Los movidos festejos por el centenario del nacimiento del poeta Hamlet Lima Quintana llegan a su fin junto al año, mediante el lanzamiento de la segunda parte de Canciones para no morir, extraordinario disco homenaje que contiene treinta y nueve piezas escritas por el poeta de Morón, y versionadas por sendos músicos, bajo la producción musical del guitarrista y cantor José Ceña.

La obra sin fines de lucro es bicéfala no solo por sus partes –la primera está subida en redes, desde setiembre- sino también por el origen de los temas. Unos radican en obras inéditas, musicalizadas especialmente. Y otros directamente fueron grabados por primera vez, gracias a partituras rescatadas por la familia Lima Quintana, y redistribuidas por Silvia Majul y Eduardo Fisicaro, encargados de la producción en general.

Urge empezar a contar el Volumen II, el que salió este jueves, por el sesgo conmovedor que respira el track 5: la voz del mismo Hamlet, narrando la maravillosa en su tristeza “Canción para Carlos Alonso”, donde el poeta sublima en su pluma y su voz el secuestro y la posterior desaparición de “Paloma”, la hija del pintor y militante de la Juventud Peronista, en julio de 1977. “Y lloraba, les juro que lloraba”. 

La versión, de las más imprescindibles y bellas del disco, data de 1991 y es un registro en vivo, tomado en el Teatro del Auditorio Fundación Astengo de Rosario, con la presencia del compositor de su música, Enrique Llopis. 

Imprescindible y bello es también lo que hacen las voces colindantes de Teresa Parodi y el Coro de SADAIC dirigido por Damián Sánchez en “Juanito Laguna remonta un barrilete”, huella grabada para la ocasión, cuya música pertenece a Iván Cosentino, inspirada en aquel cuadro de Berni pintado en 1973, como símbolo y síntesis de la niñez marginada. 

La tercera llave maestra para acceder al mundo Hamlet a través de la belleza es, por peso específico, historia y solidez en la interpretación, “Zamba para no morir”. A Víctor Heredia le tocó en suerte recrearla sustentado musicalmente por Joaquín Errandonea, Raúl Cerviño y Daniel Homer.

Otra forma de acceso directo a la obra homenaje a Hamlet recala en la variedad de géneros musicales que visten sus poemas. Por este andarivel, transita de hecho la especie de tango-milonga que abraza “Si duele mi presencia”, otra de las piezas grabadas para la ocasión, en este caso por Laura Albarracín y Mónica Abraham, en voces; más Joe Tortul, en piano, y el trío “Tango Revirado”, que conforman Martin Lima -hijo de Hamlet- en bandoneón; Marcio Sánchez en violín, y Facundo Estefanell en contrabajo. La ranchera que arropa “Séptimo Vuelo”, bajo la voz de León Gieco, la música de Luis Gurevich y la participación de Manu Sija en violín, bajo, cuatro venezolano, guitarra acústica, hang sample y percusión. O el atildado huayno que viste “El antiguo”, otra perla del tándem Hamlet-Llopis, interpretada en este caso por Mery Murúa y Paola Bernal, con Migue Rivaynera en guitarra.

El agasajo al vate de Morón tiene otros puntos de alto impacto en la versión que hace y cede Litto Nebbia de “Espejo de los dos”; en la intervención de “Chiqui” Ledesma junto a Matías Furió, en bombo, y Pablo Fraguela, en piano al servicio de la chacarera “Pal Marito Arnedo”, del tándem Hamlet-Mierez; en Raly Barrionuevo y su visita a “Hermano”, cuya música pertenece al maestro Carlos Guastavino, y en la sangre que le pone Felipe -otro de los hijos de Hamlet- al poema “Transferencia”, acompañado por el bandoneón de su hermano Martín. Esa elegía que papá les dejó como pulsión de vida: “La muerte miente cuando anuncia que se robara la vida / como si pudiera cortar la primavera”.

El volumen II completa entonces al I, poblado por “Gente necesaria” y “Situación personal”, dos poemas “de y por” el homenajeado. “Yo no me voy de la vida”, tonada ejecutada por el dúo cuyano Orozco-Barrientos; la inclaudicable zamba “La Amanecida”, que Quintana concibió junto a Mario Arnedo Gallo en la casa de los Farías Gómez, a cargo de Divididos, el "Mono" Izarrualde, la Orquesta Filarmónica de Mendoza y el maestro Jaime Torres. La primera parte conlleva también las participaciones de Marian Farías Gómez, que sumó su voz a través de “Palomas en la luz", tango cuya música pertenece a Carlos Cabrera, y que la cantora grabó junto a Llopis a principios de la década del ochenta. Y ahora volvió sobre ella, pero con Daniel Binelli, en bandoneón; Julio Perecini, en violín, y Guillermo Ferrer, en contrabajo, y Gustavo Fedel, en piano

El broche final del año celebratorio se suma entonces a los homenajes que Lima Quintana ya recibió en Italia, España, México, Brasil, el Festival de Cosquín y en el Centro Cultural Kirchner, lugar este último donde ocurrió el estreno –justo el día del cumple 100 de Hamlet- en la Argentina la obra del Diario del Regreso, que el vate criado en Saladillo concibió junto a Oscar Cardozo Ocampo en 1999.