JUEGA O MUERE 5 puntos
All Fun and Games; EE.UU./Reino Unido/Canadá, 2023
Dirección: Eren Celeboglu y Ari Costa.
Guion: J.J. Braider, Eren Celeboglu y Ari Costa.
Duración: 76 minutos.
Intérpretes: Asa Butterfield, Natalia Dyer, Benjamin Evan Ainsworth, Laurel Marsden, Annabeth Gish.
Estreno en salas de cine.
Por presupuesto, duración y ambiciones, de haber sido producido por algún gran estudio en los años 30 o 40 Juega o muere entraría definitivamente en la categoría de film clase B. Pero la ópera prima de Eren Celeboglu y Ari Costa se estrena en pleno siglo XXI y esa definición en su etimología más rigurosa no aplica en absoluto, aunque el mote de “film de terror independiente de presupuesto nada holgado” le cabe a la perfección. La descripción precedente poco y nada tiene que ver con virtudes o deméritos: se sabe que con pocos billetes se han creado obras inmortales y, por el contrario, las mediocridades multimillonarias nunca escasean. Tal vez el peor defecto de All Fun and Games, su título original en inglés, sea precisamente su cualidad derivativa, la enésima regurgitación de los lugares más comunes que el slasher viene practicando desde hace cincuenta años. Todo comienza con una maldición, pero a diferencia de lo que ocurría en la saga Evil Dead, en la cual un libro atraía las pestes demoníacas más virulentas, aquí el hallazgo de un cuchillo centenario con extrañas inscripciones no permite el humor ni el disparate.
Los extraños crímenes tienen lugar en Salem, ciudad con historial violento si los hay, y el guion admite sin reservas que las brujas no sólo existen, sino que las hay en cantidades industriales. O al menos eso es lo que pueden inferir los protagonistas, tres hermanos y un grupo de amigos que cierta noche inolvidable caen en la cuenta de que algo ha poseído a uno de ellos. Y luego a otro. Es el hermanito menor quien comienza a hacer cosas extrañas, como si en su interior habitara alguien más, una entidad, y luego le llega el turno al mayor (el británico Asa Butterfield, el chiquito de La invención de Hugo). Parece ser que siglos atrás, en plena caza de brujas, un niño fue víctima del bullying más salvaje, participando a la fuerza de juegos crueles y sanguinarios. Como consecuencia, quien hoy empuña su cuchillo cae en las garras de una posesión innegociable. Así empiezan los juegos como El ahorcado, las escondidas u otros placeres infantiles tradicionales, reconvertidos en maldad pura y dura. Y así también la reunión de un grupo de jóvenes termina en matanza, sin máscaras a la vista pero con la misma intensidad de un Jason o un Freddy.
Será la hermana del medio, interpretada por Natalia Dyer (su rostro es inmediatamente reconocible por su participación en Stranger Things) la encargada de intentar resolver el misterio, restablecer la normalidad y terminar de una vez por todas con la maldita maldición. Es de agradecer la duración de 76 minutos, aunque el guion parece agotarse antes de la marca de la hora, acumulando despanzurramientos con imaginación relativa y algún que otro susto generador de respingos (el viejo truco del sonido sorpresa, cortesía de la dupla Val Lewton-Jacques Tourneur en los buenos tiempos de la RKO), amén de un par de secuencias que parecen robadas de una pesadilla de Frodo al ponerse el anillo. Juega o muere es un clásico meta palo y a la bolsa. O, en este caso, meta cuchillo y al otro lado.