Hemos señalado, desde este mismo espacio en otras oportunidades, el carácter estratégico de la comunicación en la sociedad. No solo para quienes hemos estudiado, proyectado y programado la misma como parte de nuestras pasiones y especializaciones intelectuales, sino para cuanta persona se levanta día a día e intenta interpretar lo que pasa desde su propia realidad.
Viendo en particular la realidad que nos toca vivir en Argentina, a raíz de los resultados del 19 de noviembre de 2023 con las elecciones presidenciales que arrojaron como presidente a Javier Milei con más del 55% del electorado, es importante discernir señales, síntomas y provocaciones que van surgiendo en forma casi automática a lo que se comunica.
Decimos señales a todo aquello que orienta e indica el camino en el cual estamos avanzando, lo hayan elegido o no. Señales que frente al anuncio del cierre de la obra pública comienza a eliminar asalariados y asalariadas de sus filas, señales que frente a la supuesta inacción del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, eliminan cuidado y protección a cientos de miles de mujeres, niñas y adolescentes en todo el territorio argentino y claro, también los empleos que allí se hayan albergados. Esto solo por citar un par de ejemplos.
Claro que señal y síntoma caminan de la mano. Señal de cierre, síntoma de despedido en varios organismos del Estado. Señal de inacción, síntoma de bloqueo de cuentas, acoso directo a colegas periodistas mujeres y violencia que se percibe en aumento impunemente.
Y la provocación que esto genera. ¿Qué provocación? La provocación reiterada de comunicar día y noche, que la sociedad es una numeración de individualidades con proyectos propios y segmentados (sin aparente conexión de una parte con la otra, más allá de reclamar por fuerza e imposición del mercado, quién o quiénes tienen más derecho que otros).
Es necesario comprender que lo que se comunica a diario desde los grandes medios y los poderes que aún no asumen, es un punto clave y estratégico que enfrentamos día a día, aún sin quererlo asumir como una batalla propia. De ahí que las citas del próximo presidente, de personas hasta ahora mayormente desconocidas como Kenneth Arrow (1921- 2017) que, mediante un complejo modelo matemático teórico plantea la imposibilidad de que una comunidad pueda decidir democráticamente sus objetivos y el camino a seguir y, que cuando hay que elegir entre diversas alternativas no hay forma de llegar a una decisión por vía democrática, son elementos que, finalmente, legitiman la caída diaria del ideario de que lo comunitario, lo colectivo y lo nuestro, es algo obsoleto, peligroso y plausible de ser eliminado para, en definitiva, no afectar el libre mercado al cual en esta construcción de poder, parece tener status de derecho inalienable para cada ser humano.
Reitero, volvamos a las claves y lo estratégico. Las claves que nos permitan comprender que nuestros actos afectan inevitable a otras y otros que son parte ineludible del país en el que vivimos, nos guste o no. Lo estratégico de asumir el día a día, no solo como un espacio de confrontación posible frente a todo proyecto deshumanizante, sino al recrear espacios de cuidado y ternura comunitarios. Es imposible imaginar como individuos, familias y parte de la sociedad en la que estamos, que se puede vivir haciendo de cuenta que el buen uso de las fluctuaciones del mercado favoreciendo a unos, y desprotegiendo a otras, nos permita ser una sociedad mejor, más empática y con posibilidad de volver a amar una vida plena y digna con más derechos para quienes necesitan de los mismos.
* Licenciado en
Comunicación. Pastor de la Iglesia Evangélica
Metodista Argentina. Director Ejecutivo ALC Noticias. Presidente WACC
América Latina