A Juan Román Riquelme siempre le gustaron los desafíos y, como se dice en el fútbol, agrandarse en las difíciles. Quizás por eso con apenas 23 años se le plantó a Mauricio Macri, cuando el entonces dirigente xeneize comenzaba su escalada hacia la Casa Rosada, dándole impulso a su carrera política desde la presidencia de Boca.
Riquelme no aceptaba la lógica que intentaba imponer en el club muchachito empresario que llegaba a las instalaciones rodeado de custodios, de alcahuetes y secretarios, y mandaba a los futbolistas a negociar sus salarios o a renovar sus contratos con algún otro empleado del club.
En medio de las negociaciones de su pase al Barcelona, Riquelme hizo el segundo gol –de penal y con rebote– frente al River del Burrito Ortega en La Bombonera y corrió, sacándose compañeros de encima, con la mirada fija en el palco presidencial. Entonces se plantó frente a los ojos de Macri y se llevó ambas manos a las orejas como pidiendo ser escuchado. Ya había logrado grandes títulos: dos torneos locales, una Copa Libertadores y la Intercontinental frente a Real Madrid y seguía cobrando contrato como juvenil.
La explicación del gesto la hizo el propio Riquelme: "Se lo dediqué a mi hija Florencia, que le encanta el topo Gigio", dijo no sin ironía. El bigotito de Macri apenas pudo esconder la incomodidad de su sonrisa frente al plantón del joven Riquelme que, aunque de pocas palabras, había elegido el gesto preciso para enseñarle al dirigente su espíritu indomable. El mandamás xeneize era el principal responsable del cortocircuito del jugador con la dirigencia.
Hubo varias banderas este domingo alrededor de Riquelme. "Ganen en las urnas, no en la Justicia"; "No quieren ganar las elecciones, quieren tomar el club por la fuerza", se leía entre la marea azul y amarilla que copó las calles aledañas a La Bombonera. Una de esas tantas banderas estaba pintado sobre una tela blanca el icónico gesto del "Topo Gigio". Esta vez Riquelme no estaba solo, fue la calle, el pueblo boquense el que se le plantó a Macri y a su candidato Andrés Ibarra.