La audiencia de ayer en el juicio por los crímenes ocurridos en la comisaría de Monte Grande y Puente 12, dos centros clandestinos de detención de la dictadura, tuvo su nota distintiva en el gesto de Raquel Robles, hija de desaparecidos. Cuando la audiencia había comenzado, con el represor Miguel Etchecolatz en el banquillo de los acusados, ella mostró su torso desnudo. Más tarde subió esas fotos a Facebook y la red social se las borró. Las fotos que siguen visibles son las que se colgaron en paquete sin individualizar.
“Dónde está mi mamá?” y “¿Dónde está mi papá?” se había escrito Robles debajo de cada pecho. En la espalda, también había un interrogante para el ex comisario: “¿Dónde está Julio López?”; una pregunta que sigue sin responderse desde el 18 de septiembre de 2006, cuando en la víspera de la primera condena a perpetua del policía desapareció el testigo clave de aquel juicio.
Integrante del grupo que fundó HIJOS, Robles es hija de Gastón Robles y Flora Pasatic. Ambos fueron secuestrados en abril de 1976, recién instalada la dictadura, y fueron vistos en Campo de Mayo. Su madre estaba embarazada y pudo haber dado a luz a fines de ese año.
Al parecer, las fotos fueron sacadas de la red por una supuesta cuestión de moral y apego a las buenas costumbres, por lo cual, para evitar censura, debieron ser subidas con retoques en el pixelado.
Las imágenes de Robles desnuda de la cintura para arriba fueron captadas por la fotógrafa Julieta Colomer, quien también las subió a Facebook .En la misma red social, tras la censura de las fotos, Ángela Urondo Rabey, hija del poeta Francisco “Paco” Urondo y Alicia Raboy, también víctimas del terrorismo de estado, escribió:
“Un cuerpo que es testimonio de vida. Un cuerpo que fue hecho de otros cuerpos, que no sabemos donde están. Un cuerpo que prueba su existencia y su propia procedencia. Un cuerpo subversivo, desnudado y expuesto. Un cuerpo frágil. Un cuerpo con heridas abiertas y pezones que han dado de mamar hasta hace muy poco. Un cuerpo que acumula experiencia y se brinda generoso en su dolor y en su rabia para expresar las preguntas fundamentales que muchos de nosotros nos hacemos a diario. Un cuerpo valiente, que demuestra lo que somos y sentimos frente al genocidio. Ese cuerpo que me representa, fue censurado”.
Robles sostuvo, minutos después de aquel gesto, en un juicio que no incluye el caso de sus padres, que “Estamos en pelotas frente a la Justicia. Somos cucharitas de plástico luchando contra armas largas. Hay que empezar a decirlo”.