"Juntos por el Cambio está muerto". La frase, casi nietzschiana, la repiten con ironía en la Coalición Cívica, como una provocación en el radicalismo y como una verdad de larga data en el macrismo. Pero todos los diputados que alguna vez integraron el interbloque cambiemita la repiten como si la ruptura fuera solo cuestión de tiempo. Y ese tiempo ya pasó: Javier Milei asume el próximo domingo y JxC, por estas horas, se aproxima a la fractura que venía anticipando desde que Patricia Bullrich y Mauricio Macri decidieron respaldar la candidatura del libertario. Y, curiosamente, no fue el PRO --que está peleado a muerte-- el que dio el primer paso, sino la UCR. Incapaces de ponerse de acuerdo en quien debería presidir el bloque que reunificaría al radicalismo con Evolución, el espacio volvió a romperse: Rodrigo de Loredo y Alfredo Cornejo, por un lado, y el tándem Facundo Manes-Gerardo Morales, por el otro.
Los diputados radicales desembarcaron en el Anexo de la Cámara de Diputados pasadas las 17.30 con el objetivo de reunificar la UCR y salieron, cuatro horas después, con una nueva fractura. El objetivo era discutir las autoridades de bloque: un grupo de 23 diputados --entre los que se encontraban los de Evolución, liderado por Martín Lousteau, así como los que responden a los gobernadores radicales-- sostenían la postulación del cordobés Rodrigo de Loredo, mientras que otros 12 --encabezados por Facundo Manes y Gerardo Morales-- defendían la de Manes. Ambos sectores buscaban reunificar el espacio, que se había roto en 2021 tras la pelea De Loredo-Mario Negri, pero se acusaban mutuamente de trabar cualquier posibilidad de acuerdo.
El sector alineado con los gobernadores y el grupo Malbec, liderado por Alfredo Cornejo, sostenía que tenía una mayoría --23 de 35 diputados, si se contaba los 10 de Evolución-- y que había que votar y así definir las autoridades. Ya el día anterior habían realizado un zoom y dejado trascender un comunicado en el que hablaban de la importancia de sostener la "unidad" del radicalismo en el Congreso y, a su vez, de "asegurar la gobernabilidad". Los firmaban figuras como Karina Banfi, Soledad Carrizo, Martín Tetaz y Fabio Quetglas (referente de Educación de Patricia Bullrich). Cerca de Manes, que arrastraba detrás suyo otros 11 legisladores --como Julio Cobos, los dos jujeños y el formoseño Fernando Carbajal--, mientras tanto, se resistían. Denunciaban que De Loredo era "el radical bendecido por Macri" y que votar por él era "seguir bajo el yugo del PRO", además de que sería "premiar" al diputado que había roto el bloque en 2021.
La reunión fue larga y tensa. La mayoría de 23 había enviado solo a un grupo de emisarios --el misionero Martín Arjol, el mendocino Lisandro Nieri y Quetglas-- para intentar convencer a la minoría de 12. Pero Manes se mantenía firme: "Hoy se define si al presidente lo decide la UCR o Macri", afirmaban en su entorno. No querían saber nada con De Loredo y De Loredo se rehusaba a resignar la presidencia. Pasaron cuatro horas, llegaron más diputados del ala gobernadores-Evolución, pero no hubo manera.
En un momento, los 12 diputados de Manes advirtieron que tenían quórum reglamentario --eran 18 de los 25 que tiene la UCR, sin contar a los de Evolución-- y que había que votar. Ganó Manes y sacó un comunicado: "Se designa como presidente de Bloque al diputado Facundo Manes y se le encomienda realizar las gestiones necesarias a fin de proceder a la reunificación del Bloque, conformación de interbloque y discusión de las autoridades de la Cámara".
Los seis diputados que integraban el otro espacio estaban que echaban chispas. Rechazaban la legitimidad de la votación y anticipaban que, este miércoles, anunciarían la conformación de su propio bloque. No habría unidad para la UCR.
Guerra PRO
El PRO protagonizará una escena similar el miércoles a la tarde, cuando todo el bloque se reúna para definir que pasará con el partido ahora que la mitad de sus integrantes forman parte del gobierno de Javier Milei. De momento, el bloque está dividido en tres. Por un lado, la docena de diputados que responden a Patricia Bullrich y que ya se identifican como oficialistas. Por otro lado, están los larretistas "díscolos", que se resistieron a alinearse detrás del acuerdo Macri-Milei previo al balotaje. Y, finalmente, los huérfanos de la guerra fría entre Macri y Bullrich, que se perciben como sostén de la gobernabilidad de Milei, pero que quedaron heridos luego de que el presidente electo despreciara el acuerdo al que había llegado con Cristian Ritondo para presidir la Cámara y eligiera, en cambio, a Martín Menem.
"El objetivo es mantenerlo unido, los únicos que amenazan con romperlo son los larretistas. Pero es un bluff, forma parte de la negociación", afirmó, irónico, unos de los halcones que jurará este jueves en la sesión preparatoria. Tanto en el bullrichismo, como en el resto del PRO más duro, descuentan que le terminarán votando todas las leyes a Milei y que Ritondo será el presidente del bloque. Algunos simulan mayor independencia, argumentando que se definirá "ley a ley", pero la mayoría coincide en que el PRO, aunque no termine de cogobernar con La Libertad Avanza, hará lo posible para sostener el gobierno de Milei. La duda es que postura adoptarán los larretistas que fueron derrotados en la interna, como María Eugenia Vidal o Silvia Lospennato.
El larretismo especulaba con que, si Ritondo era designado presidente de la Cámara, podrían romper con el bloque y alinearse en un interbloque de "centro" junto a la UCR y la CC. Milei, sin embargo, se decidió por un libertario para la presidencia y ahora las "palomas" dudan. Son poco menos de 10 legisladores, aunque en las últimas horas ganaron uno más: Álvaro González, mano derecha de Horacio Rodríguez Larreta, que reemplazará al bailarín Maximiliano Guerra luego de su renuncia. Y este miércoles tendrán que tomar una decisión: si continúan en el bloque que prometió garantizarle la gobernabilidad a Milei o si arman rancho aparte, en minoría y contra lo que le reclaman --reconocen ellos mismos-- sus propias bases electorales.