Aruba no dio mucho que hablar en las últimas semanas: afortunadamente para la que se promociona como “isla feliz”, que en esta oportunidad puede jactarse de tener bien puesto el apodo. Porque las noticias llegadas del Caribe en los últimos tiempos hablaron de la devastación y destrozos causados por la sucesión de los huracanes Irma y María, que arrasaron con todo pero dejaron afuera un “cinturón” de islas –no tocadas o con daños menores- que abarca a Aruba, Granada, Curazao, Jamaica y Barbados, probablemente aquellas para quienes “no hay mal que por bien no venga”. Porque serán las encargadas de mantener el foco turístico bien nítido sobre el Caribe mientras las islas vecinas se recuperan, un proceso que puede llevar entre semanas y meses.

SABOR LOCAL La isla celebra durante todo octubre el Mes de los Restaurantes Eat Local Aruba, que invita a explorar su herencia culinaria con platos de inspiración local. Un amplio abanico de restaurantes participantes ofrece almuerzos por solo 15 dólares y cenas por un valor de 30 a 40 dólares, siempre con menús de tres pasos preparados por cocineros nativos e internacionales, que fusionan sabores de todo el mundo. Las más de 90 nacionalidades que se combinaron en la actual identidad arubiana, incluyendo africanos, caribeños, sudamericanos, holandeses y asiáticos, se reflejan también a la hora de sentarse a la mesa: la herencia multicultural se hace notar en la mayoría de los platos locales, sobre todo en el toque de curry, los aderezos picantes y las cáscaras de frutos cítricos utilizados para condimentar o marinar carnes y pescados.

Entre los platos más representativos de la isla se encuentran el keshi yena, un revuelto de pollo con vegetales cubierto de queso gouda; el kreeft stoba, un estofado de langosta; y el pastechi, una especie de empanada frita de masa dulce que suele estar rellena con carne vacuna, pescado o mariscos. Muchos pescados frescos, como el wahoo, el pargo rojo, el mahi-mahi y la barracuda pueden degustarse fritos o a la parrilla, acompañados de la tradicional salsa criolla de tomate, pimentones y cebolla. Otra especialidad local es el estofado de carne vacuna, pollo o cabrito que se sirve con pan bati (panqueque arubiano), funchi (puré de harina de maíz) y arroz con frijoles.

¿CERVEZA CON AGUA DE MAR? Esta auténtica rareza gastronómica solo puede encontrarse en Aruba: es la Balashi, bien conocida de cualquiera que haya disfrutado las espléndidas playas de la isla, y la única cerveza producida con agua de mar desalinizada y sin incorporar aditivos artificiales para crear un sabor único. De influencia holandesa y color dorado, esta pilsener le debe su nombre a la palabra balana del idioma aruwak, que significa “cerca del mar”. Su producción comenzó en 1999 y dos años más tarde recibió la medalla de oro de parte del  Instituto Internacional de Selecciones de Calidad Monde Selection que se otorga en Bruselas. En 2004, la cervecería ganó otro premio por la sustentabilidad de sus parámetros de producción, donde se destaca el reciclado de cajas y botellas. Balashi también produce las cervezas Chill, suave y con un poco de limón, y Hopi Bon, lanzada a finales de 2016. Pero no es la única opción: también la compañía Shoco Beer Co. creó seis bebidas artesanales inspiradas en el estilo de vida arubiano: Pineapple Wheat Wave, TanLine Tangerine IPA, Sun of a Beach Prickly Pear Wheat, Long Legged Lager, Blood Orange Blonde y  One Hoppy Island Toasted Coconut Pale Ale. Y a la hora de los cócteles, el más famoso es el Aruba Ariba, inventado en el Bali Bar del Aruba Caribbean Hotel en los años 60. La bebida lleva el licor local Coecoei, vodka, ron, crema del plátano, un toque de granadina y jugo de fruta. La mezcla se vierte sobre hielo, se agita suavemente y se remata con un toque de Grand Marnier.

Otros cocteles característicos son el daiquiri y el mojito infundidos con Palmera Rum, una marca local de ron que se produce y embotella a mano en una fábrica en Oranjestad desde hace casi 50 años. La empresa elabora doce mezclas diferentes. El ron de coco es el favorito de los visitantes, mientras que los lugareños son leales al original Palmera Rum, conocido por su dulzura de roble con toques de vainilla.

RECOMENDADOS La isla es pequeña… pero la mesa grande. Y múltiple, ya que Aruba tiene  200 restaurantes, de los cuales 60 participan en el festival Eat Local. La diversidad hace difícil elegir, pero entre los más recomendados está Papiamento, que funciona en una antigua casona arubiana con jardín de árboles añosos y plantas exóticas, cuya especialidad es la cazuela de mariscos servida en olla de barro. También The Old Cunucu House, donde sirven desde keshi yena hasta el famoso estofado de carne con pan bati, funchi y arroz. 

Por su parte Screaming Eagle sorprende por su cocina francesa y por la particularidad de que es posible cenar… en una cama-lounge. La Hostaria da Vittorio es un restaurante italiano que cautiva con sus pastas y Faro Blanco es imperdible por su cocina también italiana, pero más aún por su ubicación que permite disfrutar de atardeceres únicos sobre el mar. En el “top 5” de los restaurantes para disfrutar en familia se hacen un lugar las pizzas y panqueques de Linda’s Dutch Pancakes & Pizzas; el carpaccio, los sándwiches y los langostinos de Salt and Pepper; la gastronomía europea de Promenade; las pastas de Gianni’s y el mix de gastronomía arubiana con cocina portuguesa que despliega el chef de Gostoso. 

Una visita a Aruba, sin embargo, no estaría completa sin conocer White Modern Cuisine, considerado como uno de los mejores restaurantes del Caribe. Allí el chef Urvin Croes integra modernas técnicas de cocina con ingredientes frescos y orgánicos, en un entorno blanco con terraza al aire libre. El menú ofrece entradas frías y calientes, platos fuertes del mar y de la tierra, y postres que incluyen el celebrado mousse de ron y caramelo. ¿La especialidad? Pechuga de pato glaseada con polvo de manteca de maní y róbalo frito con risotto de minestrone.

Pero no es todo: quien sienta un repentino ataque de nostalgia podrá dirigir sus pasos hacia El Gaucho, que funciona en una vieja casa de campo en Wilheminastreet. Fue el primer restaurante argentino que abrió sus puertas en Aruba, en 1977, y se distingue por la calidad de sus carnes y parrilladas, acompañadas con tangos... y boleros.

Informe: Graciela Cutuli.

Langosta, la reina de los frutos del mar, un lujo para cenar junto a la playa.