Una criatura mitad hombre, mitad pájaro tocando la flauta; una vaca con alas repletas de ojos; gigantescos caracoles en guerra; un jabalí vistiendo pantalones; un esqueleto dando un show con gaita; conejos armados; una mujer vomitando demonios… Este tipo de insólitos personajes -con formas y proporciones bastante discutibles- abundan en pinturas, grabados, tapices y manuscritos iluminados de la Edad Media, como se ha ocupado de recopilar y publicar regularmente una popular cuenta de X, previamente Twitter, desde 2019. Fue entonces cuando abrió en la otrora red del pajarito Weird Medieval Guys, que hoy suma casi 700 mil seguidores, atentos a cada nuevo posteo de lo que ha resultado ser un verdadero muestrario de divertidas extrañezas. Detrás de la iniciativa, por cierto, no está una historiadora de arte sino una chica formada en ciencia de los datos, la estadista Olivia Swarthout, muchacha con residencia en Londres que ha logrado interesar a medievalistas e investigadores de distintas partes del mundo con su peculiar pasatiempo.
O.S. decidió crear una plataforma para estas ilustraciones raras de artistas anónimos del Medioevo, que mostraban una perspectiva fascinante de los márgenes de su tiempo, tras bucear entre archivos online de museos y bibliotecas, y advertir que existía “un costado menos solemne y sombrío al que habitualmente asociamos a este período histórico, al que mucha gente reduce a superstición, religión, represión”. Evidentemente su idea de echarse unas risas no solo prendió entre miles y miles de adeptos virtuales; también le ha valido un contrato editorial: Swarthout acaba de publicar Weird Medieval Guys: How to Live, Laugh, Love (and Die) in Dark Times, un libro que reúne algunas de las mejores y más extravagantes imágenes que ha encontrado, y que está recibiendo estupendas críticas. En tono elogioso, el diario inglés The Guardian, sin ir más lejos, escribió sobre el volumen: “Se supone que el arte que mejor comunica el espíritu de su época es también el arte que la trasciende; por eso valoramos lo virtuoso, lo original y lo profundo. Pero, a veces, el arte que más nos revela sobre un momento es precisamente el contrario: el torpe, transitorio, profano, desconcertante”. Y divertido, por cierto.