Tenía que suceder algo así como una catástrofe para que Independiente se quede afuera de los cuartos de final de la Copa de la Liga y, en consecuencia, el Rojo salió a jugar muy confiado de que la suerte estaría de su lado en Córdoba. Evidentemente, el equipo de Carlos Tevez no contaba con el ímpetu que hubo del lado local: un Talleres endiablado que le arruinó la fiesta, en sintonía con Rosario Central, que con su triunfo desplazó al Rojo de los puestos de clasificación.

Independiente dependía de sí mismo. Inició el partido ubicado como tercero en su zona, tres puntos por encima del quinto (Central, que visitaba a Arsenal) y con dos goles más de diferencia. Un empate le alcanzaba y, de lo contrario, a sacar cuentas.


Entonces, la búsqueda del 0-0 ni la disimuló. Casi que no pateó al arco en la primera parte y su castigo llegó sobre el final de la misma: Buffarini calculó mal un despeje y, para su desgracia, la pelota le quedó al paraguayo Ramón Sosa, de jornada inspiradísima. Marcone lo bajó en la puerta del área y le entregó un tiro libre ideal a Rodrigo Garro. El zurdo homenajeó lo mejor que pudo a Diego Armando Maradona y la puso por encima de la barrera, en el ángulo más lejano de Rodrigo Rey.

Lejos de reaccionar, Independiente exhibió nuevamente un andar desganado en el segundo tiempo. Ni siquiera el ingreso del movedizo Santiago Toloza lo despertó. Por el contrario, Talleres fue una máquina de generar peligro, aprovechando la endeblez de la dupla central roja. Y al rato de que le anularan un gol por una posición adelantada muy finita, Valentín Depietri se desquitó con el 2-0.

La jugada tuvo un origen curioso. Kevin López reclamó una infracción en ataque y agarró la pelota con la mano, a lo que el árbitro dio tiro libre para Talleres. Guido Herrera sacó un pelotazo muy preciso para la velocidad notable de Sosa, quien hizo lo que hizo con el no tan rápido Joaquín Laso. El paraguayo mandó el centro para que Depietri también le gane a Cristian Báez y defina ante el indefenso Rey a los 61.

Para entonces, en el banco rojo se sufría tanto como los televidentes que asistían a los comentarios de Fernando Niembro. Y, como si fuera poco, a los 68 llegó el tercero tras un pase de novela de Garro y definición de Sosa -otra vez haciendo gala de su velocidad- ante Rey. Al guaraní lo ovacionó todo el estadio y no pudo evitar las lágrimas.

Independiente estaba noqueado y Talleres se aseguraba la clasificación a la próxima Libertadores. Pero sobre el final, el Rojo se decidió a tomar cartas en el asunto, cansado de esperar un favor de Arsenal (debía empatarle a Central) y descontó por duplicado -Alexis Canelo a los 83 y Giménez Rojas a los 89- para volver a la vida.

Envalentonado, el DT hasta mandó a la cancha al goleador Martín Cauteruccio en busca del milagro, que estaba a un gol de distancia y casi sucede por obra y gracia de Giménez Rojas. Pero su cabezazo dentro del área chica fue despejado de manera estupenda por Herrera para asegurar el 3-2 final.


Así, Independiente se quedó sin cuartos de final por goles a favor (igualó con Central en puntos y diferencia de gol, pero los rosarinos hicieron 17 tantos mientras que los de Avellaneda, 15). De todos modos, teniendo en cuenta cómo agarro el equipo Tevez -peleando la permanencia- nada que ningún hincha rojo hubiera firmado de antemano.