Desde Marrakech

No falla casi nunca: si un país de la periferia eurocéntrica ocupa un lugar destacado en la agenda internacional de noticias, es porque ocurrió algo malo. Así fue el último 8 de septiembre, cuando un terremoto con epicentro a 70 kilómetros al sur de la ciudad Marrakech de 6,8 en la escala de Richter destruyó gran parte los pueblos de la zona, especialmente los ubicados a los pies de la Cordillera del Atlas, que recorre 2.400 kilómetros del noreste de África. Casi 300 muertos, 5.500 heridos y pérdidas materiales por valores multimillonarios, además de la destrucción de varios monumentos y lugares históricos, convirtieron a este movimiento de las placas tectónicas en la peor tragedia de la historia moderna de Marruecos, dejando una herida que difícilmente cierre en el mediano plazo. Ante ese escenario, era lógico que la 20º edición del Festival Internacional de Cine de Marrakech se hiciera eco del suceso durante su gala de apertura, mostrando los trabajos de apoyo y entrega de donaciones realizadas por la fundación que lo organiza.

“En un mundo atravesado por crisis y tensiones mundiales, el cine de ser un lugar de encuentro capaz de servir como herramienta para el diálogo y la comprensión intercultural”, dijo la presentadora apenas levantó el telón oficial del festival. Y así lo hará –o lo intentará– este evento nacido hace dos décadas con la idea de cumplir el mismo rol que ha tenido Marruecos durante gran parte de su milenaria historia: fungir como puente entre el norte de África, los países árabes y Europa. Si antes ese puente lo recorrían materias primas y soldados de múltiples imperios, la idea es que, al menos durante una semana, lo hagan películas.

El festival, que se extenderá hasta el próximo sábado, presenta una programación integrada por 75 producciones –mayormente largometrajes– provenientes de 36 países. A diferencia de la edición 2022, cuando la presencia del cine nacional fue nula, este año habrá tres películas con participación argentina realizadas en esquemas de coproducción: El otro hijo, del colombiano Juan Sebastián Quebrada; Eureka, segunda colaboración entre el realizador Lisandro Alonso (La Libertad, Los muertos, Fantasma) y Viggo Mortensen nueve años después de Jauja, y El auge de lo humano 3, nueva exploración de los límites del lenguaje audiovisual a cargo de Eduardo “Teddy” Williams.

De paso reciente por el Festival de Mar del Plata y la cartelera nacional, El otro hijo integra la Competencia Internacional junto a otros 13 títulos, entre ellos la chilena Penal cordillera, de Felipe Carmona. Los encargados de elegir al ganador serán los ¡nueve! integrantes de un jurado pletórico de estrellas que incluye desde la actriz estadunidense Jessica Chastain hasta el actor y realizador australiano Joel Edgerton, pasando por su colega sueco Alexander Skargard. Eureka y El auge de lo humano 3, por su parte, forman parte de la sección 11º Continent, que nuclea siete películas con apuestas formales ajenas a los modelos más tradicionales. La programación se completa con los apartados Gala –que engloba títulos de renombre exhibidos en carácter de preestreno continental–, Proyecciones especiales, Panorama marroquí y Cine para audiencias jóvenes.

Chastain y Edgerton son el mascarón de proa de un tendal de invitados de primer nivel, ya sea por la masividad de sus rostros o por el prestigio que cosechan en el circuito de festivales. Es así que durante esta semana la alfombra roja del imponente Palais des Congrès –epicentro del festival y sede de tres salas, incluyendo la Salle des ministres, que noche a noche alberga la función más relevante de la jornada– será pisada, además de por los jurados, por Tilda Swinton, Isebelle Huppert, Matt Dillon, Viggo Mortensen y los realizadores Bertrand Bonello, Naomi Kawase y Matteo Garrone. El viernes pasaron por allí Willem Dafoe, de visita para una charla sobre su carrera, y el danés Mads Mikkelsen, quien recibió un premio a la trayectoria de manos de su colega Willem Dafoe y presentará algunas proyecciones de una retrospectiva compuesta por tres películas –A Royal Affair (2011), la oscarizada Otra ronda (2020) y la reciente The Promised Land (2023)– de una filmografía que incluye más de cien. El otro homenajeado será el realizador, guionista y actor marroquí Faouzi Bensaïdi.

La jornada inaugural culminó con la proyección de Hit Man, el flamante largometraje de Richard Linklater. El director, se sabe, suele trabajar con el tiempo como materia prima, ya sea materializándolo (Boyhood, en la que registró el proceso de crecimiento de un personaje desde los cinco hasta los diecinueve años) o vislumbrando las consecuencias de su inexorable avance (la “trilogía del amanecer”). Su obra también se caracteriza por la fuerte impronta existencial, de duda constante de sus personajes sobre el sentido de la vida (las animadas Despertando a la vida y Una mirada a la oscuridad), así como también por representar como nadie la errancia y la despreocupación propias de la adolescencia (la seminal Slaker, Rebeldes y confundidos, Everybody Wants Some!!).

Hit Man, flamante largometraje de Richard Linklater

Pero hay otra zona, sin duda menos transitada, que es la comedia negra. Negrísima. De esa tonalidad estaba teñida Bernie, en la que Jack Black interpretaba a uno de esos tipos que de tan buenos son insoportables, y que establecía una compleja relación con una mujer mayor viuda y adinerada. A esa paleta oscura vuelve a recurrir Linklater para delinear los contornos de esta historia basada muy libremente, al igual que Bernie, en una historia real, en este caso narrada por el periodista Skip Hollandsworth en el magazine Texas Monthly.

No pasa mucho tiempo para que alguien le diga a Gary (Glen Powell), un profesor de Filosofía y Psicología en un colegio secundario cuya vida apacible es la fachada de su otro oficio, el de infiltrado policial, que los hit men (término que puede traducirse como asesino a sueldo) no existen y son una creación de las industrias culturales. El muchacho, desde ya, se equivoca, pues ante la suspensión de un compañero le asignan a Gary la misión de, justamente, hacerse pasar por un hit man para agarrar infraganti a quienes quieran contratar sus servicios. Hasta que llega una potencial cliente, y todo se pone para arriba. La vida de Gary y, con ella, la propia película. No conviene adelantar demasiado sobre un film adquirido por Netflix a cambio de 20 millones de dólares que pronto tendrá un lanzamiento mundial. Solo que avanza como una locomotora por una variedad de géneros que abarcan desde la comedia de acción hasta el film noir y hasta algunos pasos de las high school movies. Imposible imaginar un mejor comienzo para el Festival de Marrakech.