Hay algunas cosas que parecen ser fijas, tradicionales y estables, pero que en verdad son más bien deformes. Que pueden amoldarse a los deseos y los caprichos y las ganas de cada persona. Por ejemplo, una familia. No hay nada en este mundo que determine qué es y qué no es una familia, ni tampoco cómo hay que conformala. La multiplicidad de familias que hay en este mundo es muy basta, a pesar de los sesgos que priman en el mundo real, esos que dicen que sólo puede ser con una madre, un padre y un par de hijos biológicos. No. Las cosas pueden diferentes, pueden ajustarse a deseos propios que se corran de lo que se fue estableciendo de manera arbitraria. Por ejemplo, existe la adopción, es decir, esas ganas de querer maternar o paternar porque sí y sin vínculos biológicos de por medio. Hay muchas maneras de hacer esto y algunas de esas maneras fueron registradas en Red: Familias por la adopción, una muestra de fotografías de Nora Lezano, inaugurada en el Centro Cultural Recoleta, que busca concientizar acerca de la adopción pensándola como la restitución del derecho de todas las niñas, niños y adolescentes a crecer dentro de una familia.
La producción de esta exhibición estuvo a cargo de la gestora cultural Rocío Irala Hernández y la productora audiovisual Patricia Carrascal. En total se pueden ver unas 22 fotografías, que a su vez están acompañadas por textos que narran las 13 historias que conforman Red. A través de estos ejemplos se da cuenta de la manera en la que se construyen vínculos desde la diversidad. Se muestran otras formas de hacer comunidad, de vivir en familia, de deconstruir ese modelo ideal y tradicional que se ha extendido en el inconsciente colectivo de la sociedad durante décadas.
Los retratos de Lezano captan historias de adopción de grupos de hermanos por distintas familias, de maternidades trans, adopciones de papás o mamás que deciden seguir adelante solos y adopción de niños con discapacidad, entre otros casos. Esta exhibición es la unión de distintas formas de estar en el mundo, de los distintos modos de vivir en familia.
Actualmente, hay 1777 familias inscriptas en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos. Casi el 90% de los anotados sólo aceptarían niñas o niños de hasta 3 años. Esta cifra baja al 19% hasta 8 años y a 1%, para mayores de 12. Más del 80% de los postulantes no aceptaría que las chicas y chicos tengan alguna discapacidad o problema de salud y si se trata de hermanos, si son hasta dos, un 40% los aceptaría. Hasta tres, solo un 2%.
Para repensar, discutir y reflexionar sobre todo esto, en los siguientes días ocurrirán diferentes actividades alrededor de la muestra. Todas serán gratuitas. Los horarios y los días de las actividades están disponibles en la cuenta de Instagram de la exhibición: @red_familiasxadopcion.
TRAMA AFECTIVA
La actriz Inés Estévez decidió formar su familia con dos niñas adoptadas. Junto a su expareja se anotaron en el registro de adoptantes y cuando les preguntaron si aceptarían niños con enfermedades tratables o reversibles, dijeron que sí. Luego, conoció a las hermanas Cielo y Vida. Tenían 1 y 2 años, ambas con discapacidad: Vida tiene un retraso madurativo y posee algunas herramientas de autovalimiento, mientras que Cielo tiene parálisis cerebral. Sin embargo, esto no fue una traba para que quisieran seguir adelante con el proceso de adopción para que se conviertan en sus hijas.
Estévez fue invitada a escribir el texto curatorial de Red: Familias por la adopción. Allí dijo: “La importancia del linaje ha estado históricamente unida a uno de los motivos más prosaicos y ajenos a cualquier tipo de amor: la posesión. Mientras ese mandato somete a adultos y niños a padecerlo, se sobredimensiona la crianza de hijos de otra sangre, desnaturalizando un mecanismo de supervivencia tan antiguo como el mundo: prácticamente todos los seres del reino animal son capaces de asumir el amparo de crías ajenas. Frases como “la sangre tira” tergiversan la realidad y evitan la verdad. A los vínculos hay que construirlos. (...) Nacer de un vientre no te hace hijo; ser amado, cuidado, nutrido y acompañado, sí. Parir no te hace madre, procrear no te hace padre, criar sí”.
La trama de historias que aparecen en esta exhibición confirman lo que dice Estévez, de que no es necesario parir o procrear para armar familia. En una de las fotos de la muestra se retrata la historia de Nicole Vázquez, una mujer trans uruguaya que, sin haberlo planeado, se transformó en la madre de dos chicos. Un día, recibió un llamado de un juzgado uruguayo. Del otro lado del teléfono le dijeron que un sobrino suyo, de ocho meses, estaba judicializado y que necesitaba a algún familiar que pudiera hacerse cargo. Ella era la última opción disponible que tenía la justicia uruguaya: todos los familiares anteriores habían dicho que no.
Nicole viajó a Uruguay para conocer a Jefferson y empezó una cruzada judicial para que pudiera convertirse en su madre. Lo primero con lo que se encontró fue un sesgo de género, ya que la jueza que debía otorgarle la tutela se la negó por ser trans -consideró que su identidad le iba a impedir hacerse cargo del chico-. Este no es un problema que sucede únicamente en el país vecino, como se señala en uno de los textos de la exhibición, “en la Argentina, las adopciones de personas trans son todavía muy pocas, a pesar que la ley permite inscribir a postulantes de cualquier identidad sexual o expresión de género. Esto se debe a que todavía el Poder Judicial y la sociedad en su conjunto tienen muchos prejuicios acerca de las maternidades y paternidades trans”.
Después de dos años, logró conseguir la tutela y ese mismo día se enteró que Jefferson tenía un hermano de nueve años. Viajó a conocerlo, le preguntó si quería irse con ellos y desde entonces Jefferson, Esteban, Nicole y su pareja viven todos juntos.
Las idas y vueltas de las historias familiares son complejas y misteriosas. A veces, el propio sistema termina separando hermanos cuando no todos son adoptados por la misma familia. A veces, esa fractura se da por el propio curso de la vida, pero hay casos en los que se revierte. Esto pasó con los hermanos Agustín, Axel y Kevin. Estuvieron 7 años institucionalizados, durante ese tiempo su progenitora los visitó y en varias oportunidades la vieron embarazada, pero nunca conocieron a esos otros hijos. En 2017 apareció Andrés, una persona que había decidido ser padre solo y formar una familia monoparental -un 25 % de las inscripciones son para formar familias de este tipo-. Adoptó a los tres hermanos y se fueron a vivir a la Isla Paulino, en el Delta de Berisso.
En ese mismo momento, en La Plata, una pareja recibió un llamado de un juzgado para avisar que tres hermanas buscaban hogar, pero que sólo dos podían ser adoptadas. Tony y Gladys adoptaron a Tiara, de 5 años, y a Mercedes, de 4. Después, cuando se pudo, sumaron a Mía, de 3 años. Ya con la familia conformada, Gladys asistió a una reunión de grupo de apoyo sobre procesos adoptivos en la que también estaba Andrés. En ese encuentro ambos descubrieron que sus hijos eran los hermanos que habían sido separados tiempo atrás. Después de organizar un encuentro para que todos se conozcan, las dos familias empezaron a compartir desde cumpleaños y festejos, hasta inquietudes y miedos. Estos son apenas tres historias de las que habitan en esta muestra. Solo una parte de las múltiples maneras que hay para formar una familia, para estar en el mundo acompañado.
ROCK FAMILIAR
Por el lente de Nora Lezano pasaron, probablemente, los artistas más importantes de las últimas décadas. Desde Charly García, hasta Gustavo Cerati, pasando por María Onetto y hasta el joven Dillom. Ahora, todas estas familias también posaron por delante de su cámara. Y en vez de hacer unos retratos tradicionales, Lezano puso a jugar a todas las familias: esa cultura rockera que registró -y registra- con su lente está impresa en estas imágenes que habitan el Centro Cultural Recoleta. “Decidí involucrarme en el proyecto por mi completo desconocimiento sobre el tema de la adopción. Desde mi rol de fotógrafa podía hacer un montón para hacerlo visible, para que más gente como yo supiera de estas historias, así que no dudé un segundo”, dice la artista.
Todas las imágenes tienen una sensación lúdica, es como si Lezano hubiera puesto a jugar a los hijos y los padres y las madres a ser superestrellas de rock. “Quise descontextualizarlos, sacarlos de sus lugares, de sus casas para unificarlos en sobre un fondo gris en un estudio -dice Lezano-. Fue un gran desafío para mí retratar a gente que nunca había estado delante de una cámara, y trabajar con su timidez, con su resistencia, con sus inseguridades. Quise mostrarlas divertidas, cero solemnes, empoderadas, fuertes para mostrar que pueden construirse vínculos en la diversidad”.
Esta exhibición no es un puñado de historias de autosuperación, sino más bien un mapa que muestra los múltiples caminos que pueden recorrerse para armar una familia. Es un intento por dar cuenta de la diversidad de hogares que pueden construirse, una manera de deconstruir la idea preestablecida que se tiene sobre este tema. Y la mirada de Lezano, en este contexto, le agrega brillo y fantasía a estos relatos. La luz de los escenarios se transforma en la luz del flash de la cámara de esta fotógrafa. Y las familias son las estrellas que hacen brillar al show.
Red: Familias por la adopción puede visitarse en el Centro Cultural Recoleta. De martes a viernes, de 13.30 a 22, y sábados, domingos y feriados desde las 11.15. Gratis.