Desde hace algunas semanas, la ciudad está empapelada con la grilla de la segunda edición del Primavera Sound Buenos Aires. Debajo de Blur, Pet Shop Boys y Beck se puede leer The Blessed Madonna, nombre que seguramente no es tan conocido como los de la primera línea. Y que incluso genera duda. Pero The Blessed Madonna no tiene nada que ver con Madonna Louise Ciccone. No es un tributo ni nada por el estilo. Tampoco es un grupo, sino el álter ego de la productora de música electrónica Marea Stamper. Cuando inició su carrera, la estadunidense eligió llamarse The Black Madonna debido a su fe católica. Sin embargo, en 2020, a raíz de un pedido de Change.org (basado en la sensibilidad racial), adoptó su actual nombre artístico. De todas formas, sí estuvo a pocos pasos de conocer a la reina del pop. Tras el éxito de Future Nostalgia, Dua Lipa la convocó para que remixara el álbum. Entonces, para la versión de “Levitating”, la DJ convocó a Missy Elliott y a la mismísima Madonna para que pusieran sus voces al servicio de esa relectura del tema: eso se convirtió en uno de los aciertos de Club Future Nostalgia.
“Madonna nunca me habló en mi vida”, reafirma Stamper, al otro lado del Zoom, desde Londres. “No me dijo nada acerca de mi nombre artístico ni del remix que hicimos. La adoro con tanta fuerza que me tiraría en el piso sólo para que camine por encima de mí. Fue un honor trabajar con ella, pero sucedió en pandemia. Como estábamos encerrados, no la vi a ella, ni a Dua Lipa ni a Missy (el remix de “Levitating” fue el primer single de ese álbum). Lo más cerca que estuve de Madonna es la amistad que tengo con Honey Dijon (DJ trans que actuó en Buenos Aires en mayo pasado), porque son muy buenas amigas. Ese remix, al igual que Club Future Nostalgia completo, cambió mi vida para siempre”. Ese trabajo, en el que también colaboran Joe Goddard, Mark Ronson y Kaytranada, rankeó bien alto en las listas de los discos más populares de la música dance de 2020.
Cuando este domingo se suba a las bandejas de su escenario en Parque Sarmiento (el Stage Barcelona), a las 22:55, no será la primera vez que lo haga en Buenos Aires. The Blessed Madonna ya había actuado acá en 2019, pero como The Black Madonna. Por más que parezca un nuevo comienzo, la artista confiesa que tiene una relación fluida con la Argentina. “Muchas de las personas con las que trabajo y con la que hago mis discos son argentinas. Hasta la propietaria de la casa en la que vivo en Londres es argentina”, arranca. “La Argentina fue el primer país donde tuve un club de fans. Los invité a todos al festival. Estoy emocionada con este regreso porque lo siento como una especie de vuelta a casa. Lo que sí no conozco mucho es la música que se hace allá, salvo por la cumbia y por DJs como Hernán Cattáneo. Pero sé que es una locura el nivel de producción que hay”.
Si bien su performance en esta ocasión será un DJ set improvisado que dependerá del lenguaje corporal del público, según ella misma advierte, The Blessed Madonna alternará tracks ajenos con los creados por ella. De su cosecha 2023, destacan el EP Carry Me Higher (lanzado el 17 de noviembre), y los singles “Mercy” (en el que colaboró el cantante de R&B Jacob Lusk) y “Shades of Love” (donde canta el grupo sudafricano The Joy). Seguramente a ellos se sumará “Marea”, tema que firmó con el enfant terrible de la música electrónica británica, Fred Again. “En los casos de ‘Mercy’ y ‘Shades of Love’, las fotos de las tapas de los singles están basadas en situaciones de fiesta reales que me pasaron”, explica. “Simplemente, quería que la gente supiera lo que deseo transmitir a través de mi música o de mis sets”.
-Tu single “Mercy” cuenta además con un remix de los neoyorquinos Masters at Work, iconos en la escena de la música house desde los años '90, lo que legitima aún más tu carrera.
-Cuando Louie (uno de sus dos integrantes, sobrino además del salsero Héctor Lavoe) actuaba en Chicago, yo era quien le llevaba el agua. Él seguramente no recuerda eso, pero hoy nos movemos en los mismos círculos y tocamos en los mismos lugares. Y para mí eso es un honor. Que alguien de esa estatura en la música dance te apoye no sólo te legitima sino que es un sueño personal. Sigo admirándolo como cuando era chica. Me quedó embobada cada vez que lo veo. Al momento de hacer el remix, lo invité a Londres. Fue una experiencia increíble.
-Es notable esa influencia porque tu sonido está muy empapado por la historia de la música house.
-Absolutamente. Es una combinación de house, techno, góspel y disco music. Todo eso junto sintetiza el alma del Chicago house.
-Hoy, que la mayoría de los DJs apelan por el crossover, ¿te atreverías a probar con otros estilos de la música electrónica?
-En ese sentido, estoy por todos lados. Quiero decir que eso es hoy una necesidad. No podés ser fundamentalista de una sola cosa. Tuve sets que duraron nueve horas. Comenzaba lento y terminaba bien al palo, como los alemanes. Cuando empecé a formarme en la música electrónica, iba a fiestas en las que había house, techno, hardcore, disco y drum and bass. Y me encanta ese espectro tan amplio, aunque es cierto que siempre termino volviendo al house.
-Tomando en cuenta que venís de las rave caseras y del under norteamericano, ¿sentís que ya jugás en la Primera División de la música electrónica?
-Parece que sí. Lo que pasa es que sigo sorprendida. Mi vida tuvo tantos idas y vueltas que no hay nada más surrealista que ir en un taxi en Italia y escuchar tu propia música en la radio. Pero le estoy muy agradecida a Club Future Nostalgia porque me demostró que aún conservo la capacidad de la sorpresa y la intuición para seguir explorando.