está presentado el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv) que preside Villarruel. En Comodoro Py dicen que no habrá novedades en la causa de Coordinación Federal hasta el año próximo.