Madre. Repatriada. Hija. Amiga. Ahijada. Detective. Amén del crimen a resolver en un pueblo perdido de la Patagonia, en los primeros quince minutos de Fragmentada queda expuesto el porqué del título de policial “puro y duro” con firma de Facundo Escudero Salinas. Las múltiples caras de Irina (Jazmín Stuart) le dan sentido a este cubo de Rubik filoso en el que no tardan en aparecer las esquirlas del patriarcado. “Es un personaje por capas, sus conflictos están con su pasado, con su familia y con el afuera, especialmente con los hombres que portan el poder. Y creo que la película también está muy expuesta a la fragmentación”, dice la actriz entrevistada por Página/12. Tras su reciente paso por las salas, este miércoles 6 a las 22 la señal AMC emitirá la ópera prima del realizador marplatense.

Tal como reseñara Juan Pablo Cinelli, lo peculiar de Fragmentada es la manera en la cual gira esa “constelación de mujeres” que desenvuelve la trama, a la vez que trastoca los estereotipos y las convenciones dedicado a los personajes femeninos en este tipo de propuestas. La suboficial que encarna Stuart está lejos de ser una víctima o una femme fatale. Se trata, en palabras de la actriz, de una mujer “muy aguerrida y muy herida que va por detrás de la narrativa propia del thriller y del policial”. El caso a desentrañar, como es de esperar, está ligado a lo más profundo y pestilente de ese pueblo en la mira de las corporaciones donde conviven “lobos” y “brujas”. Con claras notas a Adolfo Aristarain y Fabián Bielinsky, Fragmentada enhebra con solvencia varios hilos a la historia y a su personaje principal. “Podría decirse que Irina está más rota que fragmentada”, concede Stuart.

-La intención del director fue crear dos carriles narrativos: una para el caso policial y otra para los conflictos de Irina. Se tocan tangencialmente, pero no es que uno destraba al otro. Más bien es lo opuesto. Y además está la cuestión de género enraizada al caso y a Irina. ¿Qué significa que este policial esté protagonizado por una mujer como Irina?

-Suma muchísimo. Se empezó a ver en el último tiempo para este género lo de la heroína mujer. Hay algo muy interesante ahí porque casualmente son personajes más emocionales. Los thrillers de otra época no mostraban las fragilidades de sus protagonistas, estaban como blindados. Estas mujeres heroicas tienen otro núcleo.

-Irina vendría a ser una amiga lejana de Kate Winslet en Mare of Easttown…

-Totalmente. Son personajes muy heroicos y curtidos, pero a la vez son sensibles y tienen miedo. Eso es muy interesante para abordar. Te dan mucho más.

-De manera muy elusiva, y muy clara en un momento, la película refiere a la figura de las brujas. De hecho, la madre enferma de la protagonista habita una cabaña perdida en el bosque. ¿en qué aquelarre anda Irina?

-Hay un hecho muy traumático de su pasado en el que ella cometió un acto superimpulsivo para defender a su mamá. Fue en defensa propia. Creo que ese modelo de mujer que defiende a otra mujer fue asociado con las brujas. Cuando el poder es visto desde una lógica muy masculina y rancia, se lo ve así. Una brujería en malos términos. Eran mujeres que tenían una sabiduría ancestral, entendían de la naturaleza y se asistían entre ellas formando una red. La palabra bruja está muy mal usada.

-Compartís muchas escenas con Cesar Bordón que interpreta a tu padrino y, a su vez, es el comisario del lugar. ¿Cómo fue construir esa relación?

-Uno entiende a través de la trama de que hay un vínculo muy fuerte entre ellos. De hecho, ella se hizo policía por su consejo, es una voz autorizada. Tienen un trato a base de sobrentendidos. Él la ve como la protegida, su pollito, pero Irina ya no es más eso. Cuando huele lo podrido va a fondo, aunque no sea su jurisdicción, a pesar de que esté suspendida como oficial. Ella no puede evitar desobedecer e investigar. Con César trabajamos mucho ese vínculo, cómo es su trato, y cómo se empieza a ver que Irina se rebela contra todo, contra su padrino, contra su estructura, contra todo.

-¿Cómo fue el proceso de trabajo con Facundo Escudero Salinas, teniendo en cuenta que además de actriz sos directora y guionista?

-Muy rico, muy bueno y muy extenso. Las primeras charlas fueron previas a la pandemia y ya pudimos entrever aspectos nuevos, cosas, detalles, que no estaban en el guión. El rodaje fue muy bueno. Como directora, siento que tengo la capacidad para entender la estrategia detrás de lo que el director plantea. Ese intercambio es muy nutritivo. Facundo tiene muchísima claridad de lo que quiere, pero fue muy abierto. Las escenas en el set seguían creciendo mucho más. Fue un proceso muy lindo. 

-¿Cuánto influye en la composición de un personaje una geografía tan especial como la del sur argentino?

-Es maravilloso, pero en realidad en la Patagonia sólo se filmaron panorámicas, seguimientos de auto por ruta, cositas muy puntuales. El resto se filmó acá en provincia de Buenos Aires. Las locaciones están muy bien y muy bien encuadradas. Es espectacular, porque la veo y me olvido de que no se hizo en el sur. Entrás. Es un gran laburo de todo el equipo. Pero sí había algo de la atmósfera, de lo climático, que te colocaba. No estamos acostumbrados a filmar en invierno y estábamos recontra abrigadas todo el tiempo. La cabaña. La camioneta. Es la pesadez del entorno.

-La película abre con una escena que tendrá un eco mayor. A la hija de Irina la suspenden de la escuela por haber llevado la réplica de un arma. La policía también está suspendida por haberse sobrepasado en un interrogatorio. De ahí al sur a cuidar a su madre moribunda y a enseñarle a su hija a usar una escopeta. ¿Qué rol le pesa más a Irina: el de madre o el de hija?

-Para Irina cambia el rol materno en esa doble relación. Hay algo que la obliga a transgredir las pautas que tiene una mamá con una vida urbana y normal. Esas pautas las va a ir perdiendo porque se da cuenta de que otra vez se repite el peligro. Vuelve a la montaña y vuelve el peligro. Pero ahora está en otro lugar. Tiene que transmitirle a su hija la fuerza de la defensa y lo de maternar ahí queda trastocado. ¿Qué es una madre? Es lo que nos enseñan o algo más. Y la película plantea esa pregunta que a mí me interesa muchísimo. 

-¿Con qué te quedás de Irina?

-Es una kamikaze y me llama la atención su sentido de la justicia. ¿Hasta dónde? ¿Cómo? Sí, buscar la justicia, sí protegernos entre mujeres. Sí a proteger el medio ambiente. Pero es muy fácil pisar el palito y quedar enredada en un sistema perverso. Le pasa a Irina. Hay un monstruo gigante, que es la corrupción, la burocracia, el pacto entre caballeros, que la dejan en una trampa.