Bandidos rurales
Si bien Wessex había sido una zona al sur de Inglaterra antes de que las fronteras del país quedasen claramente delimitadas, la prosa de Thomas Hardy, a fines del siglo XIX, concibió ese lugar como una creación ficticia inspirada libremente en Dorset, Berkshire, Oxfordshire, Wiltshire, Somerset y Hampshire. En el Wessex de Hardy se despliegan varias de sus novelas como la exitosa Lejos del mundanal ruido, ícono del romanticismo inglés, y también, varios de sus poemas. La popularidad del escritor y su obra determinó que entre 1900 y 1913 se embarcase en la escritura de una guía donde brindaba datos de la vida real de la zona y el modo en que había imaginado a sus personajes moviéndose en ella. Incluso, llegó a delinear mapas y planos arquitectónicos. Porque Hardy, en su juventud, había sido arquitecto. Hace poco tiempo, se encontró un lote de fotos de ese viaje que hizo junto a su amigo Hermann Lea: mientras Hardy tomaba apuntes, Lea utilizaba una cámara casera para retratar la vida de la bucólica Inglaterra de entonces y sus personajes. Ahora, estas 259 fotografías (la mayoría inéditas) acaban de ser subastadas en The Forum Auctions. El director general de esa casa de subastas, Rupert Powell, calificó estas imágenes como “únicas”. Powell le dijo a la BBC: “Lea tomaba fotos con su increíble cámara con telescopio casero e incluso apuntaba el nombre real del lugar, el nombre ficticio y a qué personaje estaba vinculada esa zona. Decía: ‘Ahí es donde Clym Yeobright cortejó a alguien de The return of the Native', o ‘Ahí es donde Angel Clare estaba haciendo algo en Tess of the D'Urbervilles’, Incluso algunas inscripciones aparecen en verso”. Estas fotos testimonian la vida rural del sur de Inglaterra cien años atrás. Y también ponen en evidencia el ingenio de Lea, que creó un gran angular para poder captar los amplios paisajes que Hardy empleaba en su obra.
Binarismo go home
Un equipo de arqueólogos de las universidades de Huelva y Sevilla que excavaban en el suroeste de España encontró una losa funeraria que data de la Edad de Bronce o de Hierro y que puede cambiar nuestra comprensión de los antiguos roles de género en la sociedad ibérica. Es probable que la losa –descubierta en un complejo funerario de 3000 años de antigüedad en Las Capellanías, en Cañaveral de León– haya cobijado la tumba de un hombre importante ya que tiene dibujos que incluyen rasgos faciales detallados, manos y pies, dos espadas y genitales masculinos. Pero también, un tocado y un collar, que eran símbolos de status. Los arqueólogos reconocieron que esta iconografía “es muy rara” y entra en conflicto con la mayoría de los dibujos en tumbas descubiertos anteriormente. De hecho, ahora es posible pensar que los pueblos ibéricos antiguos tenían una idea distinta de los roles de género. Porque si bien los tocados y collares en esta zona suelen asociarse con formas femeninas, la presencia de armas como una espada denotaría un guerrero masculino. “La losa de Cañaveral de León pone en crisis ideas que quizás sean más nuestras que de nuestros antepasados”, reconocieron los investigadores en un comunicado citado por The Independent. “Los rasgos dibujados aquí muestran que los roles sociales representados por estas iconografías eran más fluidos de lo que se pensaba. Quizás ciertos objetos como las espadas, podían ser usados por hombres pero también por mujeres”, señalaron.
Mantener vivo el fuego
En distintos lugares del mundo, sobreviven los coleccionistas de objetos en extinción. Es el caso de Angelus Matcncover Club, un grupo de gente que se dedica a coleccionar cajitas de fósforos arty. El problema es que los dibujos con afán estético ya no forman parte de las cajas actuales así que las pesquisas son cada vez más dificultosas. Desde sus inicios en 1951, el club se ha dedicado a apreciar todo lo relacionado con estas pequeñas reliquias. En una de las reuniones recientes del club en Pasadena, unos 15 miembros le mostraron sus colecciones a Los Angeles Times. Un miembro atesoraba las dedicadas México; otro, a las líneas aéreas. Un caballero colecciona cajas dedicadas a los panchos y papas fritas. Un miembro más joven se encarga de rastrear otras con logos de restaurantes clásicos de Los Ángeles. La presidenta del club, Denise McKinney, explicó la tradición y la terminología de esta forma de coleccionismo. “Una cosa son los features, donde no sólo las cajas tienen diseño sino también los fósforos. Y otra son los bobtails, que son aquellas cajas cuyo packaging fue sufriendo modificaciones de diseño, lo que hace a las más nuevas, obviamente, de menor valor”, explicó. “Una caja de fósforos es un pedacito de historia”, afirmó McKinney: “Cuando sostengo una en mi mano, sé que alguien la tuvo hace 60 años y de alguna manera la conservó. Sentís como si hubieras retrocedido un poco en el tiempo y aprendés mucho sobre la sociedad, la cultura y todo tipo de pequeñas rarezas”.
La receta magistral
El Comegalletas o Cookie es uno de los personajes icónicos de Plaza Sésamo. Azul, peludo, adorable, con dos ojos saltones que tienen vida propia, el bicho se dedica a eso, a comer galletitas. Pero su avidez es tan extrema que termina haciendo un desastre muy punk de migas que van a parar a cualquier lado menos a su boca. Tiene sentido ya que este monstruito fue creado en la década del '60 por Jim Henson, el artífice de los Muppets, para un comercial de General Foods Canadá. Sopan Deb, cronista de The New York Times, decidió averiguar de qué están hechas las galletitas que obsesionan a Cookie. Y descubrió que si bien son galletas reales, horneadas especialmente para que el bicho las haga bolsa, no son muy deliciosas. Resulta que las cookies son reales, más o menos. La receta, a grandes rasgos, es una mezcla para panqueques que incluye arroz inflado, nueces y café instantáneo, con agua en la mezcla. Las chispas de chocolate se hacen con barras de pegamento caliente, esencialmente gotas de pegamento de colores. No tienen aceites, grasas ni azúcares porque eso mancharía a Comegalletas. Son comestibles, pero apenas. “Algo así como una golosina para perros”, reconoció Lara MacLean en la entrevista hecha por Deb. Ella es la cocinera de esta fórmula visualmente sexy pero no muy exquisita. MacLean ha sido una “coordinadora de títeres” para Jim Henson Company durante casi tres décadas: comenzó como pasante en Sesame Workshop en 1992 y ha estado trabajando para el equipo desde entonces. Para cada episodio, dependiendo del guión, MacLean horneará, en promedio, dos docenas de galletas. No hay un horno lo suficientemente grande en su lugar de trabajo en Nueva York, por lo que MacLean hace casi todo en casa. Antes de que MacLean reinventara la receta allá por los 2000, el equipo creativo detrás de Plaza Sésamo usaba versiones de galletas de arroz, que se pegaban demasiado en el pelaje de Cookie. También probaron con goma espuma pero estaba claro que era utilería así que tampoco funcionó. Incluso ahora puede pasar que los rodajes no salgan según lo planeado. El bicho apareció en Saturday Night Live en 2010 cuando Jeff Bridges era el presentador. Durante el monólogo de apertura, Bridges cantó a dúo con Cookie. La galleta que Bridges debía ofrecerle se rompió en su bolsillo de así que cuando la sacó, solo tenía la mitad. Igual improvisó y sacó la otra mitad mientras el monstruo exclamaba encantado “¡Esto es dos veces mejor!”.