En el partido de Exaltación de la Cruz, en el centro Néstor Kirchner-FATICA, este sábado se celebrará el décimo Encuentro Nacional de Salud, donde más de 10 mil trabajadores y trabajadoras del sistema sanitario se reunirán para debatir sobre los desafíos que afronta la salud pública de cara al futuro. 

Nicolás Kreplak, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, dialoga con BuenosAires/12, resalta la importancia de los encuentros nacionales y repasa sus ideas a días de la asunción de Javier Milei a nivel nacional y del comienzo de una nueva gestión de Axel Kicillof en el gobierno bonaerense. 

--¿De qué se tratan los encuentros nacionales de salud? ¿Para qué sirven?

--Este ya es el décimo encuentro nacional de Salud, son eventos muy grandes. Después de tantos años haciendo esto, logramos mantener discusiones constructivas desde las experiencias, que al cruzarse entre sí, trazan lazos y generan conocimientos que son compartidos por aquellos que componen el sistema sanitario. En Exaltación de la Cruz esperamos 10 mil personas, y según las inscripciones, el 60 por ciento participará por primera vez. Es una jornada muy participativa que dura nueve horas, hay mesas de discusiones de temáticas sobre los cuidados de la salud, la defensa de los derechos, enfermería, salud y mental y muchas más. Lo hacemos porque para nosotros la clave siempre está la integración del sistema sanitario, por eso también vienes obras sociales y muchos sectores del país. 

--También estará la Feria Sanitaria.

--Sí. A lo largo de todo el día, las organizaciones sociales, las radios abiertas y las bibliotecas populares se encuentran con colegas que han pasado por las mismas situaciones, ya sea desde el cannabis medicinal hasta el trabajo con pibes en recuperación por adicciones. Comparten sus vivencias y ese es el valor de la comunidad.

 --¿Qué sensaciones nota en el entramado sanitario luego del triunfo de Javier Milei?

--Hay muchísima angustia y tristeza, pero al mismo tiempo, en la provincia ganó ampliamente el proyecto de Axel Kicillof, que tiene a la salud como uno de sus ejes centrales de gobierno. Nosotros defendemos la salud pública, tenemos una enorme construcción en ese sentido y no queremos que se sienta que todo está perdido. Hay que organizarse y ser lo más eficaces posibles en este tiempo que seguramente será doloroso, para ayudar al pueblo de todas formas. Los trabajadores de la salud gestionamos vidas, por lo que debemos tener mucha responsabilidad, escucha, encuentro y armado de equipos. 

--¿Existe una hermandad particular entre los integrantes del sistema sanitario?

--El que no está en salud no sabe cómo se trabaja, piensa que son sólo medicamentos y vacunas, pero somos miles y miles de trabajadores organizados que utilizamos insumos si es que hay, y si no, utilizamos nuestras herramientas y nuestras experiencias. Argentina tiene un sistema de salud muy grande, muy significativo y muy potente. Hay críticas sobre su base cuando se lo compara con países de altos ingresos y alta cobertura, como Inglaterra o España, pero en el contexto latinoamericano, Argentina tiene un sistema sanitario y educativo que son una enorme conquista social. Lo que viene va a ser muy duro para todos, desde el que trabaja en el sector privado hasta el que no. Será muy doloroso ver cerrar clínicas, es algo feo y va a pasar.

--¿Qué ocurre con el sector público cuando se dan estas circunstancias?

--Cuando aparecen estas situaciones, y viendo las cosas que prometieron durante la campaña, el sector público va a tener mucha más gente para atender y menos recursos, porque si viene una estanflación lo que cae es la recaudación, y nosotros funcionamos en parte por esa recaudación. Cuando la situación social de las personas está peor, todas las enfermedades crónicas se descontrolan y el trabajador no puede dejar de ir al laburo para hacerse un control. Entonces cuando la situación llega al extremo, aparece gente con un pie diabético para amputar. Se desbordarán las guardias, las urgencias y empeoraremos la calidad de vida. La pobreza y la exclusión se relacionan con todo y de muchas maneras, pero con la salud tienen una llegada directa y muy dolorosa. Hace muchos años no vemos desnutrición aguda y ojalá no ocurra, pero recuerdo el 2001, cuando bajo circunstancias parecidas los pibes no comían y se consumían su propio cuerpo. 

--Milei prometió que reduciría la cartera nacional a una secretaría ¿Qué significaría para la Provincia?

--Sería terrible. Al principal problema del sistema de salud, que es la fragmentación, se le agregará la pobreza y las malas condiciones sociales. El problema de la fragmentación es que, si se toma una decisión sanitaria, luego para ejecutarla no hay capacidad de gobierno. La forma de ordenar eso es tener un ministerio de Salud fuerte, que tome decisiones y que todas las provincias acatemos y acompañemos, y así cada municipio y cada servicio de hospital. En caso de que lo conviertan en secretaria, existen cuestiones legales obligatorias que el área deberá cumplir, como la compra de medicamentos que están por ley, pero al no tener ministerio nacional carecemos de presencia, planificación, financiamiento, vigilancia epidemiológica y una persona que conduzca con autoridad y jerarquía. Ya pasó con Mauricio Macri y fue una calamidad. Reaparecieron enfermedades y todos los hospitales fueron un desastre.

--¿Qué se necesita para ser ministro de la cartera sanitaria?

--Un ministro debe saber mucho de salud. Excepto por el paso de Graciela Ocaña, los ministros solemos ser médicos o trabajadores de la salud. Mi carrera duró siete años, sumado a cuatro de residencia y dos de maestría. Pasaron quince años para que pueda decir que tengo experiencia. No es que uno se sienta en el ministerio de Salud y entiende de qué están hablando porque tiene vocación política. Esto también es muy técnico. Hay que estudiar y trabajar. No sé quién vendrá en el nuevo gobierno nacional, pero si fuera una persona que no tiene rango para tomar decisiones, puede ser alguien que tranquilamente firmará cosas de las que no tiene ni la menor idea. 

--¿El trabajo sanitario hecho en la provincia es capaz de resistir los embates que podrían llegar a partir de las medidas nacionales?

--El principal balance es que lo que sucedió durante la pandemia fue heroico. No tiene comparación con los niveles de inversión de otros países. Además, en la provincia de Buenos Aires se hicieron muchas cosas, hubo una inversión enorme en lo laboral, se incorporaron muchísimos derechos, se incrementaron las formaciones y las capacitaciones, se hicieron muchas obras en los hospitales y los servicios, y se invirtió en tecnología, con aparatología pesada como tomógrafos y demás. Todo eso sucede acá y tiene que ver con el trabajo de integración y coordinación junto a los municipios, pero también a nivel nacional, porque abrimos seis hospitales del Bicentenario de alta complejidad, que hoy están abiertos y son financiados por los dos gobiernos. A pesar de ello, hay que destacar que Salud no es una cosa aislada a la sociedad, es un reflejo de lo que le pasa al pueblo. Si el pueblo está pobre y come mal, vendrá enfermo.

--¿Cree que ese trabajo durante la pandemia fue valorado?

--La pandemia fue un episodio muy particular, que abarcó dos años de la gestión siendo el tema central y el único del cual se hablaba. Que no se haya abordado en toda la campaña electoral es un error grave, porque en materia de salud, Argentina tuvo la mejor performance de toda la región sin ninguna duda. Incluso mejor que países muy poderosos como Estados Unidos, o Brasil, y comparable con los mejores países del mundo en materia de bienestar social, como Alemania y Francia. Esto se ve en los números de muertos por habitantes, enfermos, y en que en ningún momento pasamos por la horrible situación de que alguien no tenga una cama.

--¿Qué falta por hacer?

--Varias cosas. Desde la perspectiva del sistema, debemos lograr mayor integración y equidad en los salarios de los trabajadores, que si bien están ganado más, hay unos pocos que ganan mucho y eso tergiversa la distribución. Debemos fortalecer la previsión y el armado de las redes, para tener más claro quién hace qué cosa. Pero en cuanto a la gente, si uno enfoca desde ese lado, debe haber menos tiempo de cola para acceder a un turno, menos listas de espera para cirugías, y debemos reducir mucho la violencia institucional, que existe de los trabajadores hacia los pacientes, de los pacientes a los trabajadores, entre los trabajadores y demás. Debemos reconvertir el sistema de salud en ese sentido y que vuelva a ser un lugar de contención. La palabra 'hospital' viene de 'hospedar' y 'hospitalidad', pero en vez de ser un lugar de cuidado y cariño, pasó a ser un lugar de distancias. Debemos luchar y trabajar para lograr ese cambio cultural.

--La previa del encuentro fue este viernes y estuvo a cargo de los más jóvenes. ¿Cómo fue la experiencia?

--Si, comenzamos con el Encuentro Nacional de Estudiantes de la Salud, donde 600 pibes y pibas de las carreras de salud vinieron de todo el país para encontrarse y discutir. Primero sobre el rol de la universidad y los estudiantes, porque estamos en un momento en el que el derecho a la educación pública está en una encrucijada. A partir de ahí, los chicos trabajarán sobre las diversas situaciones y experiencias sumamente interesantes que se dan en las múltiples carreras relacionadas con la medicina.

--¿Qué buscan?

--Carreras que sean más innovadoras en la formación y que estén más cercanas a la realidad de nuestro territorio. Que no sea estudiar medicina con la bibliografía de Europa o Estados Unidos, sino pensarla en nuestro contexto. Eso viene sucediendo muy bien durante lo últimos años, sobre todo en las nuevas universidades. Empezar a vincular a la universidad y a los trabajadores con lo que viene en el futuro es clave.

--¿El Kreplak estudiante imaginaba ser ministro alguna vez? 

--No creo haber soñado con nada en particular, yo milito hace mucho tiempo en salud y hace ocho años llegué a ser viceministro de Nación. No tenía la ambición de ser ministro, es parte de un camino que desarrollamos entre varios de nosotros. Me siento cómodo y puedo no ser ministro, soy docente y médico de hospital, y podría volver a ese rol que me gusta mucho. Lo que sí, siempre seré militante.

--¿Con qué sueña?

--Es un contexto raro para soñar, pero apuntamos a avanzar en la integración del sistema y a mejorar mucho la presencia del sector público, para tener mejor articulación entre el Estado, la seguridad social y el sector privado. Lo que quiero lograr, el objetivo, es que no importa dónde uno viva, cómo lo haga y qué tipo de cobertura tenga, sino que uno sepa cuál es el derecho a la salud, qué herramientas tiene y cómo las ejecuta. Que sepa a dónde ir, con qué médico hablar, y que esté claro. Como pasa con la escuela, yo sé que mi hija va a cierto horario, que las notas vienen en el cuaderno, y que después del jardín está la primaria, la secundaria y la universidad. La salud debe ser igual y es el trabajo que debemos lograr. En estos años avanzaremos con tecnología, digitalización, y recursos que lo hagan más eficiente y equitativo. Esperemos que las condiciones nacionales hagan su parte del trabajo y nos acompañen.