Quevedo finalmente debutó en Buenos Aires. Sucedió el viernes a la noche en un Movistar Arena gobernado por centennials. De hecho, mientras la estrella española de la música urbana cantaba Pero tú, un grupo de púberes rezagados padecían la angustia de no poder ingresar al estadio por no cargar encima sus DNI. Ya habían pasado 20 minutos del inicio del show, y el cuentaganado digital advertía que faltaban 30 personas para colmar las más de 14 mil localidades que salieron a la venta este julio.

Quevedo actuó ante sus fans porteños a un año y medio de hacer historia junto a Bizarrap en la BZRP Music Sessions #52 (que llegó al número 1 de escuchas globales en Spotify) y a 10 meses de la salida de su primer álbum: Donde quiero estar. Dos temas de ese trabajo inauguraron el repertorio, Yankee y Sin señal, a los que les secundaron el trap Piel de cordero y el reggaetón Respuesta cero.

Esa fue un poco la dinámica de estilos por las que deambuló este madrileño que hizo de las Islas Canarias su hogar. De hecho, en la segunda parte del recital hasta hubo una cuota de música dance. Todo esto con el triángulo equilátero como eje de su puesta visual y con el artista en su soledad yendo de un lado a otro del escenario. En ningún momento le quedó grande. Aunque también hubo invitados en los 80 minutos de performance. En el primer tercio del setlist, su colega argentino Rei apareció con un fernet "viajero" (aquek que mundializó Lali Espósito en su paso por el prime time de la televisión española) para unir voces y fuerzas en la canción que le rinde tributo a la bebida cordobesa. Previamente sonó un mix de Dame y Lisboa, y después invocó el remix Cuéntale, que le dio cierre al bloque inicial.

Mientras se escuchaba un piano entre las sombras, el triángulo del inmenso led se iluminó a manera de anuncio del comienzo de un nuevo segmento. Ahí Quevedo cantó Me falta algo, para luego manifestar lo increíble que era para él actuar en vivo lejos de su casa. El ánimo subió de la mano del trap Mi nena, seguido por esa suerte de kuduro firmado con Lola Indigo: El tonto. Las luces se volvieron a apagar y dentro del equilátero se proyectó un mash up (en blanco y negro) de videos de clásicos del reggaetón, que Comenzó con Don Omar y terminó con Descontrol, de Daddy Yankee. Y en el medio sonó Tego Calderón con Pa' que te rocen. Era el inicio del segmento del jangueo.

Foto: gentileza de prensa Quevedo

El telón se levantó con el hit Wanda, y a continuación hubo un popurrí de Mamichula, Apa y Lacone. El MC de 21 años confesó que ése era el momento favorito del recital. De camisa y pantalones cortos rosa, YSY A, todo un experto en la magia del remix, invadió el escenario para hacer su aporte en el house Lugares. Y en ese plan pistero se mantuvo Polaris, en el que el break y el reggaetón fijaron su dialéctica. El canario estacionó ese tramo de su recital en el dembow. Buenas, No pienso llamar y Vista al mar pueden dar fe de ello.

Por más que le pidiera a ese joven y novel público entregado (en ocasiones hasta el llanto) que saltara y bailara en sus lugares para no pisar o incomodar a sus vecinos, la guardia médica del Movistar Arena recibió a varias chicas compungidas. El clímax de la histeria desatada la encarnó una rubia que salió de la zona del campo casi sin poder respirar. En tanto, el ídolo mantenía la compostura, De la misma forma que lo hacen esos ídolos suyos que hoy oscilan entre los 30 y 40 años.

Compuesto por 16 canciones, de Donde quiero estar destacan Punto G y Playa del inglés, que junto a Vista al mar dan cuenta de la cotidianidad insular en el noroeste de Africa del artista nacido en las canteras del freestyle. "Lo que trato de demostrar en este disco es la manera en la que busco y encuentro dónde quiero estar: en mi isla, con los míos, los que están ahora y han estado siempre. Es mi casa, donde me siento yo y donde no me falta de nada", explica en el comunicado de prensa que acompaña al álbum.

En la última parte del show, antes de desenfundar Punto G y la canción que tiene en calidad de featuring a su admirado Myke Towers, el rapero señaló: "Cuando me dediqué profesionalmente a la música, una de las cosas que siempre dije es que apenas pudiera compraría una casa con vista al mar". Lo que sirvió de introducción para Vista al mar.

Si bien se despidió con Cayó la noche, el artífice regresó con un par de bises. Se los esperaba desde hace rato, al igual que a Duki. Lo reclamaba el propio público, cuyos padres ya no se escandalizan porque ellos canten "Ese culo está cabrón…" o "La beibi se ha oferta'o el día en la playita Duro/ le doy, pero ella nunca se quita". Tal como versa Yatekomo, que brilló por su ausencia en el repertorio.

Y tras desenvainar Columbia, título que portaba uno de los modelos de remeras que se vendía en el merch oficial y el blue, llegó la que se sabían todos y todas: Quédate. Ese fue el himno que patentó con Bizarrap (a partir de esa sesión 52), y que le valió que esta semana la ciudad fuera tapizada con vía pública que la daba la cálida bienvenida.

Foto: gentileza de prensa Quevedo


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