Desde Brasilia
Con la muerte de Henry Kissinger se “abrirá una nueva etapa” en las investigaciones y es posible que "tengamos más precisiones" sobre el Plan Cóndor. Esa es la tesis de Jair Krischke, el mayor experto en Brasil y una de las referencias mundiales sobre los asesinatos y desapariciones perpetrados en acciones conjuntas por las dictaduras sudamericanas en los años setenta y ochenta.
Que el ex secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional haya fallecido la semana pasada a los cien años en su residencia de Connecticut “es un hecho que selló su impunidad e impidió definitivamente su indagación judicial. Al mismo tiempo, tornará más factible la desclasificación de los archivos que Estados Unidos mantuvo guardados bajo siete llaves durante décadas”, dice en esta entrevista con PáginaI12, Krischke que fue consultor de la justicia argentina y testigo ante la italiana en los procesos sobre el Cóndor.
"Muy pocos papeles sobre Kissinger y su relación con el Cóndor se han liberado hasta ahora – apunta Krischke - pero no tengo dudas de que esa cerrazón está terminándose. Los papeles pueden empezar a divulgarse en un año, en dos, en cinco años. Realmente no creo que el presidente (demócrata) Joe Biden esté interesado en liberarlos enseguida, de lo que estoy seguro es que varios documentos acabarán por tomar estado público".
"Recordemos el asesinato del presidente (John Fitzerald) Kennedy del cual se cumplieron 60 años en noviembre. Al principio el gobierno estadounidense creó la Comisión Warren para tapar todo diciendo que el culpable fue un tirador solitario. Después comenzaron a conocerse documentos secretos y hoy en día hay un consenso respecto de que hubo una conspiración. Me temo que con Kissinger pasará lo mismo. Hoy se sospecha que estuvo involucrado con el Cóndor. En los próximos años posiblemente quedará demostrado que fue la persona clave de esa red terrorista".
"Desde mi punto de vista los grandes crímenes del Cóndor fueron en alguna medida idea de Kissinger. Y de no ser así, él estuvo al tanto de los atentados que estaban siendo planeados", especula el investigador brasileño.
Goulart y Neruda
Habiendo tantos casos pendientes de esclarecimiento, "cuáles son los que deberían ser investigados prioritariamente?", preguntó este diario.
"La muertes del expresidente brasileño Joao Goulart y el escritor chileno Pablo Neruda – señala Kirschke – permanecen envueltas en una nebulosa creada para confundir a la opinión pública. Pero después de haber seguido esos casos con especial interés considero que ambos fueron víctimas de asesinatos planeados meticulosamente por el Cóndor. Y posiblemente fueron envenenados".
En el caso de Goulart uno de los agentes encargados de espiarlo a sol y sombra tras dejar Brasil, declaró que se habría introducido una sustancia letal en los medicamentos que consumía habitualmente por prescripción de sus cardiólogos. El expresidente laborista murió el 7 de diciembre de 1976 en su estancia de Mercedes, en la provincia de Corrientes, frente a su estado natal de Rio Grande do Sul. Y sus restos fueron autorizados a ingresar a Brasil bajo la condición, ordenada por la dictadura, de que no se les realice una autopsia, la cual sólo sería practicada en 2013, durante un gobierno democrático, el de Dilma Rousseff. Ese año los peritos encontraron "sustancias" tóxicas en el cadáver enterrado en la ciudad riograndense de Sao Borja.
Pero hasta el momento los estudios realizados en laboratorios extranjeros no llegaron a resultados concluyentes sobre un envenenamiento.
La exhumación del Goulart "lamentablemente fue muy apresurada, y para peor se dio participación a la policía federal, una institución que como sabemos no tiene un pasado de compromiso democrático. Lo que se debe sacar como primer balance es que si antes de la exhumación había sospechas del envenenamiento, éstas siguen estando porque todavía hay rastros de sustancias en un cadáver que estuvo degradándose durante cuatro décadas" pondera Krischke.
En 2016, tres años después del desentierro del exmandatario, la Procuraduría General de la República intentó interrogar a distancia a Kissinger, de quien nunca se obtuvo respuesta y mucho menos buena disposición a colaborar con la justicia. Lo mismo que ocurrió ante el pedido de magistrados de otros países.
En 2002 Kissinger, el hombre fuerte de los gobiernos republicanos de Richard Nixon (1969-1974) y Gerald Ford (1974-1977) suspendió un viaje a San Pablo, debido a la repulsa de organismos de derechos humanos por su apoyo a la dictadura brasileña (1964-1985) y a la red Cóndor.
Cazador de represores
Como en toda investigación se "parte de una lectura política, de indicios y de los documentos disponibles hasta que surjan más elementos de prueba", señala Krischke, conocido como el mayor "cazador de criminales" del Cóndor.
Krischke al igual que la familia de Goulart, considera que el expresidente de centroizquierda fue víctima de una conspiración donde participaron agentes brasileños, argentinos y uruguayos.
"Sabemos que el dictador Ernesto Geisel (1974-1979) se enteró de que Goulart quería retornar a Brasil para iniciar la transición, y que se opuso al retorno. Y sabemos, por documentos desclasificados, que Estados Unidos, es decir Kissinger, estaba al corriente de esta situación", afirma Krischke.
El experto cita que en febrero de 1976 Kissinger viajó a Brasil, la primera visita de las que hizo aquel año a Sudamérica.
Es poco lo que se sabe hasta el momento, más allá de las noticias de prensa, sobre lo tratado reservadamente entre el entonces secretario de Estado y las autoridades locales, pero es casi seguro que se habló de Goulart.
Kissinger diseñó en 1969 al inicio de la administración Nixon la doctrina según la cual Brasil debía ser el freno a la expansión comunista en la región. El funcionario era un viceral anticomunista y tampoco veía con buenos ojos a los líderes moderados como lo era Goulart en Brasil, o el democristiano chileno Eduardo Frei Montalva, muerto en extrañas circunstancias en una clínica de Santiago en 1982 (aunque la justicia dictaminó que no hubo envenenamiento).
La pista del veneno
Para Jair Krischke más allá de los fallos de la justicia, que generalmente llegan "tarde" cuando muchas pruebas se borraron por efecto del tiempo, la muerte del comunista Neruda en la clínica Santa María el 23 de setiembre de 1973, la misma donde fallecíó el democristiano Frei , habría sido causada por una toxina hallada en su cadáver, desenterrado hace doce años.
El premio Nobel de Literatura murió, recuerda el experto brasileño, poco antes de embarcar hacia México donde debería lanzar una campaña de denuncia contra Pinochet.
Krischke, que acaba de finalizar un documental sobre la muerte de Goulart, dice que tiene en vista viajar a Chile para avanzar en su pesquisa sobre el "asesinato" de Neruda, con una substancia "posiblemente elaborada en el laboratorio Butantan de la Universidad de San Pablo".
"Kissinger y la dictadura brasileña tuvieron un papel fundamental en la caída de Salvador Allende y la inmediata represión. Hay muchos testimonios de prisioneros brasileños que fueron torturados por agentes brasileños en el Estadio Nacional mientras el embajador brasileño , Antonio Cámara Canto, daba todo su respaldo a Pinochet".
¿Este apoyo habría incluido el veneno que mató a Neruda?, preguntó PáginaI12. "Es una posibilidad consistente, que tenemos que trabajar a fondo", responde.
Pinochet, afirma Krischke, importó conocimiento brasileño para montar la DINA y tal vez haya hecho lo propio para desarrollar armas químicas en masa, como las elaboradas por el químico Eugenio Berríos que trabajó junto al agente de la CIA, Michael Townley, quien visitó Brasil en aquellos años.
"En 2013 una funcionaria del Instituto de Salud Pública chileno declaró que ese organismo recibió toxinas de Instituto Butantan, no dijo que éstas se usaron al inicio de la dictadura, pero ese es un dato importante y podría ser cruzado con documentos que surjan, ahora que se murió Kissinger, sobre la actuación de Brasil y Estados Unidos en el golpe, y en la muerte de Neruda", finaliza Krischke.